Fact Fiction

‘Being the Ricardos’: la persecución del comunismo en Estados Unidos en los años 50

Being the Ricardos fact fiction
Fotograma de Being the Ricardos. | Amazon
Tiempo de lectura: 6 min

En 1953, la reconocida actriz de la televisión estadounidense Lucille Ball fue acusada de pertenecer al partido comunista. Lo que ahora puede parecer una preferencia política más, en aquel momento casi supuso la cancelación de su exitosa serie I love Lucy. Ahora, Being the Ricardos (Amazon Prime) trae a las pantallas de la mano de Aaron Sorkin ese momento histórico, dominado por la tensión entre la Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos, y la persecución del comunismo.

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“Lucille Ball fue roja en 1936”, anunció el Los Angeles Herald-Express el 11 de septiembre de 1953. El titular, en portada, se imprimió en letras rojas, un detalle que Sorkin enfatiza para demostrar la importancia que la filiación política de los estadounidenses tenía en aquel momento. “No sabía que los periódicos tuvieran tinta roja”, suspira Lucille (Nicole Kidman) en la película al ver la edición del diario. Pero, ¿por qué esta fijación con el comunismo?

El “temor rojo” y el Macartismo en EEUU: el contexto sobre el que ‘Being the Ricardos’ pasa de puntillas

Para comprender la gravedad de la situación a la que se enfrentaron Lucille Ball y su marido y compañero de reparto Desi Arnaz (Javier Bardem), primero hay que entender el denominado “temor rojo” surgido en los EEUU tras la Segunda Guerra Mundial, por el cual Sorkin apenas pasa de puntillas.

A finales de la década de 1940, la URSS empezó a ganar influencia en el este de Europa y en Asia. El surgimiento de revoluciones de corte comunista y de gobiernos marioneta controlados por la Unión Soviética en estas zonas provocó la adopción por parte de EEUU de la “teoría de la contención”, que tenía como objetivo frenar la expansión comunista. 

Esta actitud no solo guió la política exterior de Estados Unidos (que intervino, por ejemplo, en la Guerra de Corea y en la de Vietnam), sino que también tuvo su  importancia en la política interior. Esta estuvo marcada, principalmente, por el macartismo, una perspectiva de pensamiento que lleva el nombre del senador Joseph McCarthy, quien inició una “persecución radical e injusta” de cualquier sospechoso de colaborar con los soviéticos, explica a Newtral.es el catedrático experto en Historia Contemporánea José Antonio Montero.

El Comité de Actividades Antiamericanas en EEUU y la “lista negra” de Hollywood

El periodo temporal en el que se desarrolla Being the Ricardos también está marcado por las actuaciones del Comité de Actividades Antiamericanas, que es mencionado en numerosas ocasiones durante la película. 

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Este Comité, que trataba de destapar cualquier “actividad comunistas subversiva en suelo estadounidense”, en palabras de Montero, tuvo una fijación especial con Hollywood. Una de las razones fue el poder que el cine ostentaba y ostenta sobre la ciudadanía como medio de masas, pero también el “izquierdismo” del que habían hecho gala algunos de sus principales exponentes en la década de los 30, resalta el historiador. 

Entre las medidas llevadas a cabo por el Comité, destaca la elaboración de una “lista negra” de personas presuntamente relacionadas con el comunismo, cuyos integrantes “quedaban desligados de la industria, aislados o marginados”, señala a Newtral.es Luis Deltell, codirector del Grupo Complutense de Estudios Cinematográficos. Además, las principales productoras del momento firmaron la Declaración Waldorf, en la que se comprometieron a no dar trabajo a quien se negara a declarar ante el Comité para demostrar que no era comunista.

Entre los afectados por esta persecución estuvieron el director Dalton Trumbo, el actor Charles Chaplin y la guionista Dorothy Parker. Lucille Ball, sin embargo, sí declaró ante el Comité, quedando absuelta de toda sospecha, como se muestra en la película. 

Un cine más conservador: la otra consecuencia del macartismo 

La persecución ideológica de ciertos miembros de la industria cinematográfica no fue la única consecuencia que trajo consigo el macartismo y el Comité de Actividades Antiamericanas. 

Si las primeras películas tras la Segunda Guerra Mundial eran ideológicamente modernas (la ganadora del Óscar a Mejor Película en 1946, The Best Years of Our Lives, habla de divorcio o de la reinserción social de los soldados afectados psicológicamente por la guerra), tras el conflicto los filmes “se volvieron más conservadoras ideológicamente”, recalca Deltell. 

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El cineasta recuerda como las películas de los años 30 eran protagonizadas por mujeres que seducían a los hombres, las cuales “solían ser libres, independientes económicamente y, desde luego, más inteligentes que los protagonistas masculinos”. Pensemos, por ejemplo y pese a todas las complejidades del personaje, en Escarlata O’Hara, protagonista de Lo que el viento se llevó (1939). 

Sin embargo, “en los años 50 el retrato de la mujer se volvió mucho más conservador”, apunta Deltell. Así lo confirma Being the Ricardos, donde se muestra como los productores de I love Lucy se negaron a que Lucille Ball apareciera embarazada en pantalla porque los espectadores iban a “pensar en cómo había pasado eso”. Es decir, iban a conectar embarazo con sexo. 

La realidad y la ficción en la trama de ‘Being the Ricardos

Vista la veracidad del contexto sobre el que se asienta el filme de Solkin, cabe preguntarse si la trama al completo sobre la que se construye Being the Ricardos también es fiel a la realidad. La respuesta no es blanco o negro, y es que el director se toma ciertas licencias artísticas. 

Lucille Ball sí fue acusada por la prensa de ser comunista y sí declaró ante el Comité de Asuntos Antiamericanos. Ball también tuvo un hijo durante el rodaje de I love Lucy y peleó para que los productores permitieran incluir en la serie su embarazo. Por último, los tabloides de la época sí destaparon una infidelidad de Desi Arnaz, cuyo matrimonio con Ball terminó en 1960. 

Pese a ello, todos estos acontecimientos no sucedieron en una misma semana, como señala la película. Las acusaciones de comunismo contra Ball tienen lugar en septiembre de 1953, pero su hijo nació en enero de ese mismo año y las infidelidades de Arnaz fueron destapadas por la revista Confidential en 1955

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Sobre este asunto, Solkin se defendió en una entrevista con la Asociación de Críticos de Hollywood aduciendo que “el drama es intención y obstáculo, alguien quiere algo y algo se interpone en su camino”. “Si congregas juntas suficientes escenas con esta tensión, tendrás una historia”, subrayó.