La ensaladilla de cangrejo a veces no tiene ni cangrejo o su proporción es prácticamente residual. Los palitos o surimis así llamados, tampoco tienen nada que ver con el crustáceo. Es un pintoresco ejemplo de alimento ultraprocesado que a veces acompañamos de una bebida no menos ultraprocesada.
Un refresco de naranja pueden llegar a tener la misma cantidad de azúcar añadida o edulcorante que de cítrico. Otro ejemplo de ingesta que suma hidratos de carbono rápidos a nuestra sangre junto a comida envasada, lista para consumir, y cárnicos ultraprocesados a los que también se añaden sal y azúcares, los sospechosos habituales tras el agradable sabor del ultraprocesado.
En 2019, los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos ya advirtieron que por cada aumento de un 5% en las calorías provenientes de ultraprocesados se dispara el riesgo cardiovascular. Pero no todo se cuenta en calorías.
Dos nuevos estudios confirman los riesgos de incorporar de forma habitual a nuestra dieta este tipo de productos, sabrosos y cómodos de consumir. El primero, publicado en el Journal of the American College of Cardiology, destaca que cada pieza diaria de ultraprocesado al día aumenta el riesgo de muerte por fallo cardiovascular un 9%.
El segundo estudio, realizado en España y publicado en Clinical Nutrition, concluyó que un 10% más de consumo de alimentos y bebidas ultraprocesados se asocia con un aumento del 11% en el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Riesgo cardiovascular: Los ultraprocesados te parten el corazón
En sentido general, un procesado es aquel alimento que se fabrica con más de dos o tres ingredientes. No quiere decir que un sea necesariamente malo. En su definición, la Universidad de Harvard, precisa que el problema viene cuando se empieza a agregar “azúcar, sal, grasa y colorantes o conservantes artificiales”.
Los alimentos ultraprocesados se elaboran principalmente a partir de sustancias extraídas de los alimentos, como almidones, azúcares añadidos y grasas hidrogenadas. Desde la mayoría de pizzas congeladas, a un paquete de galletas, pasando por panes de molde o salsas. El sistema NOVA los ordena y categoriza, al margen del semáforo Nutriscore.
El consumo de alimentos y bebidas ultraprocesados supone entre el 25% y el 50% de la ingesta energética total de las dietas de Europa. Se dispara hasta el 58% en EE.UU.
Cada ración diaria (entendida en cómo se suele comer –media pizza, cuatro galletas, etc. por ejemplo) de alimento ultraprocesado se asoció con un aumento del 7% en el riesgo de enfermedad cardiovascular. En paralelo, un aumento del 9% en el riesgo de ataque al corazón, en concreto. La mortalidad crece en esa misma cifra por problemas circulatorios o coronarios.

“Una dieta deficiente es un factor de riesgo modificable importante para las enfermedades cardíacas, representa un objetivo crítico en los esfuerzos de prevención», señala Filippa Juul, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Nueva York y autora principal del estudio.
Una parte de los consumidores de ultraprocesados creían comer ‘sano’ o ‘casero’.
El equipo también vio que la ingesta de pan ultraprocesado se asoció con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, mientras que la ingesta de carne ultraprocesada (salchichas, algunos embutidos, etc.) y de refrescos bajos en calorías se asoció con un mayor riesgo de cardiovasculares en general. El problema aquí: los encuestados creían que comían “sano” o “casero”.
“Nuestros hallazgos se suman a la creciente evidencia que sugiere los beneficios cardiovasculares de limitar los alimentos ultraprocesados. Son ubicuos e incluyen muchos alimentos que se comercializan como saludables, como barras de proteínas, cereales para el desayuno y la mayoría de los panes producidos industrialmente”.
Más cánceres de tres tipos con los ultraprocesados
En cuanto a su relación con el cáncer, hay pocos estudios y no son del todo concluyentes, explican desde el Instituto de Salud Global (ISGlobal). Un trabajo francés asoció el consumo de alimentos ultraprocesados con mayor riesgo de cáncer. Otra investigación en Canadá halló más riesgo de desarrollar cáncer de próstata al ingerir más alimentos procesados, pero no ultraprocesados.
Ahora se suma un trabajo con 7.843 pacientes adultos con cáncer colorrectal, mama o próstata, y otra parte sanos. En el marco del proyecto MCC-Spain, se evaluó su ingesta dietética mediante un cuestionario de consumo de alimentos y bebidas durante un año.

La investigación, publicada en la revista Clinical Nutrition, concluyó que un 10% más de ingesta de estos alimentos y bebidas ultraprocesados aumenta un 11% el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Dora Romaguera, primera autora del estudio e investigadora de ISGlobal, IdISBa y del CIBEROBN, explica que esta relación puede explicarse, en parte, por la baja ingesta de fibra, frutas y verduras, conocidos factores protectores contra el cáncer colorrectal. O sea, a más cosumo de ultraprocesado puede que se coma menos comida sana.
A más ultraprocesados, menos comida sana
Los resultados del estudio mostraron que las personas que padecían cáncer de mama y colorrectal –no de próstata– tenían dietas menos saludables, en comparación con las personas sin cáncer.
“Esto lo hallamos en términos de la ingesta de energía, fibra, densidad energética y ácidos grasos saturados”, añade Sílvia Fernández, investigadora de ISGlobal que comparte la primera autoría del estudio.

No obstante las autoras creen que no sólo es que quien come ultraprocesados come menos productos sanos: “también está el contenido en aditivos y otras sustancias con potencial carcinogénico de este tipo de alimentos”.
Cuando los alimentos se procesan, pueden eliminar los nutrientes beneficiosos o la fibra, al tiempo que agregan sustancias que mejoran textura y sabor, con beneficio nulo. El procesamiento también cambia la estructura física de los alimentos.
El consumo de alimentos ultraprocesados está relacionado con sobrepeso y obesidad, hipertensión arterial, síndrome metabólico y diabetes tipo 2. Incluso, se asocia con actividad inflamatoria y dolor muscular.
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