La viruela del mono era un virus típicamente contagioso entre animales. Contra lo que sugiere su nombre, su reservorio natural no son los simios, sino roedores salvajes de zonas boscosas. En los brotes internacionales de viruela del mono producidos en humanos, desde 1970, casi siempre han estado implicados animales infectados. Pero esto cambió en 2022.
La actual expansión sólo se puede explicar por la eficacia de la transmisión de este virus entre personas. Particularmente, si hay contacto estrecho. Pero nunca se habían producido tantos contagios como hasta ahora fuera de donde es endémico: África central y occidental. La OMS acaba de eliminar la distinción entre países donde la viruela es endémica y donde no. En lo que llevamos de 2022, se han notificado 2.104 casos y una muerte (en Nigeria).
Ahora, un equipo del Instituto Nacional de Salud de Portugal ha reconstruido secuencias genéticas del virus Monkeypox ligadas al brote que ha dejado al menos 241 casos en territorio luso. Su análisis reveló que lo más probable es que tenga un solo origen. Y este origen muestra una evolución significativa respecto a los de los brotes de 2018-2019. “Mucho más de lo esperado para un orthopoxvirus”, señalan los autores de la investigación, publicada en Nature.
Esto significa que ya tenemos una posible explicación a la magnitud del presente cúmulo de casos de viruela del mono en humanos, presente en al menos 42 países, la mayoría, europeos. El Monkeypox ha cambiado lo suficiente como para volverse más contagioso entre personas. O, dicho de otro modo, se está acostumbrando a un nuevo hospedador: el Homo sapiens.
Los investigadores proponen que la hipótesis más probable es que el virus habría continuado circulando y evolucionando de manera endémica en Nigeria. Desde allí habría sido exportado de nuevo. No quiere decir que sea peor o más virulento en la enfermedad que causa. Pero no sería la única causa del brote actual.
¿50 letras de diferencia hacen a la viruela del mono una cosa ‘de humanos’?
Se sabe que la viruela del mono se contagia por contacto estrecho. Fundamentalmente, piel con piel en su fase infecciosa (y sintomática) y al tocar superficies contaminadas por las pústulas o erupciones cutáneas. No obstante, no era hasta ahora tan fácil infectarse, puesto que el virus estaba especializado en reproducirse en roedores y otros pequeños mamíferos.
El Monkeypox de 2022 se diferencia de los virus relacionados de 2018-2019 en aproximadamente 50 polimorfismos de un solo nucleótido (letra del ADN del virus). Es decir, en medio centenar de variaciones genéticas. “El resultado más destacable es demostrar que el brote, detectado en varios países casi simultáneamente, tiene un origen único y, además, que en ese origen está implicado un virus que ha experimentado un número importante de cambios respecto a los virus más próximos de la misma especie”, explica Fernando González Candelas, catedrático de Genética de FISABIO-Universidad de Valencia.
El investigador, que ha estado siguiendo de cerca la evolución de las variantes del SARS-CoV-2, cree que “aunque la extensión del brote de viruela del mono no es ni de lejos tan rápida ni tan amplia como la del coronavirus, estamos frente a un nuevo ejemplo de infección emergente que se puede expandir rápidamente por todo el mundo”, apunta.
Indica este profesor de la Unidad Mixta de Infección y Salud Pública en SMC España que la viruela del mono en humanos “debe ser atajada cuanto antes para impedir consecuencias más graves. La vigilancia genómica de estos y otros patógenos es una de las herramientas más potentes que tenemos a nuestra disposición para alcanzar ese objetivo”.
No obstante, la genética del virus tampoco explicaría por sí sola la rápida expansión de la viruela del mono entre humanos en el presente brote. El director del Laboratorio de Neurovirología de la UAM José Antonio López Guerrrero ‘JAL’ señalaba hace algunas semanas a Newtral.es que, a diferencia del coronavirus, que aproximadamente muta una vez cada vez que se replica, en el Monkeypox (más grande y complejo) puede tener una tasa de “una mutación por cada 100.000 nucleótidos incorporados al año”.
A su modo de ver “tiene, en general, una gran estabilidad, como todos los virus de ADN”. Ahora han visto 50 cambios, aunque no sabemos en cuánto tiempo se han estado acumulando estos cambios. “Los virus existen mutando y adaptándose. Se han caracterizado medio centenar de mutaciones, frente a las miles de un coronavirus. Esto es relativamente poco y, gracias a ello, las vacunas (de la viruela humana) siguen funcionando”.
Primeras pistas genéticas reveladas en España
Una investigación del Instituto de Salud Carlos III publicó un primer borrador del genoma completo del Monkeypox de 2022. Los resultados señalaron que las muestras secuenciadas parecen pertenecer al mismo brote detectado en otros países europeos. Esto se confirma con el estudio portugués. También vieron que el virus de la viruela del mono en España es del clado de África Occidental. Es el de menor virulencia entre los conocidos y el que se ha identificado por el momento en la mayoría de los países fuera de África implicados en este brote.
A priori no habían detectado grandes cambios respecto a las secuencias conocidas del Monkeypox africano o de brotes internacionales. Pero quedaban por hacer análisis comparativos exhaustivos. El del Instituto Nacional de Salud de Portugal viene a aportar una pista más en esta investigación en busca del origen y evolución de la viruela del mono en humanos.
“Los genomas secuenciados del brote en curso presentan unas diez veces más que los esperados teniendo en cuenta el tipo de virus del que hablamos“. Precisa desde Francia el investigador Ignacio Bravo (CNRS). A él le llama la atención cómo se está reconfigurando la sopa de letras genética que compone el ADN del Monkeypox. “Estos cambios van preferencialmente en una dirección, en la de convertir la C en T (utilizando las letras que se usan habitualmente en genética)”.
Según apunta en SMC España, este tipo de cambio está inducido por contagio en humanos. Lo cual cuadra con la idea de que ha ido evolucionando según se ha ido contagiando entre personas, no en el reservorio típico animal.
Justamente, los autores de Portugal sugieren que estos cambios genéticos parecen estar vinculados a adaptaciones al nuevo huésped. Una nueva rama que puede representar una evolución acelerada en curso. La idea es que este virus saltó a los humanos en 2019 en Nigeria. Se ha estado transmitiendo de manera ininterrumpida entre humanos desde entonces. Ha sufrido presiones de mutación (de C a T) y se ha ido adaptando a las estrategias que usa nuestro organismo para deshacerse de él.
“En el estudio se emplean la mayoría de las técnicas y metodologías que se han usado en el coronavirus SARS-CoV-2, adaptándolas a las características concretas del Monkeypox, como es su mayor tamaño (casi 10 veces más que el del SARS-CoV-2) y la naturaleza del material hereditario (ADN en vez de ARN). Esto implica una menor tasa de mutación pero que, al tratarse de un genoma mayor, permite analizar cadenas de transmisión con gran fiabilidad”, concluye González Candelas.