“Basta de tratar a la naturaleza como un váter (…) y de cavar nuestra propia tumba”, decía el Secretario Genral de la ONU António Guterres en su discurso inaugural. Mensajes más o menos apocalípticos desde la tribuna, pero compromisos limitados. El arranque de la Cumbre del Clima COP26 se ha impregnado del espíritu de Frankie, el dinosaurio elegido por la ONU para su campaña de concienciación. El reptil tridimensional conmina a los presentes en la asamblea a que promuevan el abandono de los combustibles fósiles.
Reino Unido y EE.UU dejarán de financiar la extracción de fósiles en 2022
[Actualización: 4 de noviembre] Reino Unido ha impulsado una declaración para que una veintena de países (incluido EE.UU. y el Banco Europeo de Inversiones) y empresas dejen de poner dinero en la extracción de combustibles fósiles para 2022, dando prioridad a las finanzas públicas para la energía limpia.
Este sería el primer compromiso político internacional que promete terminar con los fondos públicos para combustibles fósiles. Dependiendo de la lista final de signatarios, esta iniciativa podría cambiar el destino de los más de 7.800 millones al año empleados en extracción y procesado de carbón, gas y petróleo.
EE.UU. es uno de los mayores subsidiadores mundiales de proyectos internacionales de combustibles. Hasta ahora ha impulsado el desarrollo de gases licuados de petróleo en lugares del sudeste de Asia, Europa central y oriental y Mozambique, entre otros.
Para Tasneem Essop, directora ejecutiva de Climate Action Network y experta en sostenibilidad en el sur global, “es un paso en la dirección correcta, pero debe ampliarse con más gobiernos e instituciones financieras públicas, incluidos los Bancos Multilaterales de Desarrollo, comprometiéndose a poner fin a la financiación de los combustibles fósiles”.
Para esta expolítica sudafricana, la inclusión de varias economías humildes demuestra el apetito por un cambio del apoyo a los combustibles fósiles al apoyo a las energías renovables. “Este dinero público debe redirigirse urgentemente hacia una transición energética justa que garantice el acceso universal a la energía limpia para las comunidades del sur global y el apoyo a las comunidades y los trabajadores del carbón, el petróleo y el gas sin cargar a los países con más deudas”.
Pero una cosa es dejar de financiar el fósil y otra dejar de usarlo. En este sentido, 40 países (con Reino Unido a la cabeza) han firmado un compromiso para abandonar la quema de carbón, el más ‘sucio’ de todos los combustibles. Los principales, incluidos Canadá, Polonia, Corea del Sur, Ucrania, Indonesia y Vietnam, eliminarán gradualmente su uso de carbón para producir electricidad. Las economías más grandes lo harán en la década de 2030. Las economías más pequeñas, en la de 2040.
Estados Unidos, China e India se han desentendido de este acuerdo para dejar de usar carbón.
India anuncia en la COP26 la neutralidad de CO2… para 2070
El primer ministro indio Narendra Modi prevé alcanzar la neutralidad de carbono en 2070, dos décadas más tarde de lo que pide la ONU. India aspira a que para 2030 la mitad de su consumo energético provenga de fuentes renovables. Paralelamente, pretende reducir su uso del carbón en un 45 % antes de ese mismo año.
El anuncio se suma a una pequeña ola de compromiso entre los países que más gases de efecto invernadero emiten (per cápita y de forma absoluta), pero ofreciendo un plazo más dilatado. China abrió juego el pasado verano, anunciando ese compromiso de recorte fósil y neutralidad de CO2 para 2060. “Le siguieron países productores de petróleo, como Arabia Saudí y hasta Rusia”, explica desde Greenpeace el el consultor ambiental Juan Pablo Osornio.
Se trata de la primera vez que India se marca un plazo para llegar a la neutralidad de carbono con una hoja de ruta para alcanzarla, cosa que en el caso ruso no está tan clara. Eso sí, está todavía quede lejos de lo requerido por la ONU. Y los ecologistas destacan que la ciencia ya ha advertido que son fechas muy tardías si no se quiere rebasar el umbral de los +1,5ºC de incremento de temperatura global.
Para el economista ambiental Ahmad Ashov Birry (Trend Asia), “el Mecanismo de Transición debe beneficiar en primer lugar a la comunidad y al medio ambiente del que ésta depende. Se han convertido en las primeras y principales víctimas de las centrales eléctricas de carbón”.
