Las afirmaciones falsas de Teresa Forcades sobre las vacunas contra la COVID-19 y la inmunidad celular

La FDA no apoyó el estudio de la vacuna propuesta por la compañía inglesa Immodulon Pharmaceuticals, que actúa sobre la inmunidad celular
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En una entrevista publicada en Vilaweb, un portal de noticias catalán, la monja Teresa Forcades afirma, entre otras aseveraciones, que las vacunas contra la COVID-19 no producen inmunidad celular y, por tanto, son menos efectivas “contra todas las cepas del virus, la original y las variantes”, algo que sí ocurriría, dice, con vacunas que generan una inmunidad innata. Es falso: las vacunas de la COVID-19 sí generan inmunidad celular y, de momento, son resistentes a la mayoría de las nuevas variantes detectadas. También estimulan la inmunidad innata. Explicamos qué es cada cosa. Forcades, en otro momento de la entrevista, también defiende el clorito de sodio, una sustancia considerada tóxica por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.

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En la entrevista, Forcades afirma: “La FDA no apoyó el estudio de la vacuna propuesta por la compañía inglesa Immodulon Pharmaceuticals, que actúa sobre la inmunidad celular. Esta inmunidad es […] innata, y lo más importante es que no es específica […] lo que significa que es efectiva contra todas las cepas del virus: la cepa original y las variantes. Las vacunas que tenemos son específicas”.

En primer lugar, Forcades afirma que la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) supuestamente no permitió el desarrollo de una vacuna, según ella producida por una empresa conocida como Immodulon Pharmaceuticals —en realidad, es Immodulon Therapeutics—. En la web de rastreo de vacunas de la Universidad McGill, en la que se presentan tanto las vacunas aún en desarrollo como las que han paralizado sus estudios, no aparece la que Forcades menciona. Lo que sí ha impulsado este laboratorio es un inmunomodulador, el IMM-101, que supuestamente protegería a enfermos de cáncer de desarrollar la covid-19 severa, pero aún está siendo probado en ensayos clínicos. La misma empresa ha respondido en un correo automático a Verificat que todos sus ensayos clínicos aparecen en la web del gobierno estadounidense Clinicaltrials.gov. Una búsqueda por el nombre de la empresa en esa web arroja tres resultados, todos ellos relacionados con el IMM-101. 

Inmunidad innata e inmunidad celular

En segundo lugar, Forcades confunde inmunidad innata e inmunidad celular: no es lo mismo. La inmunidad innata es la primera línea de defensa de nuestro sistema inmunitario: la tos, las enzimas en las lágrimas, el moco, la piel y el ácido gástrico. Es una parte del sistema inmune común a todos los seres humanos; el starter pack con el que hacemos frente a las infecciones. En el caso de las vacunas, se puede detectar en “la fiebre o en el malestar general” tras la inoculación, señala a Verificat Gemma Moncunill, doctora en Inmunología y Assistant Research Professor del Instituto de Salud Global (ISGlobal). 

Por su parte, la inmunidad celular forma parte de lo que se conoce como inmunidad adaptativa: una vez se ha activado la inmunidad innata, se crea una alerta para que la inmunidad específica ataque a un agente infeccioso en concreto. Dentro de este tipo de inmunidad se encuentra la generación de los linfocitos B (inmunidad humoral) y los T (inmunidad celular), cuyo papel es distinto: mientras que la activación de los linfocitos B da lugar a la producción de anticuerpos (proteínas que evitan que las células entren en el cuerpo), la generación de linfocitos T atacan a las células ya infectadas, según explica la Asociación Española de Vacunología

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Otro papel que cumple la respuesta inmunológica específica es la de generar memoria inmunológica, esto es, que el cuerpo aprenda a reconocer el antígeno en el futuro y sea capaz de destruirlo automáticamente, según el Departamento de Salud de Estados Unidos

Forcades asegura que la supuesta vacuna que no se está desarrollando generaría una inmunidad innata, pero como hemos explicado, este tipo de protección ya existe en el cuerpo. Las vacunas, al inocular una sustancia extraña al cuerpo, activan las defensas innatas, esos son los efectos secundarios como la fiebre o el malestar general, pero su objetivo es generar inmunidad específica contra una enfermedad concreta. 

«Todas las vacunas van dirigidas a antígenos, a proteínas del virus”, indica a Verificat Moncunill. “Están diseñadas para que generen una respuesta específica contra él. Lo que pasa es que cualquier vacuna genera siempre inicialmente una respuesta innata (fiebre, malestar general, dolor muscular…); de hecho, esta es necesaria para poder generar la respuesta adquirida, o específica, contra el patógeno», concluye. O sea, que por mucho que una vacuna estimule una respuesta inmunológica innata, no quiere decir que haya sido diseñada para tal fin. En el caso de las vacunas contra la COVID-19, la idea es que se produzca una respuesta inmunológica específica contra la proteína S o Spike

Las vacunas de la COVID-19 generan una inmunidad celular específica, en este caso frente a la espícula del SARS-CoV-2, pero los adyuvantes que lleva en su composición (o el propio ARNm en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna) estimulan también la inmunidad innata, que es importante tanto para combatir la infección desde el principio activando el sistema inmune lo más rápido posible, como para procesar y presentar los antígenos a las células B y T, y que estas aprendan a detectarlo cuanto antes.

