El mar se vuelve verde. Frondoso. Un bosque de plantas y algas retroalimentadas por su propia descomposición. Sofía es una chica con 12 años cuando en 2019 el Mar Menor se intoxica. El episodio que lo deja sin oxígeno y mata a buena parte de sus peces cambia la vida de su familia. Su padre, un pescador afectado, decide vender su barco e iniciar una nueva vida en Canadá. Sofía es la primera ‘refugiada climática’ o ‘ambiental’ de un trocito del mundo llamado Murcia, que ha rebasado uno de sus umbrales de justicia, aun cuando no se ha desbordado uno de los llamados ‘límites planetarios’.
La historia de Sofía se mueve entre la realidad y la ficción, pues se relata en el filme Sofía volverá (Joaquín Lisón, 2022), en donde la joven regresa al Mar Menor en 2056, recuperado ambientalmente. El relato de esta película refleja, de algún modo, el espíritu que subyace al último estudio sobre los límites planetarios, que un equipo internacional publicó la semana pasada en Nature. Los firmantes no sólo destacaron que se habían rebasado varios límites climáticos para la seguridad de la vida humana. Se han rebasado límites para tener una ‘vida justa’. Quizás, como la de un pescador de la mayor laguna salada de Europa, cuando se ahoga en fertilizantes y putrefacción. Pero hay esperanza, y no siempre es de color verde.
Cada 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año, lo hace tras la publicación de ese estudio sobre los límites planetarios, impulsado por un comité internacional especializado en umbrales de habitabilidad y resiliencia. Noelia Zafra Calvo (Centro Vasco del Cambio Climático BC3), una de sus autoras, resalta que por primera vez se aborda “la justicia en los cálculos de la estabilidad del sistema Tierra”. Pero pone el foco el los ecosistemas, el medio ambiente.
El examen ha durado más de tres años. Los mismos que cumple otro estudio en Science que ella lideró, centrado en una pregunta: ¿cuánta naturaleza debemos preservar a nivel local para que sigan sosteniendo la vida en la Tierra? ¿Es una cuestión de plantar más árboles? ¿De cuidar los bosques? ¿De tener ‘más verde’?
Estamos (más) a tiempo de no rebasar los límites planetarios ambientales
En términos climáticos, hay un objetivo bien definido: que el planeta no supere los +1,5 °C respecto a la era preindustrial, para evitar una meteorología más destructiva, sequías en determinados lugares o subidas importantes del nivel del mar. El margen de acción se está estrechando y la ventana para evitar lo peor se está achicando, como denuncia el panel experto de la ONU (IPCC). El informe sobre límites planetarios cree que esa cifra se queda corta. Para que la Tierra sea, no sólo habitable, sino justa, no deberíamos haber rebasado el +1 °C.
Pero hay otra pata, la ambiental, la de los ecosistemas. Y de este lado hay mejores noticias. El tiempo se acaba “pero estamos a tiempo”, señala Diana Liverman (Universidad de Arizona), otra de las comisarias de este estudio. Fuera del apremiante límite planetario climático de los 1,5 °C, “en otros ámbitos, como el uso del agua o la biosfera, seguramente tengamos más tiempo para actuar en los límites planetarios, aunque ya se están produciendo daños en algunas regiones”, precisa.
Los límites planetarios ligados al medio ambiente vienen marcados por el equilibrio de: Agua dulce, aire, nitrógeno-fósforo e integridad de la biosfera.
La comisión explica que “el medio ambiente del planeta ha sido inusualmente estable durante los últimos 10.000 años (Holoceno)”. Ahí es donde han florecido las civilizaciones humanas. Pero este periodo favorable para la humanidad, que en términos geológicos es un suspiro, peligra. La “Revolución Industrial trajo consigo la era del Antropoceno, y la actividad humana es el principal motor del cambio medioambiental”.
La investigadora destaca dos acciones ambientales posibles (más allá de la adaptación climática): “La limpieza de la contaminación y la restauración de la biosfera”. Eso, dándose la paradoja de que las víctimas “no suelen ser responsables”. Vuelta a la idea de no rebasar límites planetarios justos.
Un planeta más verde no es necesariamente un planeta más saludable o justo
Esta idea de restaurar la biosfera, de conservar los ecosistemas y de contar con unos bosques saludables, capaces de capturar una buena parte del CO2 que emitimos los humanos, no está necesariamente ligada a ser más verdes. Si miramos a imágenes de satélite, quizás apreciemos que la Tierra, según se ha ido calentando, no aparece más amarilla o seca. Sino más verde.
