La vida de los ciudadanos ucranianos que conviven con la amenaza de las bombas de la invasión, los que se han visto obligados a huir de sus casas, los que se refugian en otros países… el día a día de su situación permite humanizar las cifras, los discursos o los anuncios de una guerra que cumple este viernes un año.
Lo hacen sobre el terreno, desde las nuevas ciudades que habitan, muchas veces sin calefacción, sufriendo cortes de luz y agua, al ritmo de las alarmas antiaéreas que suenan regularmente en todo el país y que, a fuerza de costumbre, no alteran el transcurso de la vida.
Un año después de la invasión de Ucrania por parte de las fuerzas rusas, las últimas cifras de la guerra son demoledoras. El conflicto ha obligado a más de ocho millones de personas a salir de Ucrania y refugiarse en otros países de Europa, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
De todos ellos, hay casi cinco millones con protección temporal o un estatus similar en el lugar de acogida (168.131 de ellos en España). Además, hay más de cinco millones de ucranianos desplazados internos, es decir, dentro de Ucrania, según la estimación de la Organización Internacional para la Migraciones (OIM).
En el año transcurrido desde febrero de 2022, cuando comenzó la guerra en Ucrania, la ONU calcula que el conflicto ha provocado 18.955 víctimas civiles: 7.199 muertos y 11.756 heridos. Es probable que las cifras reales sean mucho más elevadas. Además, según el último informe de la ONG Save the Children, al menos 17,7 millones de personas, entre ellas 4,1 millones de niños, necesitan ayuda humanitaria: alrededor del 45% de la población ucraniana anterior al 24 de febrero.
La vida de los ucranianos tras un año de invasión: Sobrevivir a una guerra en pleno invierno sin calefacción
Para la población ucraniana y su vida, la invasión comenzó de forma inesperada. Nadie sabía entonces qué iba a pasar, los ataques eran indiscriminados, las alarmas sonaban en todo el país, todo el mundo tenía miedo, fue una huída como no se recordaba. Así lo explican a Newtral.es personas que estaban entonces en el terreno, que han vuelto en varias ocasiones y que, hoy en día, continúan allí.
“Lo que ha pasado ha desbordado todas las previsiones”, reflexiona Carmen de Barreda, responsable de la campaña de Cáritas en Ucrania, en conversación con Newtral.es. “Al principio el movimiento de personas fue brutal, tanto dentro del mismo país como fuera. Durante el verano, el conflicto se estabilizó [aunque continuaba activo en la zona del Donbás, al este de Ucrania] y en octubre volvió la pesadilla”, añade.
Hacia finales de 2022, Rusia intensificó los ataques contra las infraestructuras críticas energéticas, lo que obligó a millones de personas de todo el país a soportar el invierno con racionamientos de electricidad y agua. Save the Children recoge testimonios de familias que derretían nieve y recogían agua de los charcos, o que hacían cola durante horas para recibir productos básicos como pan y agua potable.
“Los ataques del 10 de octubre contra la red energética de Ucrania fueron horribles en términos de infraestructura pero emocionalmente fueron la puntilla”, dice De Barreda que ha estado en Ucrania en varios momentos durante el conflicto. “Cuando parecía que la guerra se concentraba en una zona del país y la vida en otras ciudades volvía a una especie de normalidad, aunque ficticia, Rusia atacó con fuerza”.
La vida de los ucranianos con cortes de luz y agua, falta de trabajo y alarmas antiaéreas: la fase actual de la invasión
“Normalidad ficticia”. Así define también Jesús Feliciano, jefe de la delegación de Cruz Roja en Ucrania, la situación actual tras la línea del frente en conversación con Newtral.es. Tras un año de conflicto, “todo el mundo está afectado por la guerra”: tienen a algún familiar en el ejército, o están repartidos en países de Europa, o viviendo en otra ciudad, han perdido el trabajo, o no pueden ir al colegio. “Es imposible mantenerse al margen”.
