Buscar el verbo aburrir en el diccionario es una forma de darse cuenta de que todos sus significados son negativos: “Falta de estímulos, diversiones, distracciones”, algo que “molesta, fastidia”, etc. “El aburrimiento siempre ha sido caracterizado por tener tintes negativos”, explica Nemrod Carrasco, Doctor en Filosofía y cofundador de Crisi. Espacio de pensamiento crítico.
“Hace siglos se entretenía a unos pocos, a los aristócratas, pero ahora se ha democratizado y hay que entretener a todo el mundo, cuyas vidas suelen ser monótonas”, explica.
La sociedad actual huye del aburrimiento y además, quien no lo hace, se ve obligado a hacerlo por el modo de vida que nos hemos dado. “Hay toda una industria destinada a que no nos aburramos”, puntualiza Nemrod Carrasco.
“No se nos permite”, asegura también Mar Martínez García, psicóloga sanitaria experta en trauma y depresión. “Nos hemos metido en un bucle de productividad, en un bucle de organización, que no nos permite desconectarnos”, insiste.
Lo cierto es que dedicar tiempo para no hacer nada no tiene cabida en el ritmo diario de vida: hay siempre cosas que hacer y a las que atender. Además, hay que ser competitivos y eficaces en todo lo que hacemos, no solo en nuestro trabajo, también en lo personal.
Todo ello lleva a que el tiempo que nos queda para nosotros lo queramos ‘matar’ y huir de él, llenándolo de estímulos externos. “Y por eso, una de las características nuevas que ha adquirido la industria del ocio es que se produzcan vivencias, necesitamos experiencias. Creemos que carecemos de ellas”, describe Nemrod Carrasco.
“Todo está dispuesto para que no nos demos tiempo para detenernos”, concluye. La misma idea desliza Alberto Sánchez Rojo, profesor de Filosofía de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid: “El que se aburre no produce. Entonces, si nos produces, no haces un servicio”.
Aburrirse como oportunidad para “conocernos”
Sin embargo, y aunque a día de hoy persiste esa visión negativa a pasar tiempo sin estar supeditados a estímulos externos, a lo largo de los siglos esta concepción negativa del aburrimiento ha ido cambiando.
Fue a partir de los siglos XVII y XVIII en adelante, sobre todo, cuando diferentes autores comenzaron a señalar el valor que puede tener el aburrimiento. Nombres propios como Kierkegaard, Schopenhauer o Nietzsche.
“El aburrimiento es la calma chicha del alma que precede a los alegres vientos y a la feliz carrera; hay que soportarlo y esperar su efecto. […] Disipar el aburrimiento de cualquier manera es lo vulgar”, llegó a escribir Nietzsche.
“Hay un momento en la historia del pensamiento donde comienza a analizarse el aburrimiento desde una óptica distinta”, explica Nemrod Carrasco Doctor en Filosofía y cofundador de Crisi. Espacio de pensamiento crítico.
Lo mismo asevera Alberto Sánchez Rojo, profesor de Filosofía de la Educación UCM. “No es casualidad que cuando el sujeto moderno empieza a surgir en el siglo XVII, se empiezan a crear las primeras habitaciones propias, para que la gente esté consigo misma. Estos autores lo que reclaman es tiempo, tiempo para estar, reflexionar y estar consigo mismo”, explica.
El aburrimiento entendido como una experiencia de la que no podemos escapar y que, solo cuando nos aburrimos y rechazamos estímulos externos, podemos dedicar tiempo a conocernos más a nosotros mismos. Ese es uno de sus efectos.
“Me da miedo profundizar en mí”
“No me gusta profundizar en mi misma porque hay temas que no están resueltos del todo y me da ansiedad pensar en ello me da miedo”, responde una mujer joven en el centro de Madrid. Esto es sintomático para Alberto Sánchez Rojo: “¿Qué es lo que pasa cuando uno se aburre? Pues que uno se encuentra consigo mismo. Y, a veces, no le gusta lo que ve”.
Lo mismo responde, en este caso, un hombre también joven en el centro de la capital. “Lo de estar solo es una cosa muy poco común hoy en día. Yo intento hacerlo y me viene bien. Todos los días mi paseo de media horita o una hora y darle vueltas a las cosas”, explica.
En esa misma línea se pronuncia Henar de la Torre Hernández, psicóloga clínica CSMIJ Gironès i Pla de l’Estany. “También nosotros tenemos algo que decir en nuestra vida, que la sociedad no nos llega a manejar tanto. Hay que dar un golpe en la mesa y decir, me voy a aburrir. Es domingo por la tarde y me voy a aburrir.
Recalcando eso mismo, Vanessa Playán Ruiz, también psicóloga clínica, específica que pasar tiempo con uno mismo significa “pararse a pensar”. “Pensar en qué momento estamos, hacia dónde vamos y si estamos de acuerdo con nuestros deseos y expectativas”, termina.