La cantidad de biomasa verde –follaje- ha aumentado de manera significativa en el 40% de las regiones del planeta desde 1982 a 2015. En 2016, un equipo del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) demostró que “sólo en un 5% y un 10% se aprecia una pérdida de vegetación”. El doctor Josep Peñuelas, firmante del estudio, explica a Newtral.es que eso se debe a que “en los últimos 50 años ha habido cada vez más CO2 –que respiran y alimentan a la vegetación verde–, ha habido un poco más de temperatura y más nitrógeno, más zonas abandonadas y agricultura”. ¿Todo bien?
Por un lado, sí, porque algo enfría la Tierra. Pero la realidad es que este enverdecimiento es, en el fondo, un mal síntoma de desequilibrios. Nunca ha habido tanto dióxido de carbono en la atmósfera (incluido el periodo de confinamientos) desde que los sapiens habitamos la Tierra. Ni nunca ha crecido su proporción de manera sostenida tan rápidamente y durante tantos años. Una vez más, hasta toparse con varios de esos límites planetarios analizados por el Comité.
Paradójicamente, los árboles han desaparecido de las calles de muchas ciudades, entregadas al asfalto y el cemento. En las urbes, el arbolado puede llegar a salvar un tercio de vidas amenazadas por el efecto isla de calor. Pero “ahora, las temperaturas están por encima del óptimo –recalca Peñuelas–, empieza a disminuir la disponibilidad de agua, hay más nitrógeno pero no potasio (fertilizantes), hay incendios, polución…”. A su modo de ver, “este enverdecimiento ya crece a la mitad de lo que lo hacía en los últimos 20 años”.
Pensar que el cambio climático es bueno porque enverdece es como pensar que accidentarse es bueno porque así no habrá que lavar el coche.
Este límite planetario rebasado, el de los ecosistemas o lo que llamamos medio natural, conecta directamente con la emergencia climática por la vía del carbono: “El CO2 que asimilan las plantas (hasta el 30%), y que han evitado estas décadas que estemos aún más calientes, llega a un límite”. Los árboles son menos eficientes librándonos de los gases de efecto invernadero. A eso se suma que toda esa biomasa verde, generada durante las últimas décadas, “como en muchos sitios se está secando, se convierte en combustible para incendios forestales, que aumentan exponencialmente en ciertas zonas. ¡Vemos incendios en el Ártico y Subártico!”.
Como sugería Philippe Ciais (LSCE), otro coautor en la presentación del estudio sobre enverdecimiento de la Tierra, pensar que el cambio climático es bueno porque nos hace más verdes es como pensar que es bueno tener un accidente automovilístico tremendo, porque así ya no tendrás que lavar el coche.
“Somos un planeta pequeño y limitado –continúa el profesor Peñuelas–, donde no hay no puedes sacar. Soy optimista, porque creo que conseguiremos mitigar y adaptarnos, pero en estos momentos, damos un grito de alarma viendo lo que vemos, simplemente, con los satélites”, concluye Peñuelas. Un planeta más verde que ha rebasado varias líneas rojas.
- Estudio sobre límites planetarios seguros y justos de Rockström y Gupta, ‘Nature’, 2023
- Estudio de Díaz y Zafra sobre objetivos de bodiversidad en la Tierra, ‘Science’ ,2020
- Estudio sobre enverdecimiento de la Tierra de Zhu, Peñuelas et al., ‘Nature’, 2016
- Josep Peñuelas (CREAF)
- Noelia Zafra Calvo (BC3)
- Diana Liverman (Universidad de Arizona)
Pocas entidades tan poco neutrales como newtral, sin más.
Si toses y tienes fiebre puede ser gripe y otra cosa. Si no lo sabes exactamente te arriesgas a ttar la gripe y que el enfermo se ponga peor. A ver si nos ponemos a tratar de curar al planeta y se pone enfermo de verdad. La prueba de que no pasa nada es que se venden más jet privados que nunca
Yo, no solamente soy pesimista, si no que soy partidario del pesimismo como actitud operativa en la lucha contra el cambio climático. Si acabas tu alegato con un “soy optimista” o un “la buena noticia es…”, la gente se relaja. Creo que hay que ser más catastrofista, pero sin llegar al “es demasiado tarde”, para sacar a la gente de su zona de confort, y que se ponga en modo lucha hasta la muerte. Después de todo, el futuro vive en el futuro, y nadie sabe al 100% si ya hemos superado el punto de no retorno, o dónde está exactamente ese punto.