Circulan por Facebook y Twitter mensajes de usuarios que afirman que, tras una “explosiva revelación de documentos”, se ha desvelado que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y Pfizer “sabían” que su vacuna contra la COVID-19 “provoca inmunosupresión”. Pero se trata de afirmaciones falsas.
Los mensajes hacen referencia a uno de los documentos de la farmacéutica publicados a raíz de una petición de transparencia de una organización estadounidense a la FDA. En él, se explican los detalles de un ensayo clínico, pero no se examina la vacuna contra la COVID-19 que se administró a la población, sino una candidata que se desechó.
Aun así, según explica a Newtral.es Matilde Cañelles, inmunóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el propio artículo no menciona una inmunosupresión como afirman los mensajes virales, sino “una reacción normal del sistema inmunitario antes estímulos”.
La vacuna del artículo no es la que se administró a la población ni causa inmunosupresión
“El 1 de abril de 2022, la FDA publicó otro lote de 11.000 documentos de Pfizer. Los datos de los ensayos revelan que Pfizer y la FDA ya sabían que la vacuna contra la COVID-19 causaba inmunosupresión”, comparten los usuarios en redes sociales.
El documento al que se refieren los mensajes es un borrador de un artículo de la revista científica Nature, posteriormente publicado en agosto de 2020. Se trata de un ensayo clínico de primera fase de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer y BioNTech. Pero, como aparece en el título del documento, el ensayo no es de la vacuna que se acabó administrando a la población (BNT162b2), sino un candidato que se desechó (BNT162b1). Como informan los propios autores en el documento, la investigación forma parte de un programa “que incluye pruebas clínicas de otras tres candidatas a vacuna”.
Diferencias en el mRNA de las vacunas candidatas
Las principales diferencias entre los candidatos residen en el mRNA que administran. La que se autorizó tiene las instrucciones para fabricar la proteína S completa del virus de la COVID-19 y así iniciar una respuesta inmune para preparar al cuerpo para cuando entre realmente el SARS-CoV-2. Pero en el caso de la candidata que se analiza en el documento, el mRNA solo comprende una parte de la proteína S.
Posteriormente, en diciembre de 2020, el equipo de investigación publicó un artículo en la revista New England Journal of Medicine (NEJM) en el que comparaban la candidata de BNT162b1 y la BNT162b2. Según los resultados, se eligió la vacuna de Pfizer BNT162b2, no la candidata cuya investigación se menciona en los mensajes en redes sociales como la causante de “inmunosupresión”.
“Los datos de seguridad e inmunogenicidad de este ensayo de fase 1 de dos candidatos a vacunas en adultos jóvenes y mayores, sumados a los datos provisionales de seguridad e inmunogenicidad anteriores relativos a BNT162b1 apoyan la selección de BNT162b2 para pasar a una evaluación posterior de seguridad y eficacia”, escriben los autores en el artículo de la NEJM.
La otra vacuna candidata de Pfizer no causaba inmunosupresión
Pero incluso en el artículo de la candidata rechazada tampoco se menciona una supuesta inmunosupresión, como afirman algunos usuarios en redes sociales.
En concreto, los mensajes virales se centran en una afirmación del artículo en la que se notifica un descenso temporal en sangre del número de linfocitos, un tipo de células inmunes, en los participantes que han recibido una mayor dosis de la vacuna. Esto, según explica Cañelles, no es una inmunosupresión.
“Una persona sufre inmunosupresión cuando su cuerpo no puede montar una respuesta inmunitaria, por ejemplo, debido a un tratamiento que inhibe esta respuesta”, pero esto no es lo que ocurre a los participantes del estudio de la candidata a vacuna de Pfizer.
“Los propios autores explican en el artículo que lo que sucede no es que baje el número de linfocitos en general, sino que migran a los órganos y no se detectan si la muestra es de sangre”, añade.Según la inmunóloga, esta migración “es una reacción normal del sistema inmunitario antes estímulos” y no es grave. Además, como se lee en el estudio, la situación es pasajera y a los pocos días los linfocitos vuelven a la sangre.
Una petición de transparencia que no deja de originar bulos
El informe al que aluden los mensajes virales es uno de los miles de documentos inicialmente confidenciales sobre la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer que la FDA ha estado publicando desde noviembre por una petición de información pública de la organización Public Health and Medical Professionals for Transparency.
La petición se ampara bajo la Ley de Libertad de Información estadounidense (FOIA, por sus siglas en inglés). De hecho, la agencia estadounidense está actualmente en un juicio con la organización sobre la publicación de los datos alrededor de la vacuna Pfizer.
El pasado marzo ya se originó otro bulo a partir de uno de estos documentos. En concreto, se trataba de un informe de la monitorización de la vacuna y que los mensajes por redes sociales afirmaban falsamente que enumeraba “cientos de efectos secundarios”. Como verificamos en Newtral.es, el documento forma parte de los informes de seguridad de Pfizer para la Solicitud de Licencia de Productos Biológicos (BLA, por sus siglas en inglés), una licencia que pide la FDA con cualquier medicamento que se quiera comercializar. Así, listaba sospechas de efectos adversos que se notificaron tras la vacunación, pero que no estaba confirmada su causa ni se podían relacionar directamente con la vacuna.