Cada hora de sueño de calidad hace caer un 12% la probabilidad de COVID-19

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PixaBay
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La pandemia de COVID-19 está, literalmente, robando el sueño a mucha gente. El insomnio, la interrupción del buen dormir y el agotamiento diario están relacionados con un mayor riesgo de infecciones. Particularmente ahora, de coronavirus.

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Un estudio publicado este martes en BMJ Nutrition, Prevention And Health va más allá. Demuestra que el sueño de calidad evita parcialmente tener una covid más grave y fomenta una recuperación más rápida, caso de contraer el SARS-CoV-2.

Cada aumento de una hora en la cantidad de tiempo que se pasa dormido por la noche se asoció con un 12% menos de probabilidades de infección por coronavirus. Para explorar esto más a fondo, se basaron en las respuestas de una encuesta para trabajadores de la salud altamente expuestos al virus, también en España.

Encuesta a profesionales sanitarios, también de España

La encuesta se llevó a cabo entre el 17 de julio y el 25 de septiembre de 2020. Se preguntó qué tal estaban durmiendo profesionales sanitarios de Francia, Alemania, Italia, España, el Reino Unido y Estados Unidos.

Las personas encuestadas dieron detalles personales sobre el estilo de vida, la salud y el uso de medicamentos y suplementos dietéticos, además de información sobre la cantidad de horas que durmieron tanto por la noche como en siestas durante el día durante el año anterior.

2.884 profesionales de salud respondieron, 568 de los cuales desarrollaron COVID-19. La gravedad de la infección se definió como: muy leve (ningún síntoma o casi ningún síntoma), leve (fiebre con o sin tos), moderada (fiebre, llegando a neumonía), severa (baja saturación de oxígeno) y crítica (asistencia mecánica y cuidados intensivos).

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La cantidad de sueño nocturno reportado promedió en 7 horas, pero casi siempre más de 6. Después de tener en cuenta los factores potencialmente influyentes, cada hora extra de sueño por la noche se asoció con un 12% menos de probabilidades de infección por COVID-19.

Pero, atención: una hora extra adquirida durante la siesta diurna se asoció con un 6% más de probabilidades. Eso sí, aquí es difícil extraer conclusiones porque esta asociación varió bastante según el país. Así que puede haber alguna otra variable de por medio.

Dormir mal perjudica a nuestras defensas naturales

Alrededor de 1 de cada 4 (24%) de quienes tuvieron COVID-19 informaron tener dificultades para dormir por la noche. Alrededor de 1 de cada 5 (21%) dijo dormir mal, sin haber desarrollado la enfermedad.

Uno de cada 20 (5%) de los que tuvieron COVID-19 refirieron tres o más problemas para dormir, incluidas dificultades para conciliar el sueño o necesitar tomar pastillas más de dos noches a la semana. El 3 % de entre quienes no se contagiaron.

Estos hallazgos se mantuvieron, independientemente de la frecuencia de exposición a la COVID-19 en el lugar de trabajo. Eso sí, este es un estudio observacional y de respuestas subjetivas y, como tal, no puede establecer la causa. 

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A modo de explicación, y de manera general, el director de Instituto Internacional del Suelo (IIS), el neurólogo Diego García-Borreguero, explica a Newtral.es que la falta de sueño “afecta negativamente a nuestras defensas”.

En concreto, activa la producción de sustancias que favorecen la inflamación (relacionada con algunas covid graves) y de cortisol, que reduce la respuesta antiviral, por ejemplo.

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Los propios autores del estudio, liderados por Sara Seidelmann (Stamford Hospital, Estados Unidos), apuntan a trabajos que relacionan el agotamiento con un mayor riesgo de resfriados y gripe, así como con afecciones a largo plazo, como diabetes, enfermedades cardiovasculares, y enfermedades musculoesqueléticas.

La pandemia nos roba el sueño

Es la pescadilla que se muerde la cola. Según el doctor García-Borreguero, que no ha participado en este estudio, “yo me estoy encontrando ahora dos situaciones: pacientes con alteración de sus ritmos circadianos (desplazamiento de la vigilia-sueño) relacionados con la alteración de rutinas y teletrabajo. Y cuadros depresivos-ansiosos ante la posible infección y la incertidumbre económica, además de la falta de socialización”.

No han aumentado otros trastornos, según lo observado por García-Borreguero, pero sí más microdespertares, complicaciones para conciliar el sueño y pesadillas.

“Las interrupciones del ciclo sueño-vigilia pueden afectar la salud metabólica, inmunológica e incluso psicológica”, señalan los autores del estudio.

Pero no obvian otro factor, la alimentación: “La falta de sueño puede hacer que los alimentos altos en calorías, grasa, azúcar y sal, sean más atractivos, especialmente durante momentos de estrés, lo cual afecta la salud y el bienestar en general”.

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