Las bombas de racimo hirieron o provocaron la muerte de, al menos, 1.172 personas en el mundo en 2022, el 95% de ellos civiles, según el informe anual de la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC). El número de víctimas por bombas de racimo en 2022 fue casi ocho veces superior al de 2021, cuando hubo 149 heridos o fallecidos, y supone la cifra más alta que se cuantifica desde el inicio de la serie histórica en 2010.
Ocho de cada 10 de las víctimas por bombas de racimo en 2022 se encontraban en Ucrania, donde se registraron 916 heridos y fallecidos. En Yemen y Siria se dieron el 8,1% y el 7,7% de las víctimas, respectivamente. "Rusia ha usado repetidamente bombas de racimo en Ucrania desde su invasión de febrero de 2022, mientras que Ucrania también ha recurrido a ellas en menor cantidad", asegura la Coalición contra las Bombas de Racimo, que lidera la campaña para aumentar el número de firmantes de la Convención de Oslo, suscrita por 124 Estados y que prohíbe este armamento.
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