Ómicron ha sido el último revés de una pandemia pegajosa. Una variante más molesta que letal en un (primer) mundo ampliamente vacunado. Su enorme contagiosidad, ligada a su escape de las vacunas e infecciones previas para seguir infectando, ha dejado cifras de récord en buena parte de Europa y Asia. Aquella ómicron detectada en Sudáfrica en noviembre llegó con un apellido: BA.1. Ahora se empieza a hacer hueco su hermana, la BA.2. Una subvariante bautizada como ‘ómicron silenciosa’, que ahora empieza a presentar nuevas mutaciones.
Según el informe de vigilancia epidemiológica del 28 de febrero de Sanidad, BA.2 ha entrado con fuerza en Canarias, de acuerdo con su volumen de muestras secuenciadas, donde más de 3 de cada 10 responden a las caracterísiticas genéticas de esta subvariante. Le siguen País Vasco (21,5%) y Cataluña (16,1%). De media, la proporción de BA.2 detectada o sospechada se ha doblado en una semana.
El porcentaje de BA.2 detectada se ha doblado en la última semana. De media, la subvariante se evidencia en el 12% de las PCR.
Como recordaba en este vídeo la inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles, una variante concreta se detecta a través de la secuenciación genómica. Un procedimiento complejo. Sin embargo, la mayoría de PCR que se comercializan son capaces de evidenciar que estamos ante ómicron y no delta. Eso era válido con la subvariante BA.1. Sin embargo, no ocurre con la BA.2, de ahí lo de ‘silenciosa‘.
“No es que dejen de funcionar las PCR”, precisaba a Newtral.es. Pero resulta menos evidente si no se secuencian muchas muestras. Dinamarca es uno de los países europeos que más lo hacen. Y allí han visto cómo BA.2 se ha extendido rápidamente. No solo allí, también en Filipinas y en la propia Sudáfrica. “Puede tener cierta ventaja adaptativa”, precisa el director del laboratorio de Neurovirología de la UAM José Antonio López-Guerrero ‘JAL’. O sea, está llamada a imponerse.
La cuestión es si esa ventaja se traduce en mayor contagiosidad y, sobre todo, mayor virulencia. O, dicho de otro modo, ¿será capaz de romper las curvas descendientes en los países que estamos superando la ola invernal? Hay voces en un sentido y el contrario.
BA.2, de “ómicron silenciosa igual de leve” a “merecer una nueva letra griega”
Un estudio preliminar de laboratorio de BA.2 sugiere que su rápido reemplazo de BA.1 es probablemente el resultado de que es más transmisible. La mal llamada ‘ómicron silenciosa’ es aproximadamente un 30% más transmisible que la variante original BA.1, según los primeros estudios de Reino Unido y Dinamarca. Está tras uno de cada cinco casos de COVID-19 en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este organismo ha recalcado que BA.2 sigue siendo ómicron (aunque no se pueda considerar precisamente ‘silenciosa’). Como ocurrió con delta plus, no es –por ahora– más que un sublinaje de tantos. Con el tiempo, unos se van imponiendo a otros de forma natural. Sin embargo, la OMS reconoce que BA.2 presenta importantes cambios en “la proteína de la espícula (S) y otras (ORF3s). Los estudios han demostrado que BA.2 tiene una ventaja de crecimiento sobre BA.1 (…), parece inherentemente más transmisible que BA.1”.
En España, BA.2 también se abre paso entre las muestras secuenciadas, especialmente desde el arranque de febrero.
Para el experto en genómica Iñaki Comas (IBV-CSIC) “de momento no hay datos que nos hagan presumir que el impacto de BA.2 vaya a ser tan alto como el que tuvo BA.1”. Ninguna variante irrumpió antes con tanta velocidad como la ómicron original.
“En cualquier caso, debemos estar vigilantes”, advierte Comas. Las últimas secuencias de BA.2 están presentando, además, una nueva mutación añadida, H78Y. ¿Estamos ante una ‘variante’ de la subvariante? “Ni para BA.1 ni para BA.2 sabemos todavía dónde reside su ventaja en transmisión, solo conocemos el efecto de algunas mutaciones”, explica Comas. Algunas podrían seguir sumándose a este particular mosaico mutante que es ómicron.
Eso sí, para el organismo que dirige el doctor Tedros Adhanom, BA.2 no es por el momento una nueva variante, sino que “debe continuar considerándose [la misma] variante de preocupación que debe permanecer clasificada como ómicron”. No hay letra griega nueva a la vista.
No opina lo mismo la profesora Deborah Fuller, viróloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos). “Parece que podríamos estar viendo una nueva letra griega aquí”, señaló tras conocer los resultados de un estudio preliminar del equipo del doctor Kei Sato, de la Universidad de Tokio (Japón).
Su equipo, que fue de los primeros que aportó indicios de que ómicron era más leve que delta, ahora trae malas noticias. Sus experimentos de laboratorio muestran que BA.2 puede tener características capaces de causar enfermedades tan graves como las variantes más antiguas del SARS-CoV-2 en personas sin vacunar. Eso sí, sus datos no se desprenden de un seguimiento de pacientes, sino de modelos en probeta, hámsteres y ratones.
Dinamarca, disparada en casos y muertes de ómicron pero ¿por BA.2?