Finalmente, Forcades insiste en que, al ser vacunas “específicas”, no son igual de eficaces contra las variantes. Esta información todavía se está estudiando: «Sí se ha visto que hay menos reconocimiento de anticuerpos en la variante identificada en Sudáfrica, pero aun así los anticuerpos la reconocen. Podría ser que la eficacia fuera menor, y así lo indica algún ensayo clínico, pero aun así son eficaces, aún protegen», concluye Moncunill.

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En otra parte de la entrevista, Forcades advierte de que al aumentar espacio entre las dosis o solo administrar una, “aumenta la posibilidad de seleccionar variantes más agresivas”. No existen estudios que afirmen o desmientan que inocular una dosis en vez de dos, o espaciar el tiempo entre dosis, permita el desarrollo de variantes más agresivas, según ha explicado a Verificat José Antonio Navarro-Alonso, especialista en Pediatría, experto en vacunación covid-19 y uno de los fundadores de la Asociación Española de Vacunología (AEV). 

Espacio entre dosis y variantes

En otra parte de la entevista, Forcades dice: “Estoy preocupada por el hecho de que quieran aumentar el espacio entre las dosis, o sólo hacer la primera. Lo veo como quien hace el tratamiento del antibiótico a medias: aumenta la posibilidad de seleccionar variantes más agresivas”.

Es falso que retrasar la segunda dosis de la vacuna provoque en el cuerpo una reacción similar que interrumpir la pauta completa de un antibiótico. Las vacunas hasta ahora aprobadas contra el COVID-19 generan inmunidad desde la primera dosis y la segunda sirve como recordatorio. Los antibióticos, en cambio, son tratamientos contra las bacterias e interrumpir la pauta demasiado pronto puede provocar que algunas bacterias sobrevivan y vuelvan a infectar, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

Algunos países han adoptado el modelo de inyectar solo una dosis y alargar más de lo que recomiendan los fabricantes la cita para la segunda dosis. Uno de los primeros fue Reino Unido, una decisión que fue polémica y discutida por la comunidad científica, como explica la revista Nature. Uno de los argumentos en contra fue, precisamente, que se corría el riesgo de que este alargamiento pudiera dar lugar al surgimiento de nuevas variantes. Hasta el British Medical Journal se hizo eco de estas preocupaciones, citando a Paul Bieniasz, virólogo de la Universidad Rockefeller (EE UU), que advertía de que “si quisiera hacer una cepa resistente a las vacunas, lo que haría sería crear una cohorte de individuos parcialmente inmunizados”. 

Sin embargo, el asunto tiene más controversia de lo que parece: “Se trata de una consideración exclusivamente teórica, no confirmada en la vida real”, apunta a Verificat Navarro-Alonso. “En aquellos países con amplios intervalos, como Canadá, Irlanda, Reino Unido, o países escandinavos, no hay un aumento de circulación de variantes respecto a aquellos con intervalos cortos”, concluye. 

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Dióxido de cloro y Bolivia

Por último, Forcades refiere que: “Hablo de clorito de sodio o de dióxido de cloro, y no digo que lo cure todo. Sólo digo que parece ser muy bueno para los procesos inflamatorios y como antivírico […]. Donde sí lo han utilizado es en Bolivia, yo tengo contactos con médicos de allí que dicen que hay mucha mejora”

No es la primera vez que se habla de las supuestas bondades del dióxido de cloro, pero lo cierto es que se ha demostrado, pero como ya ha explicado Newtral.es y Verificat en diversas ocasiones, el dióxido de cloro no cura el coronavirus; al contrario, es peligroso para la salud.

En septiembre de 2020, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) emitió una alerta en la que advertía que “el dióxido de cloro es un oxidante fuerte y su consumo supone un riesgo para la salud y que puede ser grave en algunos pacientes y requerir hospitalización”.

“Su consumo directo puede producir dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, que pueden llevar a deshidratación, fallo renal, anuria, anemia hemolítica y metahemoglobinemia. Sus vapores pueden causar irritación ocular o respiratoria, broncoespasmo o incluso edema pulmonar”, alerta la AEMPS. También el Instituto Nacional de Toxicología advirtió de que se trata de un compuesto nocivo para la salud. 

Asimismo,  la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) remarcó en 2019 que ingerir esta sustancia es como “beber lejía”. 

Este artículo es fruto de la colaboración entre Newtral y Verificat.

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Fuentes
  • Web de rastreo de vacunas de la Universidad McGill
  • Immodulon Therapeutics
  • Clinicaltrials.org (U.S. National Library of Medicine)
  • Gemma Moncunill, doctora en Inmunología y Assistant Research Professor del Instituto de Salud Global (ISGlobal)
  • Sociedad Británica de Inmunología
  • Departamento de Salud de Estados Unidos
  • Agencia Española de Vacunología
  • British Journal of Medicine
  • Revista Nature
  • José Antonio Navarro-Alonso, especialista en Pediatría, experto en vacunación COVID-19 y uno de los fundadores de la Asociación Española de Vacunología (AEV)
  • Instituto Nacional de Toxicología
  • Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios

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