La febril temperatura del Mediterráneo: “Hemos inyectado el equivalente a bombas atómicas y ahora nos las puede devolver”

Ola de calor y récord de temperatura en las aguas del Mediterráneo en 2022 | Copernicus
Ola de calor y récord de temperatura en las aguas del Mediterráneo en 2022 | Copernicus
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El Mediterráneo es un mar tan profundamente herido como paradisíaco. Un Caribe bañando las aguas de Europa y África. La aparentemente idílica imagen se torna en postal de tragedia cuando temporales nunca vistos y olas de calor marinas siembran de muerte costas y fondos del Mare Nostrum. La temperatura de las aguas del Mediterráneo apunta a fiebre. La Cumbre de los Océanos de Niza se celebra frente a unas aguas tan recalentadas como la polarización geopolítica para abordar su preservación.

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Además de uno de los más contaminados del mundo (aunque va por zonas), es el mar que más se calienta del planeta. Sólo en el inicio de este verano, ya está 2ºC de temperatura por encima de lo que sería normal. “Hemos metido el equivalente en energía a miles de bombas atómicas y ahora lo vemos en los extremos [meteorológicos] de los últimos años”, ejemplifica el físico y analista de datos climáticos Dominic Royé (MBG-CSIC). “Nos lo puede devolver”. ¿Un anticipo de lo que le espera a otras regiones?

Por lo pronto, ya tiene un efecto medible en la salud humana: las noches tropicales (>20ºC de mínima) y tórridas (>25ºC) se han disparado. ”Son cada vez más frecuentes en zonas costeras por el mar sobrecalentado”. El Mediterráneo está perdiendo capacidad para enfriar sus madrugadas. “Esto afecta la salud: pérdida de sueño, mayor riesgo de mortalidad y reducción del bienestar“, señala Royé, quien ha trabajado en estudios que relacionan temperatura y salud.

Temperatura sin tregua en 20 años en el Mediterráneo: combustible de lo que vendrá

Por lo pronto, las desmesuradas temperaturas alcanzadas en las aguas del Mediterráno ya han sido combustible (que no la única causa) para el peor de sus zarpazos en toda Europa: la trágica riada de octubre de 2024 en Valencia. Un evento en una zona que sabe lo que son las inundaciones. Pero que ha vivido ahora su primera flash-flood, término que saltó a los titulares tras las inéditas inundaciones repentinas de Centroeuropa en 2021.

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El calor es, además, catastrófico para la biodiversidad. Un mar caliente no sólo mata a quien lo habita. Amenaza a quien está cerca. Por desgracia, esto nos empieza a sonar cercano. Hay países que llevan años de adelanto en preparación.

“El océano (y sus mares) es el que regula el clima terrestre. Yo siempre digo que sin océanos, no tendríamos clima”. Anna Cabré (Universidad de Pensilvania) lo destaca en su doble faceta de investigadora oceánica y cosmología. “El Mediterráneo lo tiene todo”, destaca. Un mar casi cerrado, sometido a una enorme presión humana pero que acusa un ascenso de temperaturas que es global.

El arrecife de coral mediterráneo sucumbe al calor y la contaminación

Diego Kersting (IATS-CSIC) lleva años buceando entre corales del Mediterráneo. “Es desolador para mí ver esto ahora”. Él ha observado cómo los arrecifes que hay junto a las islas Columbretes, frente a la costa de Castelló, han registrado mortalidades alarmantes tras las olas de calor marinas. Acusan también la contaminación por plásticos y microplásticos.

“Un coral que tarda 200 años en crecer puede morir en un solo verano caluroso… y su recuperación es casi imposible

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Para él –y otras personas expertas–, salvando las distancias, el Mediterráneo “es un laboratorio natural para estudiar impactos del cambio climático en ecosistemas marinos”. Y lanza una advertencia de cara a esta UNOC3. Por su experiencia, a veces no basta con proteger. Las Columbretes son una reserva marina y “vemos degradación incluso en áreas protegidas: es preocupante y deprimente“. Los corales con los que ha crecido lo sufren.

Este arrecife es un polo de contaminación microplástica, además. Hasta 6.000 partículas por cada kilo de sedimento. “Es una barbaridad”. El calor complica aún más el tema. Desde la Universitat Rovira i Virgili, el investigador químico Joaquim Rovira, especializado en algunas de las playas más contaminadas por microplásticos, precisa que “las corrientes mediterráneas se alteran con el calor: arrastran contaminantes de Barcelona hacia Tarragona”, por ejemplo.

Cabré cree que nuestro mar tiene sus particularidades como para extrapolar. Pero sí que: ”el Mediterráneo es un aviso para el mundo: muestra cómo la densidad poblacional costera agrava impactos”. Esa tendencia a vivir en la costa tiene sus riesgos ante unos mares descuidados, recalentados y cuyo nivel sigue creciendo.

  • ¿Las soluciones? Para Cabré hay una clara: “reducir al mínimo las emisiones de dióxido de carbono”. Es un problema global, aunque nos afecte de forma distinta localmente. Cabré se muestra escéptica con la idea de que el mar sea capaz de sacarnos de esta gracias a su capacidad de absorber CO2, pues “es la que es y seguirá siéndolo”.

    Para Dominic Royé es clave la adaptación. La enorme cantidad de población que vive en la costa mediterránea exige ciudades amables que “mitiguen el efecto isla de calor” y sean capaces de resistir el azote de una meteorología previsiblemente más extrema (incluídos los sistemas de alerta temprana), azuzada por un mar caliente.
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Este especial cuenta con el apoyo de la UNOC 2025 Fellowship organizada por la Earth Journalism Network de Internews.

Fuentes

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