Para abordar la violencia en pareja es necesario abordar previamente las actitudes, creencias y sesgos que actúan como caldo de cultivo. Por eso, investigadoras del ámbito de la salud pública en diferentes universidades y centros han tratado de constatar cómo se relaciona el sexismo en la adolescencia y si esta forma de discriminación tiene relación con mayor o menor violencia en el seno de las relaciones sexoafectivas.
El sexismo, según se define en el paper publicado en Gaceta Sanitaria, “es una forma de discriminación y prejuicio hacia las personas por su género”. “Se fundamenta en constructos sociales y en la creencia de que existen diferencias biológicas entre sexos que sitúan al hombre como superior a la mujer”. En conversación con Newtral.es, una de las autoras, Carmen Vives-Cases, señala que “es una creencia estereotipada a la hora de percibir principalmente a las mujeres, pero no solo, ya que tiene que ver con la construcción social del género, reforzando los roles”.
Por su parte, Daniel G. Abiétar, también uno de los componentes del grupo investigador de esta publicación, señala a Newtral.es que “son estereotipos que se vehiculan a través de determinadas concepciones de la sexualidad humana y de las relaciones de pareja”. Es decir, un “deber ser” rígido.
Cuanto más sexismo en la adolescencia, más violencia en pareja
Las autoras recogen el término “sexismo ambivalente”, acuñado en 1996 por Glick y Fiske, para explicar las diferentes creencias, a veces antagónicas, que compondrían este sistema discriminatorio. Así, es ambivalente porque integra el sexismo hostil —“actitudes abiertamente negativas”— y el sexismo benevolente —“un prejuicio más sutil y con cierto tono emocional positivo”—.
Ejemplos de sexismo hostil y benevolente se encuentran en el Barómetro Juventud y Género 2021 (FAD). De acuerdo a esta macroencuesta, un 25,6% de chicas están totalmente de acuerdo con la afirmación “un chico debe proteger a su chica” (sexismo benevolente). En el caso de ellos y para la misma afirmación, un 41,8% está de acuerdo. Respecto a la creencia de que “para sentirse realizada una mujer necesita el amor de una pareja”, un 11,2% de chicas respondieron que sí frente a un 21,7% de chicos. Como ejemplo de sexismo hostil encontraríamos la siguiente afirmación: “Cuando la mujer tiene un trabajo de jornada completa, la vida familiar se resiente”. En este caso, un 32,2% de chicas respondieron estar de acuerdo o muy de acuerdo frente a un 34,8% de chicos.
Con una muestra de 1.538 estudiantes de secundaria, las investigadoras analizaron el sexismo en la adolescencia y cómo correlaciona este con la violencia en pareja. Entre los y las 636 adolescentes con experiencia de relación sexoafectiva, un 11,6% respondieron haber ejercido violencia en pareja. Encontraron, además, que esto se asocia a mayor adherencia al sexismo hostil.
Daniel G. Abiétar, médico en el Hospital del Mar (Barcelona) y colaborador académico en la Universitat Pompeu Fabra, señala que la investigación no ahonda en qué causas producen “la mayor o menor adherencia al sexismo”, pero sí que cuantas más creencias sexistas tiene una persona, más riesgo hay de que haya ejercido violencia en pareja.
El deseo heterosexual y el amor romántico
Por otro lado, el deseo heterosexual implica mayor probabilidad de sexismo en la adolescencia, es decir, que los adolescentes con deseo no heterosexual (lesbianas, gais, bisexuales…) respaldarían en menor medida “los imaginarios sexistas”, como apunta la publicación. Abiétar matiza que “los adolescentes no heterosexuales podrían no sentirse tan interpelados por algunos elementos medidos por el sexismo, como la heteronormatividad y algunos elementos del amor romántico”, pero apunta que “estos adolescentes necesitan alternativas porque si no reproducen esquemas que, aunque no sean heteronormativos, pueden ser similares”.
El paper también identifica una asociación entre tener antecedentes migratorios y mayor sexismo. Carmen Vives-Cases, catedrática de Salud Pública de la Universidad de Alicante y miembro del CIBERESP del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), señala que “son adolescentes que tienden a estar más expuestos a otras situaciones de minusvaloración y discriminación”: “Estas situaciones de desigualdad social tienen una relación con actitudes como el sexismo. Es decir, cuanta mayor es la desventaja social, mayor probabilidad hay de que aparezcan peores indicadores en otros tipos de problemas, como el del sexismo y la violencia en pareja”, sentencia.
Daniel G. Abiétar señala que “la violencia que ejercen las personas depende y varía según el entorno en el que están”. Además, apunta que la evidencia científica muestra que “el estrés de la minoría, como el que pueden sufrir las personas LGTBI o las personas racializadas, puede colaborar a reforzar que se adhieran más a, por ejemplo, el ideal de amor romántico”: “La pareja se convierte en tu refugio. Si tu entorno es conflictivo, eso puede provocar que para ti la pareja sea una referencia clara de seguridad y se generan dinámicas de celos y resentimiento, entre otros”, añade.
En este sentido, la publicación señala que “tener buenas relaciones con el entorno próximo (familia, compañeros y compañeras, profesorado…) se asocia a menor sexismo”. En palabras de Vives-Cases: “El sexismo disminuye cuanto mejores son las relaciones con el entorno. En el ámbito de la salud pública es lo que llamamos ‘un activo’, es decir, puntos de apoyo que se deben localizar y potenciar. Es importante conocer que hay una relación con los antecedentes migratorios de cara a realizar acciones específicas”.
Por ello, Abiétar considera relevante la publicación “a la hora de diseñar acciones de intervención”. “Esta foto permite detectar variables en las que trabajar para saber si esas intervenciones han ido mejor o peor al alumnado, poniendo en relación los resultados antes y después del programa”.
- Sexismo y violencia de pareja en adolescentes (Gaceta Sanitaria, 2022)
- Barómetro Juventud y Género 2021. Ideas, representaciones y experiencias en una realidad compleja
- Carmen Vives-Cases, catedrática de Salud Pública de la Universidad de Alicante y miembro del CIBERESP del Instituto de Salud Carlos III
- Daniel G. Abiétar, médico en el Hospital del Mar (Barcelona) y colaborador académico en la Universitat Pompeu Fabra
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