Vuelve EE.UU. pero Biden se centra en el metano. Xi, Putin y Bolsonaro, ausentes
Carbón, gas y petróleo en sus múltiples presentaciones. Son, en esencia, los grandes responsables del calentamiento global de origen humano, pues su quema libera grandes cantidades de CO2. El otro gran gas de efecto invernadero del que somos responsables es el metano, que se deriva de macrogranjas, fundamentalmente. Pero también de plantas gasísticas (lo que conocemos como gas natural es es gas metano).
El regreso de Estados Unidos al tablero medioambiental -tras la etapa negacionista de Donald Trump- era uno de los acontecimientos más esperados de la COP. El presidente estadounidense, Joe Biden, apremió a actuar esta misma década con ambición, de forma que todavía se puedan mitigar los efectos fatales del calentamiento global.
Por primera vez, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. tiene la intención de limitar el metano proveniente de aproximadamente un millón de plataformas de petróleo y gas. Donald Trump acabó con las reglas federales para evitar fugas de esas plantas. Ahora, Biden quiere restaurarlas, así que tampoco se trata de una apuesta por abandonar esos fósiles.

Biden tiene enfrente a las mayores compañías petroleras y al American Petroleum Institute, un grupo de presión. Resultaron ser los peores infractores según un informe global realizado por InfluenceMap. El trabajo concluye que las empresas han maipulado sucesivamente a los gobiernos para que tomaran “caminos increíblemente peligrosos” en su enfoque de la acción climática.
Tampoco ofreció grandes anuncios el país más contaminante y emisor de CO2 del planeta, China, cuyo presidente, Xi Jinping, reclamó en una intervención por escrito que los Estados más ricos aumenten su ayuda a los que todavía necesitan en muchos casos recurrir a los combustibles fósiles, informa Enrique Rubio (Efe) desde Glasgow.
«Los países desarrollados no sólo deben hacer más esfuerzos por sí mismos, sino que también deben brindar apoyo a los países en desarrollo», indicó el mandatario, que no ha salido de China desde principios de 2020 debido a la pandemia de coronavirus.
Su ausencia, que se unió a la de otros dirigentes como el ruso Vladímir Putin, el brasileño Jair Bolsonaro o el mexicano Andrés Manuel López Obrador, fue criticada por algunos responsables, como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
No financiar combustibles fósiles, sino transición verde contra el CO2
El reptil hablador viene a decir que “ustedes están empleando miles de millones de fondos públicos en subsidiar combustibles fósiles. ¿Se imaginan que nosotros hubiéramos subsidiado los meteoritos gigantes?… Elijan no extinguirse”.
La bronca sauria está justificada. “Estamos invirtiendo el doble en exploración y extracción de fósiles de lo que está permitido para mantener al planeta bajo el grado y medio de incremento de temperatura”, explica la directora del programa climático de IDDRI Lola Vallejo. “Y ahora tenemos un mensaje científico que nunca ha sido tan claro en este sentido”. Según alerta el último dosier del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas (PNUM-ONU), las grandes potencias tienen planes aumentar su producción o consumo de fósiles durante la próxima década.
“No es que lo diga Greenpeace –señala Osornio– la Agencia Internacional de Energía dijo que hay ninguna razón para invertir en nueva infraestructura de combustible fósil, si queremos llegar al objetivo de 1,5ºC tenemos que tener un plan para salir del fósil en 2050 a más tardar”. Se supone que el planeta debería ser neutro en carbono antes de la mitad de siglo. ¿Cómo lo piensan compensar esas emisiones para alcanzar la neutralidad? ¿A costa de quién?
“Si queremos llegar al objetivo de no superar los +1,5ºC, tenemos que tener un plan para salir del fósil en 2050 a más tardar”
Hay un dinosaurio en la sala del plenario. Pero hay un elefante en la habitación, como se suele decir. Un hecho demasiado evidente como para querer evitarlo con la mirada, pero al que buena parte de los países no se quiere enfrentar: el dinero para financiar la transición justa a las energías no fósiles y los desastres derivados de no haberlo hecho antes. Porque esa transición cuesta dinero, pero a unos más que a otros. Por ejemplo, India –candidato a ser receptor de fondos– no está por la labor. 300 millones de sus habitantes carecen de electricidad en casa. Los países productores de petróleo, tampoco son favorables “pese a que han hecho avances claros desde la última COP”, explica a pie de cumbre Vallejo.