Además, ya han asumido algunos detalles intrínsecos de la guerra, como las alarmas antiaéreas que suenan regularmente “pero que no impiden a la gente seguir con sus quehaceres”. Cuando el ejército detecta peligro de bombardeos, avisa a las autoridades locales que activan los altavoces de la ciudad. Además los ciudadanos reciben una alerta en sus teléfonos que les indica la gravedad del ataque y les pide que se dirijan al refugio más cercano. Feliciano y De Barreda aseguran que la población del país ha integrado las alertas y las sirenas a su forma de vida.
Y no solo es el frío, la falta de luz o de agua. La guerra también afecta a la economía de Ucrania. “El conflicto tiene un efecto destructivo en la economía del país, no hay fábricas, no hay producción en las zonas agrarias, no hay trabajo”, comenta Feliciano. Andrés Conde, director de Save the Children que atiende a Newtral.es tras llegar de Ucrania, coincide con Feliciano cuando explica que la guerra ha provocado la pérdida de medios de vida de la familia. “Se han perdido puestos de trabajo, los ingresos son muy bajos, la pobreza es un factor de estrés muy acuciante entre la población”, indica.
Los ancianos que continúan en zonas de conflicto
Las personas sobre el terreno entrevistadas para este reportaje advierten de que muchos ancianos no se han movido de sus hogares a pesar de estar en primera línea de batalla, “incluso cuando las autoridades les han dado orden de evacuar”, asegura Feliciano. “Son personas que ya huyeron por la primera guerra del 2014 y no quieren volver a marcharse”, cuenta. “Son muy vulnerables, personas dependientes y con enfermedades crónicas”.
Járkov, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia, Dnipro… A lo largo de la línea del frente al este de Ucrania, los ataques son más frecuentes que en el resto del país. Pero los ancianos no se quieren ir. Es su casa. Su pueblo. Su vida. “Donde el frente es más crudo, más severo, quedan los ancianos, que no han querido salir de su hogar”, ratifica Conde. Además, para las organizaciones y para el propio Gobierno ucraniano es muy difícil y costoso intervenir para evacuarles o facilitarles medicinas para mejorarles la vida tras la invasión. “Las zonas donde pasan la vida están muy expuestas a las bombas”, apunta el responsable de Cruz Roja.
Precisamente, Amnistía Internacional, que recogió la problemática de las personas mayores en Ucrania en un informe, documenta cómo los ancianos se quedan a menudo en zonas afectadas por el conflicto, lo que las expone a condiciones de vida peligrosas en viviendas dañadas por las bombas. “Gran parte de las que huyen no pueden pagar un alquiler, y miles han tenido que quedarse en instituciones estatales desbordadas que no tienen personal suficiente para proporcionar el nivel de cuidados necesario”, indica la organización.
La tragedia de los menores en la zona de guerra
Los más afectados por el conflicto en Ucrania son los menos responsables: los niños del país. Según las estimaciones de Save the Children, más de cuatro niños al día mueren o resultan heridos.
La rutina y la vida de los menores ucranianos que habitan el corazón del conflicto no es fácil tras la invasión. Los combates han obligado a cerrar las escuelas en todo el país, dejando como única opción la educación online. Sin embargo, menos del 30% de los niños tienen acceso a un dispositivo electrónico en Ucrania y los frecuentes cortes de electricidad suponen un desafío constante para poder utilizarlos. Según los últimos datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de cinco millones de niños han visto interrumpida su educación en 11 meses de guerra.
La invasión también está teniendo un impacto devastador en la salud mental y el bienestar de los niños. Unicef calcula que 1,5 millones de niños corren el riesgo de sufrir depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático y otros problemas de salud mental, con posibles efectos e implicaciones a largo plazo. Además de la falta de educación, los menores en Ucrania son testigos de la violencia, la separación de la familia y sus amistades. Y de la amenaza constante de ataques aéreos. Los datos que recoge Save the Children concluyen que los niños ucranianos han pasado unas 920 horas escondidos en búnkeres bajo tierra.
