Cada verano miles de niños y niñas en España comienzan sus vacaciones. Pero para muchos de ellos, los de las familias más vulnerables y con menos recursos, terminar el colegio significa dejar de tener, al menos, una comida nutritiva al día: hablamos de fruta, verdura, productos lácteos, pescado o carne.
“Es una de las caras más amargas de un grave problema que tenemos en nuestro país: la pobreza infantil”, explica Crista Junquera, responsable de Incidencia Política de UNICEF en España.
Uno de cada 3 niños en España está en riesgo de pobreza y exclusión social, según Eurostat. Somos uno de los países de la Unión Europea con la cifra más alta.
“Podríamos hablar de dos causas”, relata Junquera. “La primera es el desempleo y la segunda es una baja inversión. Y además, una inversión que no es eficaz y no está bien focalizada a atender a las familias más vulnerables”, insiste.
Desde que terminó la anterior crisis económica, se ha ido disminuyendo la cifra de hogares, de familias, en riesgo de exclusión en España pero de forma lenta.
El Banco de España, en un estudio publicado en marzo de este año, explicaba que esta mejoría aún no ha permitido volver a los niveles precrisis. Y después de la crisis generada por la COVID-19, obviamente va a ser mucho más difícil.
En España, según UNICEF, 2 de cada 3 menores de 2 años están mal alimentados y un 35% de los niños de 8 a 16 años tiene exceso de peso debido a causas como la ingesta de una dieta inadecuada.
Como asegura Mila Benito, directora de comunicación y marketing de la Fundación Banco de Alimentos de Madrid, “siempre es una preocupación el tema de los niños y, especialmente, los niños lactantes porque son todavía más delicados”.
Benito admite también que “cada verano, con el cierre de los colegios” el problema de la alimentación para las familias más vulnerables y con hijos a su cargo “es más grave”. Por eso, asegura que les suministran alimentos a los campamentos infantiles de las ONG porque “influyen” muy positivamente para solucionar este problema.
Asegurar, al menos, una comida nutritiva al día
Alejandro tiene 8 años y resume así su estancia en uno de estos campamentos que organiza Save The Children: “Me gusta venir porque hago refuerzo y porque me gusta jugar”.
En estos campamentos los niños y niñas juegan, se lo pasan bien pero también comen de forma saludable, con alimentos que en sus casas no pueden permitirse diariamente, “Tenemos que asegurar, al menos, una comida diaria para estos niños y niñas”, resume Rodrigo Hernández, director de Save The Children en la Comunitat Valenciana.
La ONG ha reforzado este año los programas de verano para proporcionar alimentación porque la COVID-19 ha golpeado con dureza a los más vulnerables. Más de 1.700 niños y niñas en toda España participan en ellos.
Además, también es sumamente importante el ámbito académico. Ante el cierre de los colegios durante meses por la pandemia, estos campamentos buscan también romper con la desconexión que el alumnado más desfavorecido ha podido tener en el final de curso.
Eli Azkorra es monitora de Save The Children en Barakaldo (Vizcaya) e insiste en la importancia de las “clases de refuerzo” que se dan en los campamentos porque, sobre todo este año, “los colegios han estado cerrados durante meses” con el riesgo que eso conlleva en términos de “abandono escolar para el curso que viene”.
Lo mismo piensa Andone González, madre de Uxue (10 años) que participa en el campamento de la localidad: “Esto va a ser beneficioso para ella a partir de septiembre porque se están repasando cosas dadas en el curso, se está trabajando todo”.