“Va a haber pérdidas por el camino, y habrá que ver cómo lo hacemos de la mejor manera posible”, señala una de las mayores expertas mundiales en adaptación e impacto social del cambio climático, la geógrafa Karen O’Brien, reciente Premio Fronteras del Conocimiento junto al pionero Ian Burton Pero subraya que “un mundo con un grado y medio más de temperatura es muy distinto a un mundo con dos o tres o más grados”, como vamos camino de alcanzar con los niveles de quema de fósiles actuales.
Un agujero de 24.400 millones de dólares
Uno de los grandes avances de las COP se produjo en la celebrada en Varsovia en 2014. Los países acordaron establecer el Mecanismo Internacional de Varsovia (WIM) sobre pérdidas y daños. O sea, la manera de poner dinero para lidiar con el desplazamiento de personas o reconstrucción tras la catástrofe.
En la COP25 de Madrid, los países en desarrollo se unieron para conseguir un organismo asesor técnico que, entre otras cosas, dijese qué calamidades son achacables a la emergencia climática y cuáles no. Como en el peritaje de un seguro. La segunda demanda, mucho más polémica, era que los países desarrollados proporcionaran financiación a los países en desarrollo que sufrían pérdidas y daños. Ahora, en la COP26 se perseguirá, además, que el 50% de la financiación climática se destine a la adaptación.
En España, tras la pandemia, nuestras hijas e hijos van a pagar una deuda de unos fondos NextGeneration que vamos a embolsar ahora. La Investigadora Principal del Real Instituto Elcano Lara Lázaro Touza hace un llamamiento a la responsabilidad por el país que le dejamos a esa generación que viene. “España va a recibir 140.000 millones de euros y vamos a estar devolviendo la deuda hasta bien pasada la fecha de nuestra en la cual tenemos que ser climáticamente neutros (vende en 2058). Nuestro compromiso es que seremos neutros en 2050. Si vamos a pagar esa deuda y apostamos por la neutralidad para una economía más resiliente, más inclusiva y más sostenible, deberíamos emplearlo en la transición ecológica, además de a la transición digital”.
“Hay ganadores y perdedores con los impactos climáticos. Unos se pueden adaptar mejor que otros”.
El presidente Pedro Sánchez anunció este lunes que “nos comprometemos a aumentar la financiación climática para llegar a 2025 con un incremento de un 50% respecto a nuestro compromiso actual. El objetivo es alcanzar los 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025“, explicó en su intervención en la COP26.
“Hay ganadores y perdedores con los impactos climáticos –señala O’Brien– unos se pueden adaptar mejor que otros” y se supone que para eso está esta COP26. Para hablar de recursos y dinero, “más que de una cuestión técnica”, cree la investigadora. Lara Lázaro pone el foco en lo que será el aspecto más áspero e importante: la financiación a medio y largo plazo. “Se estableció en 2009 un compromiso por el que habría una financiación anual base de 100.000 millones de dólares aportados por los países más desarrollados, de 2020 a 2025. Pero no estamos llegando. La brecha es de 20.400 millones. No se espera que se vaya a cerrar ahora. Se ha presentado un plan para conseguir este objetivo que no va a llegar hasta 2023. No vamos a cumplir con ello y esto genera desconfianza y dificulta las negociaciones”.
Las economías más ricas del mundo llevan, por tanto, tres años de retraso en la entrega de esos 100.000 millones de dólares prometidos a los países en desarrollo para abandonar los combustibles fósiles y a adaptarse a los efectos del clima extremo. Este 31 de octubre, los países del G20 han acordado medidas para que el dinero fluya a lo largo de esta década.
Junto al Reino Unido, los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BMD) han publicado este 2 de noviembre una declaración sobre su alineación de París, sin dar detalles sobre los plazos y las políticas energéticas. Actualmente, todos los bancos multilaterales de desarrollo (excepto el BEI) han dicho que sólo aplicarán su enfoque de alineación con París en 2023 o 2024, es decir, 8 años después de su compromiso inicial.
0 Comentarios