Los datos del mundo real no parecen correlacionar claramente con ese mal augurio. Las hospitalizaciones continúan disminuyendo en países donde BA.2 se ha asentado, como Sudáfrica y Reino Unido. El contrapunto es Dinamarca, donde BA.2 se ha convertido en la principal causa de infecciones. Este país tiene las muertes tan disparadas como sus contagios. El 81% de su población tiene puestas dos dosis de vacuna y el 62% la de refuerzo. Pero allí ya no hay restricción alguna.
Al igual que la ómicron BA.1, parece escapar en gran medida a la inmunidad creada por las vacunas contra la infección, aunque las vacunas siguen funcionando contra la enfermedad grave. Las reinfecciones con BA.2 tras haber pasado BA.1 son posibles pero anecdóticas, por ahora. O sea, ómicron seguirá siendo ómicron. Para lo malo y lo bueno. Y como explicaba aquí la inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles, “es muy difícil reinfectarse con la misma variante”.
Por otro lado, si miramos datos de Reino Unido, ómicron ha terminado por demostrarse menos mortal que delta. Desde allí, el profesor David Strain (Universidad de Exeter) recalca que “es importante tener en cuenta que la gravedad de la enfermedad difiere en poblaciones bien vacunadas”, incluso aunque no estén recopilados los datos para ómicron BA.2.
En este sentido, la profesora Fuller añade que “el virus importa, pero como posibles anfitriones, nosotros también. Nuestro sistema inmunológico también está evolucionando. Y eso está haciendo retroceder las cosas”, explicó a la CNN. Las vacunas son las que verdaderamente han cambiado el rumbo de la pandemia. Ómicron solo ha torcido una parte del camino.
BA.2 H78Y: una ‘ómicron silenciosa’ que no induce al suicidio celular
Aunque Iñaki Comas recalca que no está claro cuál es la ‘mutación mala’ en ómicron BA.2, algunos investigadores apuntan a un cambio en la zona ORF3A del genoma. Es, en parte, responsable del suicidio celular conocido como apoptosis. Y ahí es donde parece operar la mutación H78Y.
Como explica a Newtral.es el profesor López-Guerrero, de manera natural las células se suicidan cuando algo va mal. Al verse infectadas, pueden desencadenar este mecanismo, dependiendo del patógeno. ¿Hace BA.2 H78Y que las células infectadas se mantengan más tiempo con vida para que el virus pueda tener margen para replicarse más?
“Hay virus rápidos, de ARN, a los que les interesa matar a la célula de manera silenciosa, como el de la polio, que llevo estudiando desde hace décadas –explica ‘JAL’–. Otros, como el herpes, no tienen ese interés porque no podrían prosperar y tienen inhibidores de la apoteosis tempranos, para que tenga tiempo a desarrollar su ciclo”. Pero no está claro que sea el caso del SARS-CoV-2 en su versión BA.2.
En España, alrededor de un 6% de las muestras secuenciadas de ómicron BA.2 portan la mutación H78Y, según datos de outbreak.info.
“Si es verdad esta característica (que no induzca fácilmente al suicidio celular), no tengo muy claro qué le aportaría al virus. Las células al final morirán por necrosis, llamando la atención del sistema inmunitario”. O sea, jugaría al final en contra del virus. Por otro lado, en 2020 se observó que el SARS-CoV-2 induce más torpemente al suicidio celular que el mortífero SARS original. No es descartable que este nuevo rasgo de BA.2 apunte hacia una menor patogenicidad. No hay suicidio porque ‘no es tan malo’. Pero es una mera hipótesis.
De hecho, “no tiene por qué esquivar más la respuesta inmunología por ese mecanismo”, añade el virólogo de la UAM, pero conviene seguir de cerca a este fenómeno y otros. “Por eso la vigilancia genómica es importante para monitorizar esta nueva fase de la pandemia”, concluye por su parte Iñaki Comas. Un nuevo giro en la trama de la pandemia puede estar a la vuelta de una mutación.
Fuentes, informes y estudios de referencia:
- Comparativa sobre capacidad de neutralización de los anticuerpos de BA.1 ante BA.2 en laboratorio, preprint de Dan Barouch y Jingyou Yu.
- Estudio de replicación y patogenicidad de BA.2 en laboratorio, preprint del equipo de Kei Sato.
- Sobre transmisibilidad de BA.2 en el mundo real, este recopilatorio de evidencia de la OMS.
- Sobre capacidad de reinfección de BA.2 sobre personas que pasaron BA.1, este preprint de Morten Rasmussen.
- Estudio sobre las implicaciones de que mute la región ORF3a del genoma en el suicidio celular, este estudio de Yang Qiu & Xi Zhou en Nature.
- Datos de evolución de las variantes, según secuenciaciones en ‘tiempo real’ en España y el mundo, en outbreak.info
- Posicionamiento de la OMS sobre la ómicron BA.2 de 22 de febrero.
- Carta de Perumal A. Desingu y K. Nagarajan en Journal of Medical Virology analizando el impacto de BA.1 y BA.2 en Dinamarca y la hipótesis del suicidio celular relacionado con la mutación en ORF3a.
- José Antonio López-Guerrero, director del Laboratorio de Neurovirología de la UAM.
- Iñaki Comas, biólogo investigador del IBV-CSIC.
- David Strain, profesor de Virología sénior en la Universidad de Exeter (Reino Unido).