Las vacunas están funcionando extraordinariamente bien para limitar las hospitalizaciones por COVID-19 y para acabar con las muertes entre personas infectadas por SARS-CoV-2. Pero los contagios continuarán produciéndose en un mundo inmunizado desigualmente y con enorme movilidad global. Incluso aunque las vacunas cortocircuiten la transmisión.
Es la principal conclusión de dos investigadoras de la Universidad de Reikiavik (Islandia), publicada en Scientific Reports (Nature) y que pone como ejemplo el caso de Estados Unidos, donde más de la mitad de su población tiene puesta al menos una dosis. Según sus modelos matemáticos, el distanciamiento físico estricto y la limitación de la movilidad siguen siendo necesarias para poner fin a la ola en curso.
La idea principal es que ante el desigual ritmo de vacunación, el virus puede tener múltiples introducciones silenciosas. La sensación de seguridad individual proporcionada por la vacuna puede derivar en un levantamiento de las restricciones a nivel social. Sin embargo, las bajas tasas de contagios conseguidas por una vacunación a nivel local terminarán por repuntar.
¿Se trata de cerrar fronteras o límites autonómicos? No, sino de no caer en la sensación de falsa protección por tener a una población local vacunada. El resto de medidas como mascarillas en interiores, distancia física o aforos seguirían siendo necesarias. El modelo matemático, desarrollado previamente por las autoras, se calibró utilizando datos sobre la progresión de la pandemia en la primera ola. Al centrarse en datos de control de vuelos, con las tasas actuales de movilidad en EE.UU. la campaña de vacunación por sí sola no puede detener la ola de infecciones en curso.
Retraso entre ‘vacunación’ e ‘inmunidad’ al permitirse la movilidad
Las autoras Anna Sigridur Islind y Maria Oskarsdottir, profesoras de computación, han señalado en la presentación de su trabajo que “se necesita una vigilancia continua con respecto al distanciamiento físico y otros métodos al margen de la vacunación”. La clave está en el desfase entre vacunados y no vacunados, suficientemente grande como para que se ‘cuele’ el virus en la comunidad. Pero también “porque hay un retraso considerable entre la vacunación y la inmunidad».
En Seychelles, con 6 de cada 10 habitantes vacunados se produjo un rebrote, con presencia de variante sudafricana.
Publicidad
Una persona no queda plenamente protegida de la covid hasta que han pasado días o semanas después de su última dosis, dependiendo del modelo que se ha inyectado. Además, las vacunas no frenan al 100% la transmisión del SARS-CoV-2, que puede replicarse en una persona vacunada aunque de forma asintomática y ser contagiosa.
Es lo que parece estar ocurriendo en Seychelles, con cerca de un 65% de sus 100.000 habitantes plenamente vacunados (con AstraZeneca y SinoPharm), abierta a viajes internacionales desde agosto de 2020 con PCR negativa, con introducciones de variante B.1.351 de Sudáfrica confirmadas… y con un rebrote importante de casos que, sin embargo, están lejos de colapsar sus hospitales. Los ingresos se produjeron fundamentalmente entre no vacunados y el brote ha dejado una decena de fallecidos.
Esto, de todas formas, depende en buena medida del tipo de vacuna, variante que predomina en una región y grado de exposición, puesto que con datos de Reino Unido se ve claramente cómo las vacunas también frenan la transmisión si se da tiempo a que ‘hagan efecto’.
¿Cuánto tarda en hacer efecto completo cada vacuna como para recuperar la ‘movilidad’?
| Marca | Días a esperar tras 2ª dosis | Tiempo entre dosis |
|---|---|---|
| Pfizer (Comirnaty) | 7 días | (21 entre dosis) |
| Moderna | 14 días | (28 entre dosis) |
| AstraZeneca (Vaxzebria) | 28 días | (3 meses, 4 en ESP) |
| Janssen | 14 a 28 días | (una dosis por ahora) |
El pasado abril, un grupo de investigadores de Sudáfrica,Australia, España y EE.UU publicaron un artículo en que hacían hincapié en que el surgimiento de variantes está alterando los cálculos sobre la efectividad de las vacunas y el freno a la transmisión.
Para el profesor de Salud Pública y experto en epidemiología de la UAH Manuel Franco, “el epicentro de la pandemia se ha empezado a mover hacia Asia y América Latina, región hermana”. Muchos de ellos, países con muchos menos recursos sanitarios y donde la vacunación no está a nuestro nivel. “Pero también hay desigualdad en esto dentro de nuestros países y hasta municipios, y nos va a costar frenar esos contagios”, ligados a pobreza, falta de acceso a la sanidad o vacunación. “Esto es de una miopía monstruosa, hay gente a la que no le llega o rechaza la vacuna”, pero repercute en el resto.
En la misma idea que la de las investigadoras islandesas, por sí sola la vacunación no será suficiente a corto plazo, comprometiendo la base misma de la inmunidad de grupo conferida por las vacunas. Estos investigadores hablan de la necesidad global de la “máxima supresión”. O sea, que no podemos levantar todas las restricciones físicas o de movilidad a pesar de tener buenas cifras de vacunación en un sitio concreto.
Desde Islandia, la doctora Oskarsdottir cree que sus resultados “subrayan la importancia de utilizar datos del mundo real sobre la movilidad humana relacionados con la pandemia”. A su juicio, la de COVID-19 es una “pandemia extraordinariamente compleja”, con medidas de contención viral muy distintas entre regiones y con una vacunación planetaria sumamente desigual.