“La educación está bajo ataque en Ucrania”, indica el director de Save the Children. Los datos que comparte Conde con Newtral.es señalan que 2.600 escuelas han sufrido bombardeos, casi el 20% del total. “Y las que siguen en pie han sido utilizadas como instalaciones militares por los ejércitos de ambos bandos, por lo que son peligrosas por los restos de armas”. Además, tampoco quedan profesores: 22.000 educadores, según los datos de la ONG, han salido del país o se han trasladado a otras ciudades dentro de Ucrania.
“El trabajo que estamos haciendo organizaciones como la nuestra no tiene precedentes: estamos actuando como los militares, construyendo búnkeres bajo las escuelas”. Como explica Conde, y confirman otras personas sobre el terreno “en un solo día los niños pueden bajar hasta cuatro veces a refugiarse”. Aunque son lugares preparados para pasar largas horas e, incluso, poder dar clase, estos refugios son lugares “lúgubres”, fríos, húmedos y poco salubres. “Los niños bajan abrigados pero igualmente se les echan mantas encima y los profesores intentan dar clases de gimnasia para que entren en calor”. Según Conde, hay pocos llantos y pocas quejas. Los niños también se han acostumbrado a la guerra.
El drama de los refugiados en Polonia
La crisis de refugiados que ha provocado la invasión de las tropas de Putin en Ucrania es la más importante desde la Segunda Guerra Mundial. En total, más de siete millones de personas han cruzado la frontera, sobre todo hacia Rusia y Polonia (2,8 millones y 1,5 millones respectivamente, según Acnur), al ser países limítrofes con Ucrania. En concreto, Polonia se encuentra a apenas 70 kilómetros de Lviv, la ciudad ucraniana desde donde salieron miles de refugiados ucranianos cuando estalló el conflicto.
“Nadie se imaginaba la magnitud ni la intensidad que iba a tener la guerra y, al principio, se produjeron desplazamientos masivos en muy poco tiempo, personas que escapaban con la idea de volver pronto”, asegura Feliciano. “Durante los tres primeros meses de la invasión, un tercio de la población ucraniana se desplazó, bien cruzando la frontera, bien de manera interna dentro del país”, añade.
Tarik Argaz, el portavoz de Acnur en Polonia, relata a Newtral.es el drama de los refugiados, que se cronifica tras un año de guerra con miles de personas al mes que siguen cruzando a Polonia. El portavoz de Acnur habla de la vida los desplazados ucranianos internos a los que la invasión rusa ha obligado a dejar sus hogares, las mujeres que prácticamente con lo puesto salieron de sus casas arrastrando a sus hijos y unas pocas pertenencias para tratar de salir del país. También destaca la ola de solidaridad que recorrió Europa y que llegó hasta Polonia convertida en ayuda, en gente dispuesta a llevarse a casa a quien necesitara. Apenas hay hombres, se quedaron atrás para seguir luchando.
De los refugiados que abandonaron Ucrania al principio de la invasión rusa, algunos regresan pasado un año (más 5,5 millones, según la OIM), pero otros siguen fuera de sus hogares con la vida completamente rota. Hay otros que sin salir de Ucrania no han podido volver a su casa, son refugiados dentro de su propio país. “Muchos de los que vuelven lo hacen solo para comprobar cómo está su casa, visitar a familiares que no han salido, buscar documentos que necesitan para temas administrativos, luego regresan de nuevo a Polonia”, relata Argaz. “Otros intentan rehacer su vida, pero la falta de trabajo les obliga a volver al país de acogida”, añade.
- Tarik Argaz, el portavoz de Acnur en Polonia
- Unicef
- Save the Children
- Amnistía Internacional
- Jesús Feliciano, jefe de la delegación de Cruz Roja en Ucrania
- Carmen de Barreda, responsable de la campaña de Cáritas en Ucrania
- Organización Internacional para la Migraciones
- Andrés Conde, director de Save the Children
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