¿Si uno tiene cero seguidores en Twitter significa que no le gusta a nadie? Mediten la respuesta porque quizás descubran otra de las herramientas psicológicas más poderosas que las redes sociales utilizan contra sus usuarios. Si alguna vez ha mirado, o lo hace habitualmente, el número de seguidores que tiene en tal o cual red, es probable que haya caído ya en el juego.
Ya he explicado algunas veces como las redes sociales establecieron un sistema de economía virtual en el que somos recompensados según nuestras acciones en la misma. Pero no se trata en ningún caso de un reconocimiento basado en el mérito. No es una forma de agradecer un buen contenido. Es un mecanismo que solo tiene un objeto, y es una vez más, aumentar sus cuentas de resultados. Y no es ni siquiera un invento de las redes sociales tal como las conocemos.
Durante finales de los 90 y posteriormente la web estaba poblada de publicaciones en forma de foros y agregadores. Desde Slashdot o nuestra Menéame estos servicios se enfrentaron a un problema como era el controlar el comportamiento de los usuarios. Y lo hacían en el sentido, pensemos bien, de premiar de tal manera a los usuarios que contribuyeran al beneficio de estas mismas comunidades.
No obstante, al introducir el voto negativo dotaron de una herramienta que si bien en un principio no debía utilizarse como un castigo fue finalmente adoptada por los usuarios para ese fin. Ya teníamos bastantes problemas en explicar que quizás la poca adquisición de esas monedas virtuales de “votos positivos” era bastante para controlar que determinados contenidos fueran “premiados”. Se implementó el voto negativo y la gente lo utilizó como castigo y arma.
El problema creció exponencialmente porque las motivaciones para “castigar” a determinados contenidos no se alienaban con el objetivo de mejora. Es más, lo quebrantaban. La utilización de los mismos creaba sesgos y brechas muy claras entre los “triunfadores” y los perdedores. Es más, todo esto se hacía de una forma pública puesto que todos esos contadores eran mostrados públicamente.
Clasificación contra moderación: lo que significa tener pocos o muchos seguidores en Twitter
El problema de los sistemas originales de clasificación y puntuación eran que precisamente eran una muy mala alternativa para la moderación de las comunidades. Y no era culpa de la herramienta, una vez más. El problema era que un mal uso conducía de una manera muy fácil a que los objetivos de beneficio para la comunidad se trasladaran a los de otras motivaciones como eran las cuestiones personales, la ideología, el enfrentamiento entre grupos, los celos, etcétera.
En los foros se usaba también la clasificación visible como una forma de incentivar la participación. La clasificación de novato, avanzado, experto, o cualquier otra forma, no es más que eso mismo. Una forma de decir que si querías avanzar y obtener reconocimiento debías trabajar más para la comunidad. Como ven todos estos mecanismos no los inventaron las redes. Ya estaban aquí con nosotros.
Las redes sociales, posteriores a esta hornada de la web que tan buenos, o malos, recuerdos nos traen, aprendieron el problema e intentaron evitarlo, o disimularlo, no implementando el voto negativo, el dislike, en ellas. De hecho, quisieron darle tal apariencia de que estar en las redes sociales era tan positivo para todos que intencionadamente solo añadieron las monedas virtuales, los likes o favs, o neutras, retuits. Pero siguieron mostrando los contadores porque no iban a renunciar a una parte del pastel tan importante como un mecanismo tan poderoso.
¿Quieren una prueba? Bien, vayan a Twitter y desplacen el ratón encima de cualquier avatar, esas imágenes que usamos para nuestros usuarios. ¿Qué es lo que ven destacado? Efectivamente: el número de seguidores y seguidos.
El tablero de comparación de la redes sociales
El hecho de que todos en las redes estamos en una especie de tablero donde constantemente nos comparan con otros, y en la que la única manera de mejorar en esa competición es ascender en esa clasificación es un sistema que no tiene nada de fortuito. Se diseñaron así a propósito. La única manera de conseguirlo, y este es el truco, es pasar más tiempo y realizar acciones que tengan la aprobación de estas empresas y los demás.
De hecho, cuando nos están recomendado tal o cual tuit, post o imagen lo que no están diciendo de manera muy sutil es: “Haz como ellos”. Y hacerlo implica más y más horas en este juego, más imágenes, más vídeos, más interacciones. Es decir, más datos, más publicidad que nos presentan, más dinero a sus cuentas de resultados. ¿Ven por dónde voy? Nos están obligando, en un ocio disfrazado, a trabajar para las cuentas de resultados de una empresa.
Todo esto tiene un coste en nosotros. Será más o menos perceptible, pero la ansiedad, la frustración, o cualquier sentimiento es finalmente solo aliviado por… más trabajo en las redes. Esto es así, vivimos en sitios que están preparados para que suframos, pero con recompensas para aliviar ese dolor. Y no debiera ser así. O al menos deberíamos ser conscientes de qué es lo que realmente está ocurriendo.
Las redes nos clasifican
El hecho es que las redes nos clasifican, y obtenemos unas medallas por ello. Por tanto, no se trata de que los usuarios tengan como objetivo mejorar su colaboración en forma de contenidos y comportamientos aceptables. Se trata de conseguir esas medallas. Y haremos, y diremos, cualquier cosa por conseguirlas. Incluido insultar, acosar o esparcir el discurso del odio, a cambio de que los demás las vean y sean conscientes de que nuestros ranking y estadísticas son mejor que las de ellos.
No existe ninguna razón técnica por la que estos números no se puedan ocultar. Ninguna. Mostrarlos de forma deliberada es una decisión muy consciente. Se trata pues de utilizar la ansiedad por el estatus y la humillación como mecanismo. Pero es perceptible. ¿Han intentado dejar de utilizar las redes durante unos días? ¿Cuál era la sensación que tenían si lo han hecho? ¿Lo ven? A eso me refiero.
Cualquier medida que cree una competencia no deseada y enfrenta a las personas entre sí debe ser considerada con profunda sospecha. Y eso es lo que hace toda la puntuación de usuario. Ya sea que se trate de Me gusta, Karma, votos positivos, votos negativos, Totales de seguidores … Si se muestra a la fuerza al público se convierte no solo en un medio para recompensar a los contribuyentes que se comportan como la plataforma quiere, sino un medio para castigar a los contribuyentes que no lo hacen.
En Twitter, por ejemplo, el éxito visible de los tuits de odio, medido por sus totales de retuit y Me gusta mostrados a la fuerza, parece haber disparado el discurso de odio más allá de lo que podríamos haber imaginado hace veinte años.
Y ante todo esto solo queda que seamos conscientes. Y luego, por supuesto, la decisión que tome cada uno será mucho más acertada.