Cómo funciona el ecosistema del banco de las ‘start-ups’, el Silicon Valley Bank

Silicon Valley Bank startups
Silicon Valley Bank. Fuente: ShutterStock
Tiempo de lectura: 5 min

El Silicon Valley Bank (SVB) fue el banco del ecosistema emprendedor de start-ups en Estados Unidos durante cuatro décadas. Se trata de empresas tecnológicas surgidas a partir de ideas visionarias que buscan financiación para materializarse. Algunas, muy pocas, lo consiguen y se convierten en las llamadas compañías unicornio, empresas que consiguen un valor superior a los 1.000 millones de dólares en su etapa inicial sin cotizar en bolsa, según la definición de la consultora especializada CB insight. En esta exclusiva lista se incluyen firmas como las multinacionales Airbnb, Facebook o Google. Pero también españolas como Idealista o eDreams, de acuerdo con IEBS.

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Sin embargo, el banco líder del ecosistema emprendedor ya no existe. Silicon Valley Bank quebró el viernes tras verse perjudicado por la subida de tipos de interés y una mala gestión de su elevada liquidez que invirtió en su mayor parte en bonos del Tesoro estadounidense. La crisis de liquidez que anunció el banco alimentó el pánico y sus clientes –en su mayoría, start-ups y empresas de capital riesgo– se apresuraron a sacar sus activos de los depósitos.

¿Cómo funciona el ecosistema de las ‘start-ups’?

“Las start-ups, como las que depositaban su liquidez en el Silicon Valley Bank, son empresas innovadoras de nueva creación con posibilidades de crecimiento, un potencial que, sin embargo, no está asegurado”, explica a Newtral.es Antonio Sanabria, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. 

“Para dar forma a la idea y mantenerla, necesitan de mucha financiación y son las sociedades de capital riesgo las que lo aportan”, continúa. Por su parte, Víctor Alvargonzález, de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance, añade que estas compañías inversoras son “las únicas con capacidad de tomar riesgos muy elevados al invertir en empresas que ni siquiera han empezado, que son solo ideas”. Aquí, los expertos diferencian entre varias fases de financiación según la evolución de la actividad de la start-up.

La primera es la ronda del capital semilla (“porque desarrollar una start-up es como plantar un árbol, se necesitan años para desarrollar la idea y probar si funciona”, apunta Sanabria). Es el dinero que se utiliza para consolidar la idea incipiente y cubrir los gastos iniciales del negocio, desarrollar el producto y consolidar la estructura empresarial. “Es la inversión más arriesgada”, subraya el docente de la Complutense. Tras esta primera fase, la start-up llega a rondas de financiación posteriores que se diferencian en las series A, para tratar de obtener beneficios, B para consolidar el negocio y C para dar un paso más ambicioso como su salida en bolsa. 

Las start-ups tienen grandes necesidades de financiación en cada una de sus fases porque no tienen ingresos y todo son gastos, y son las compañías de capital de riesgo las empresas especializadas en poner dinero en estas aventuras empresariales de tanto riesgo. A cambio, adquieren derechos sobre la innovación, que si sale bien, la rentabilidad que consiguen es altísima –los unicornios– sin embargo muy pocas de estas empresas suelen salir adelante”, indica Sanabria.

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Silicon Valley Bank: el banco de las ‘start-ups’

La huella del Silicon Valley Bank era inmensa en el ecosistema del emprendimiento en Estados Unidos: su gama de clientes estaba hiperconectada ya que se trataba de start-ups y sociedades de capital de riesgo. Empresas incipientes las primeras con grandes necesidades de financiación que cubrían las segundas. Según cálculos del banco, más del 50% de todas las empresas de capital riesgo de Estados Unidos trabajaban con el SVB, que también señala que este banco fue la entidad financiera elegida por aproximadamente la mitad de las start-ups

“Otra ventaja del SVB es que agrupaba a inversores y demandantes de financiación, de esta forma es más fácil darse a conocer, obtener visibilidad y también encontrar proyectos de financiación interesantes”, comenta Sanabria.

Tanto unos como otros, depositaban su dinero en el SVB y, como el banco no tenía a quién prestárselo para generar ingresos, tenía una liquidez excesiva. Así, quebró con casi 212.000 millones de dólares en activos y 173.100 millones de dólares en depósitos, según el SEC (el equivalente en Estados Unidos a la Comisión Nacional del Mercado de Valores).

“Silicon Valley Bank concentraba su riesgo prácticamente por completo en un solo subsector: pequeñas empresas, start-ups en cualquier fase de financiación”, indica Alvargonzález. “La otra mitad de sus clientes eran los propios inversores de las start-ups”, continúa. Es decir, la mayor parte de la cartera de los clientes del banco en quiebra eran inversores de start-ups (sociedades de capital riesgo), los fundadores y directivos de las mismas y sus empleados. “Concentración absoluta en un subsector muy volátil donde se concentran muchos fracasos y contados éxitos”, añade el experto de Nextep Finance. 

Fuentes
  • Víctor Alvargonzález, de la firma de asesoramiento independiente Nextep Finance
  • Antonio Sanabria, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid
  • SEC
  • Web del Silicon Valley Bank
  • IEBS
  • Consultora especializada CB insight
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