Tras más de 15 años de negociaciones, el pasado 5 de marzo se aprobó en Nueva York el Tratado Global de los Océanos por las delegaciones de los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En el texto se acuerda crear áreas de protección para la biodiversidad de al menos el 30% de las aguas que se encuentran fuera de la jurisdicción nacional, que hasta ahora no se encontraban bajo ninguna normativa, y estaban expuestas a la sobreexplotación y la degradación. Los expertos califican este acuerdo como “histórico”.
“Para hacernos una idea de la importancia, basta decir que estas áreas ocupan el 40% de la superficie del planeta y el 64% del océano. Hasta ahora, estas áreas no estaban sujetas a ninguna regulación, por lo que cualquier país podía hacer lo que quisiera”, afirma en declaraciones a Science Media Centre España Ángel Borja, investigador principal en el área de Gestión Ambiental de Mares y Costas del centro tecnológico AZTI.
Aprobado el Tratado Global de los Océanos
Así, el acuerdo pone la normativa a los objetivos que se marcaron en la Cumbre de Biodiversidad celebrada el pasado diciembre en Montreal, Canadá, donde los países miembros se comprometieron a proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina para 2030.
Según afirma a Newtral.es Celia Ojeda, responsable del área de biodiversidad de Greenpeace, “la creación de estas áreas protegidas en aguas internacionales implica que no habrá actividades antrópicas, es decir, en las que el ser humano modifica la naturaleza”.
Además, apunta Ojeda, es relevante que se haya conseguido un reparto de la financiación. “Muchas de las áreas protegidas estarán en países de África y América Latina, que tienen más dificultades para costear la vigilancia que implica esta protección. Afortunadamente, con este acuerdo los países del norte global se han comprometido a financiar gran parte”, subraya.
Óscar Esparza, especialista en áreas marinas protegidas de WWF España, señala a Newtral.es que el Tratado de los Océanos aprobado también implementará medidas para el seguimiento de esta protección. “Se establecerá un Órgano Científico y Técnico para evaluar las propuestas y planes de gestión de las áreas marinas protegidas, un Comité de Aplicación y Cumplimiento para reforzar la cooperación y un mecanismo de resolución de disputas para permitir a los Estados tomar medidas contra los incumplimientos”.
Ojeda subraya que “queda ver donde se establecen estas áreas” e insiste que solo se protege el 30%. “La idea es que estas áreas vayan aumentando. Aun así, este tratado representa un paso muy grande”, añade.
Regulados los recursos genéticos en aguas internacionales, de gran interés económico
Otro de los grandes logros del Tratado de los Océanos aprobado por la ONU ha sido la regulación de la explotación de los recursos genéticos presentes en aguas internacionales. Como explica Esparza, los recursos genéticos marinos “son todos los componentes de la biodiversidad marina que contienen información genética y pueden ser utilizados con fines científicos, comerciales o de otra índole”.
Estos recursos incluyen microorganismos, plantas y animales marinos que, según Ojeda, son muy desconocidos por la dificultad que implica llegar hasta las aguas profundas y estudiarlos. “Por eso, hay una alta probabilidad de que con los recursos genéticos que se encuentren allí puedan desarrollarse nuevos medicamentos, productos alimenticios y cosméticos, por lo que se trata de un gran interés económico”, señala.
Al tratarse de aguas internacionales, ninguna normativa regulaba su explotación. Como expuso una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), esta situación había provocado que solo los países con más recursos puedan hacerse con ellos. Según este informe en 2011, el 90% de las patentes de estos recursos genéticos se concentraban en 10 países, entre los que se encuentran Estados Unidos, Alemania y Japón.
Precisamente este punto fue uno de los grandes escollos de la última reunión, celebrada el pasado agosto. Pero con la aprobación del Tratado de los Océanos, la información genética que se recoja de estas aguas se deberá compartir entre los demás países. “Luego empezará la lucha de poder por desarrollar a partir de estos recursos entre países y empresas, pero al menos ya se comparte la información”, afirma Ojeda.
Carlos M. Duarte, director ejecutivo de la Plataforma Mundial de Aceleración de la I+D en Arrecifes Coralinos, no es tan optimista. “El acuerdo aún es vago en cómo se distribuirán los beneficios económicos derivados de los recursos genéticos del océano. Afirma que se explotará con criterios de equidad, pero no articula un mecanismo para conseguirlo”, afirma en declaraciones a SMC.
El Tratado de los Océanos aprobado por la ONU exigirá evaluaciones de impacto ambiental
Además, como apunta Borja, investigador del IZTI, este Tratado de los Océanos aprobado por la ONU “obligará las evaluaciones de impacto ambiental para actividades como la instalación de energías renovables, explotaciones mineras o instalación de cables submarinos y promueve la transferencias de tecnologías marinas y la cooperación de los países para llegar a conocer nuestros mares”.
“Sigue habiendo aspectos mejorables, por ejemplo, no se no se contempla la pesca en el tratado, no está claro cómo se podrá hacer cumplir algunas resoluciones. Pero es un buen punto de partida” añade.
Aun así, Esparza subraya que “aún queda mucho trabajo por hacer” para que el tratado pueda aplicarse. “Los países tendrán que volver a reunirse para aprobar y ratificar el acuerdo, veremos entonces el alcance de las medidas vinculantes”, recalca.
- Declaraciones a Newtral.es de Celia Ojeda, responsable del área de biodiversidad de Greenpeace
- Declaraciones a Newtral.es de Óscar Esparza, especialista en áreas marinas protegidas de WWF España
- SMC España
- Tratado de los Océanos aprobado por la ONU
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