La relación entre cáncer y contaminación ambiental está probada desde hace años por distintas evidencias. En particular, el cáncer de pulmón, cuya principal causa sigue siendo el tabaco. Pero 250.000 personas fallecen cada año en el mundo por tumores respiratorios tras respirar aire viciado. Entre 7 y 8 millones de muertes en el mundo están relacionadas con la contaminación, no sólo por provocar cáncer, sino múltiples enfermedades. A todos los efectos, el aire contaminado mata tanto como el tabaco.
Sin embargo, como puntualiza el oncólogo británico Charles Swanton, “en la medida en que cada vez hay menos fumadores entre algunos países, la proporción de cáncer de pulmón entre no fumadores ha subido notablemente”. Y aquí empezó a intrigarle algo: ¿Era correcto todo lo que se enseña en las facultades sobre las condiciones para que se produzca un tumor? ¿Es la acumulación de mutaciones, provocadas por fumar o respirar tóxicos, la que dispara el riesgo de cáncer? Él creía que tiene que haber algo más.
“Resulta que aquí nos llevamos una sorpresa”, explica en un encuentro con medios organizado por el SMC de Reino Unido. Los cánceres de pulmón de fumadores dejan una marca genética muy clara, llena de mutaciones que no aparecen en tal cantidad entre los no fumadores. Eso implicaba algo: que tan importante es la mutación como que algo detone la multiplicación sin control de las células, o sea, el tumor. Y ese algo que desata el cáncer puede ser perfectamente la contaminación ambiental, entre no fumadores.
En concreto, cuando hay una base genética y una exposición a partículas PM2,5. Son las más finas, que salen de los tubos de escape y algunas chimeneas de fábricas. Se sabe que es peor en las ciudades, donde se reportan 1,8 millones de muertes al año por respirar esas partículas finas. Pero ahora han hilado más datos epidemiológicos y, sobre todo, los mecanismos que ligan ese tipo de contaminación con el cáncer de pulmón.
Swanton, junto a epidemiólogos y analistas de datos del Instituto Francis Crick y el University College de Londres, ha publicado en Nature los resultados de una investigación sobre casi 40.000 cánceres en Inglaterra, Taiwán, Corea del Sur y Canadá. Los combinó con datos de 400.000 pacientes –no de cáncer específicamente– del biobanco de Reino Unido. Apenas tres años de exposición a altos niveles de contaminación pueden ser suficientes para que surja el cáncer, entre células con cierta genética. Estos datos se han acompañado de experimentos con ratones para entender los mecanismos subyacentes del cáncer propiciado por contaminación del aire.
La contaminación de tubos de escape, peor para el cáncer, el corazón y la covid
Los contaminantes PM2,5 son los que tienen un mayor impacto en el riesgo de mortalidad. Son partículas con un diámetro 100 veces más delgado que un cabello humano. Pueden atravesar los alveolos pulmonares y pasar al torrente sanguíneo. Esto es conocido desde hace tiempo, “de ahí que se relacionen especialmente con enfermedades cardiovasculares”, explicaba a Newtral el profesor Aurelio Tobías, epidemiólogo ambiental del IDAEA-CSIC, que participó en otro estudio del aire y la mortalidad en 652 ciudades del mundo, entre 1986 y 2015.
Tus pulmones, un colador
En este vídeo de El Objetivo te contamos cómo en las ciudades existe una especie de doble emergencia: las emisiones de CO2 derivadas del tráfico rodado y, sobre todo, la de otros gases que, a diferencia del dióxido de carbono, sí son tóxicos. ¿De qué manera afectan a nuestros pulmones y a nuestro sistema circulatorio? Te lo explicamos con garbanzos, harina y un colador.
Desde 2021, la OMS considera que no deberíamos exponernos a concentraciones por encima de 5 microgramos por metro cúbico de aire respirado durante tiempos prolongados. La UE, que está revisando sus recomendaciones, considera que por encima de 15 µg/m3 la calidad del aire es pobre.
La exposición prolongada a la contaminación por PM se liga a diversas enfermedades –incluida la covid–, pero también a una peor respuesta a la protección de las vacunas. En otro estudio, publicado este mismo miércoles por un equipo de ISGlobal de Barcelona, se demuestra que quien vive o trabaja habitualmente en zonas más contaminadas desarrolló menos anticuerpos protectores contra el SARS-CoV-2 después de ponerse las vacunas.
La contaminación provoca cáncer, problemas cardiorrespiratorios, una covid más grave y hasta una menor efectividad de las vacunas.
En particular, la exposición a PM2,5, dióxido de nitrógeno y hollín se asoció con una disminución de alrededor del 10% en las respuestas de anticuerpos IgM e IgG en personas sin infección previa. Los autores están convencidos de que esta es una nueva prueba de que la contaminación respirada altera el sistema inmunitario.
El estudio de Swanton sobre el cáncer llega a una conclusión similar: la contaminación, más que provocar mutaciones, trastoca a nuestras defensas. Y eso termina derivando en tumores. Así, una vez penetran la PM2,5 profundamente en los pulmones “desencadenan procesos inflamatorios”, explica el doctor a preguntas de Newtral.es. La interacción entre los desencadenantes ambientales y las mutaciones asociadas con el cáncer de pulmón son claras en genes como el llamado EGFR o el KRAS. Estos dos suelen aparecer alterados entre quienes padecen cáncer de pulmón de células no pequeñas. Pero esas alteraciones o mutaciones se sabe que pueden surgir de manera espontánea según cumplimos años.
