Un 35% de los trenes de la red de Cercanías no está adaptado para personas con movilidad reducida

trenes cercanias movilidad reducida
Fotos: Shutterstock | Montaje: Newtral
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La accesibilidad de las estaciones en la red de Cercanías no es el único obstáculo que se encuentran las personas con movilidad reducida cuando utilizan este transporte urbano. Porque ¿de qué sirve una estación accesible si los trenes que pasan por ella no lo son? 

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Como explica a Newtral el asesor de movilidad inclusiva en el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), Daniel Domínguez, uno de los verdaderos problemas de Cercanías se encuentra en los trenes

Según el asesor del CERMI, “aunque el avance de Cercanías es lento, se ha progresado un poco en la accesibilidad de las estaciones, pero no tanto en el material”.

Las cifras remitidas por Renfe dan cuenta de ello. En 2024, un tercio de los vehículos que circulaban por las redes de Cercanías no eran accesibles. Domínguez sitúa en el elevado coste del material rodante una de las principales causas por las que Renfe no actualiza estos trenes. Además, al desembolso hay que sumarle los largos plazos que pasan desde que se planea la adquisición de un nuevo vehículo hasta que finalmente entra en circulación.

Ante las consultas de Newtral, Renfe ha informado de que “en los próximos meses comenzarán a recibirse los nuevos trenes completamente accesibles de gran capacidad para Cercanías y Media Distancia”. Pero confirman la lentitud de los plazos. 

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El proceso para poner en marcha esta nueva flota comenzó en 2019, y el contrato se adjudicó en 2021. Cuatro años después, continúan las pruebas de seguridad, y su entrada en circulación será progresiva, entre 2026 y 2030. Es decir, en total van a pasar 11 años desde que se planeó la adquisición de nuevos vehículos para la mejora de accesibilidad hasta que culmine su integración en la red.

Esta situación supone un incumplimiento de la normativa sobre adaptabilidad que entró en vigor en 2007 con el Real Decreto 1544/2007

Al igual que con las estaciones, como contamos aquí, se estableció un plazo de adaptación de los vehículos de 13 años, hasta el 2020, que de nuevo se ha incumplido. A pesar de ello, desde la empresa pública se muestran optimistas, e indican que “la compañía está realizando el mayor esfuerzo inversor de las últimas décadas para modernizar y ampliar su flota de trenes, con una inversión de en torno a 5.235 millones de euros”.

Todas estas cuestiones terminan afectando al día a día de miles de personas. “Una estación es el ambiente más hostil para una persona con discapacidad”, señala Domínguez. No solo por la falta de información o de adaptación de las instalaciones y los vehículos. También por el comportamiento de algunos usuarios del transporte público. 

Domínguez habla incluso de “sentir miedo” durante las horas punta, cuando el resto de viajeros van con tanta prisa y agobios que ni llegan a fijarse en que hay una persona en el tren que va en silla de ruedas. Esto se traduce en empujones que pueden desestabilizarles de sus sillas, o apelotonamientos en las puertas que impiden salir a las personas con movilidad reducida, al necesitar más tiempo para descender del vehículo. Como consecuencia, bajarse del vehículo a determinadas horas resulta una tarea imposible, ya que “no existe un botón que me permita indicar al conductor que estoy en el tren y quiero bajar”. 

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“Cercanías en un servicio público, no puede excluir a las personas con movilidad reducida”, explica. 

Fuentes
  • Daniel Domínguez, asesor de movilidad inclusiva en CERMI
  • BOE
  • Renfe

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