La pandemia de COVID-19 descuida el control de la tuberculosis

Representación artística de la tuberculosis pulmonar
Representación artística de la tuberculosis pulmonar
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“La pandemia antes de la pandemia”. Así se refiere a la tuberculosis el profesor Carlos Martín Montañés, quien lleva décadas detrás de conseguir la primera vacuna contra la forma pulmonar de esta enfermedad, que mata a más de un millón de personas cada año.

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La tuberculosis, que celebra este 24 de marzo su Día Mundial, es una de las primeras causas de muerte de tipo infeccioso, señalan desde la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Sólo hay una vacuna, muy eficaz, contra las formas no respiratorias de una dolencia que, eso sí, a diferencia de la COVID-19, cuenta con tratamiento para matar a la bacteria.

El problema es que no llega a todo el mundo. La crisis del coronavirus ha supuesto un problema añadido a esta otra epidemia de tuberculosis silenciosa. Con 28.000 infecciones diarias en el planeta, se siguen contando casi 5.000 casos anuales en España.

Un 24 de marzo de 1882, el médico Robert Koch presentaba el bacilo Mycobacterium tuberculosis. Conocido el patógeno se pudo empezar a trabajar en la solución. 

El impacto del coronavirus ha desbordado a los servicios de vigilancia epidemiológica encargados del seguimiento de esta enfermedad, así como de otras de declaración obligatoria.

Desde la SEE explican que “la implementación del Plan para la Prevención y el Control de la Tuberculosis en España, cuyo objetivo es avanzar en la coordinación con las comunidades autónomas para aumentar la búsqueda activa de casos e infectados, también se ha visto afectada”.

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El control de la tuberculosis en España: la mayor incidencia tras Portugal

El lema propuesto por la OMS este año es El tiempo corre. La idea es que el mundo se está quedando sin tiempo para cumplir con los compromisos pactados para poner fin a la tuberculosis.

En las personas cuyo sistema inmunitario es débil, especialmente las que tienen la infección por el VIH, el riesgo de enfermar de tuberculosis es mucho más alto que para las personas con el sistema inmunitario normal.

Se calcula que desde el año 2000, los esfuerzos mundiales por combatir esta infección han salvado unas 63 millones de vidas. No obstante, la pandemia de COVID-19 ha puesto en riesgo el progreso de la estrategia de la OMS para la erradicación.

Según datos de 2018, con 9,4 casos por cada 100.000 habitantes, España registraba la segunda mayor incidencia de Europa Occidental, por detrás de Portugal.

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La tasa de enfermos por cada 100.000 habitantes fue de 8,9 en Francia; 8 en Reino Unido y 7 en Italia. Los de 2018 son los datos más recientes, ya que todavía no se dispone de los de 2019 debido a que los sistemas de vigilancia epidemiológica han tenido que centrar todos sus esfuerzos en analizar y combatir la COVID-19. 

El profesor Montañés recuerda que “en España tuvimos una cepa bovis con más de 100 muertos. Descubrimos que había un gen que se había activado en esa bacteria”. Recuerda la importancia de vigilar la evolución de los contagios, ya que se pueden generar resistencias bacterianas a los tratamientos.

Aunque hay tratamiento, se pueden generar resistencias bacterianas, como las que se han observado en la Europa oriental, con más prevalencia.

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Todavía hoy vemos prevalencias altas en la Europa oriental. “Vienen de cuando cayó el telón de acero. El tratamiento entonces no se daba de forma prolongada y eso generaba resistencias, sobre todo se vio en cárceles”.

La Fundación de la Unitat d’Investigació en Tuberculosi de Barcelona (fuiTB) y la SEE destacan las claves para el control de esta enfermedad: el diagnóstico precoz, el cumplimiento del tratamiento, el estudio de contactos y el cribado de poblaciones de riesgo. Protocolos que hemos interiorizado con la COVID-19, pero que se han dejado de lado con otras enfermedades.

Quien presente síntomas de tos o expectoración durante más de 15 días debe consultar con su médico, explican. Además, animan a los pacientes a cumplir con el tratamiento completo para evitar la aparición de recaídas y de resistencias a los fármacos.

Por último, a sus contactos se les recomienda que se sometan a una revisión para descartar infección tuberculosa latente y porque así puedan beneficiarse en ambos casos de un diagnóstico y un tratamiento precoz.