Es la inflamación lo que termina provocando el cáncer cuando la desata la contaminación
La cuestión es si la contaminación provoca esas mutaciones o esas ya están antes de que se dé el tumor. Lo que sí está claro es que a más inflamación, más proliferación de estas células mutadas. Y a más células mutadas, más papeletas en la lotería del cáncer.
Vamos con la primera parte del proceso. Los autores vieron que las PM2,5 parecen desencadenar una abundancia de células inmunitarias (macrófagos) y la liberación de una sustancia inflamatoria: interleuquina-1β. Los pulmones se convierten en un campo de batalla que, en ocasiones, termina dañado en su estructura más íntima: el ADN. En concreto, el de células de los alveolos (las bolsitas de los pulmones que filtran el oxígeno que pasará a la sangre). Pero también promueven la reproducción de las células previamente mutadas.
Es decir, no es sólo que haya una mutación en los pulmones que favorezca la aparición del cáncer. La contaminación da ese empujón necesario cuando entra en forma de partículas y desata a la interleuquina proinflamatoria.
Esto lo han podido ‘ver’ en acción en ratones y en células de laboratorio cultivadas en organoides. Se demostró que frenar a la interleuquina-1β durante la exposición a PM2,5 previene el desarrollo de cáncer cuando está implicado el gen EGFR. Así que no hay duda de que la sospechosa es la culpable. No sabemos si tiene cómplices.
Toda la población, fume o no, es cada vez más susceptible
Explica Alan Balmain (Universidad de California-San Francisco) que estos experimentos de sus colegas, publicados ahora, vienen a mostrar cómo el aire contaminado puede ser tan malo como fumar, mediante experimentos similares a los primeros que se hicieron sobre el tabaco hace más de 50 años. “Las partículas y los componentes químicos de la contaminación del aire y el humo del tabaco se probaron en la década de 1960, usando el mismo modelo de piel de ratón, y se encontró que tenían tal actividad promotora del cáncer”, explica en Nature.
Ahora, con la nueva evidencia, además de mostrarse cómo la contaminación provoca cáncer, también explica cómo el tabaco no sólo deriva en tumores por hacer mutar a las células del pulmón. Es capaz de provocar un estado de inflamación que favorece la aparición de tumores cuando ya hay mutaciones que surgen de manera natural y espontánea.
Desde España –que no ha sido monitorizada en particular en este estudio– Victor Briz, investigador del Centro Nacional de Sanidad Ambiental del Instituto de Salud Carlos III, valora el aporte de este trabajo para no dejar lugar a dudas de que el riesgo es generalizado entre la población.
En el SMC de España, explica que se muestra cómo “este tipo de mutaciones –en las células pulmonares– se acumulan de manera natural con la edad y no son el resultado de otros factores ambientales (como por ejemplo el tabaco o la propia contaminación)”. Esto es importante, porque “todas las personas somos susceptibles a ellas; de ahí la importancia de reducir los niveles de polución ambiental”.
De la irreal ‘inyección anticontaminación’ a la dieta antiinflamatoria
Ahora bien, si sabemos que la inflamación aumenta el riesgo de cáncer, ¿sería posible ‘tomar una pastilla’ o inyección antiinflamatoria contra la contaminación? “La prevención del cáncer de pulmón inducido por la contaminación, tratando a millones de personas en todo el mundo con costosos anticuerpos anti-IL-1β no es factible”, explica el doctor Ballmain. En el estudio mencionan al canakinumab, un inyectable contra la gota que sí parece correlacionar con menos cánceres, pero que no recomiendan como una estrategia de prevención de salud pública.
Los autores, sin embargo, no descartan que un estilo de vida saludable pueda evitar un buen número de estos cánceres. En particular, ¿tendría un efecto notable el adherirse a una dieta antiinflamatoria, como la mediterránea? Swanton invita a que se hagan estudios centrados en este aspecto. Ballmain –que no ha trabajado en esta investigación– cree que sí. “Algunos factores dietéticos reducen la incidencia de cánceres de piel promovidos por TPA en ratones”.
En parte, cierto patrón alimenticio frena a esas interleunquinas y a otros mediadores inflamatorios. El trabajo publicado reporta cientos de estudios de prevención de tumores en la piel del ratón utilizando moléculas antioxidantes, agentes antiinflamatorios o anticuerpos contra diversos mediadores inflamatorios. Pero Swanton es claro: “Hay que promover políticas que reduzcan la contaminación”. Eso es lo primero. Porque, además, no está claro que haya un umbral mínimo de seguridad con el que ‘no pase nada’. “Hay un riesgo continuo, así que mejor cuanta menos contaminación”.

- Estudio de Hill, Swanton et al., ‘Nature’, 2023
- Estudio sobre muertes en ciudades por contaminación. Cohen et al., ‘The Lancet’, 2017
- Estudio sobre mortalidad y PM diarias en EE.UU, Kaufman et al., ‘NEMJ’, 2019
- Estudio global sobre salud y contaminantes del aire, Stafoggia et al., ‘The Lancet Planetary Health’, 2022
- Recomendaciones y atlas de contaminación del aire de la UE
- Charles Swanton (Inti. Francis Crick)
- Victor Briz (ISCIII)
- Alan Balmain (Universidad de California-San Francisco)