VÍDEO I Depender de oxígeno o tener episodios de olvido: las secuelas que aún sufren los sanitarios contagiados en la primera ola de COVID-19

Tiempo de lectura: 6 min

Cristina Luengo-Martínez (51 años) es enfermera en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Se contagió en el peor momento de presión hospitalaria, en marzo de 2020. “Me contagié en aquel hospital que vivía algo descriptible… Y no llegué ni a ponerme un EPI porque no había. A día de hoy no sabría ponérmelo”, recuerda. Su vida desde aquel contagio ha cambiado por completo: “Soy otra persona”. 

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Una de las secuelas que le ha dejado la COVID-19 a Cristina tiene que ver con las piernas. “A los 15 o 20 minutos me empiezan a dar calambres y tengo que parar. No puedo andar más”, recuerda. Sin embargo, también le ha afectado a nivel neurológico. “Tengo episodios de olvidarme de las cosas”, dice. 

“Por ejemplo, empezar un libro y leer para luego no acordarte de lo que has leído y tener que volver a empezar la misma página. Pero cuando digo no acordarse es no acordarse. No acordarse ni de qué va el libro”, dice. 

Después, los olores y el gusto. “Me huele todo mal: la colonia, el gel, la pasta de dientes, la comida… Y después todo me sabe mal, tengo náuseas. Me es imposible tomar nada de carne, nada cocinado… Solo como legumbres o vegetales y un par de frutas”, explica. 

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Y todo culmina además en taquicardias al mínimo esfuerzo y cansancio. “Pero es un cansancio diferente que te afecta a todo, a la cabeza pero también al cuerpo… Haces lo que sea y ya está y te tienes que sentar en el sofá a descansar”, dice. 

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Cristina no es la única que todavía arrastra secuelas. Salvador Espinosa (59 años) es médico del SUMMA 112 y también se contagió en marzo de 2020. “¿Qué te describa como lo he pasado? Lo he pasado muy mal…”, comienza. 

“Los primeros días fueron una sintomatología muy vanal; fiebre y dolor de cabeza…”, recuerda. Pero le hicieron una radiografía y el resultado no fue el esperado. “Vieron que tenía una neumonía bilateral y a partir de ahí ya todo fue empeorando de forma más o menos rápida”, explica. “A cuarto día me ahogaba, me dolía todo y me tuvieron que entubar y meterme en la UCI”, dice.

Cuando despertó de la Unidad de Cuidados Intensivos no sentía las manos, ni la lengua, ni parte de la laringe. “Y hasta hace poco he estado durmiendo con oxígeno, aunque ahora afortunadamente ya no, pero cuando salgo a andar me lo tengo que poner”, asegura. “Además, cada vez que bebo agua o como tengo que tener cuidado porque me atraganto y empiezo a toser como loco. Estas son las cicatrices”, asevera. 

Secuelas de la COVID-19: “Una sintomatología invalidante” 

Como explica Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, las secuelas producidas por la COVID-19 alteran completamente la vida del paciente “porque crea unas consecuencias debidas a un daño orgánico que, en muchos casos, es ya de forma permanente”. 

“Las secuelas se consideran aquel daño orgánico que surge a partir de un padecimiento concreto, en el caso de la COVID-19, tras un proceso agudo en el que pueden quedar lesiones en determinadas partes del organismo”, explica. 

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Por ejemplo, el pulmón. “El pulmón sufre una transformación que sería una fibrosis y eso se considera una secuela”, apunta. 

Las secuelas son diferentes al conocido ‘covid persistente’. Por el contrario, dicho ‘covid persistente’ es “aquel proceso en el que la sintomatología permanece durante todo el tiempo de la enfermedad y persiste posteriormente a la fase aguda”, asevera. 

Ambos aspectos provocan un cambio en la vida del paciente. “En el caso del ‘covid persiste’ les afecta porque la sintomatología es muy invalidante”

Sin tener reconocida la enfermedad laboral pese a las secuelas

Ni Cristina ni Salvador tienen reconocida la enfermedad laboral. “Estoy con mi sindicato tramitando por la vía administrativa, por ahora, intentando que se me reconozca”, explica Cristina. “De momento, que yo sepa, no la tengo reconocida. Mi abogada me dijo que seguía el tema en trámite. Me imagino que tendré que demostrar que me he contiago trabajando”, dice Salvador. 

Rosa Muelas, Responsable de Salud Laboral y Medio Ambiente de Comisiones Obreras, explica que por ahora lo que se reconoce de forma administrativa es el accidente de trabajo “pero no la enfermedad laboral, para eso hay que judicializar todos y cada uno de los casos”. 

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[Las dificultades para que se reconozca la COVID-19 como enfermedad profesional]

“El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) lo que está reconociendo es el accidente de trabajo pero no llega al siguiente paso que sería reconocer la enfermedad profesional a lo largo de la vida del trabajo”, insiste. 

Un cambio completo de vida 

Las vidas tanto de Cristina como de Salvador han cambiado, desde el punto de vista personal pero también profesional. Las secuelas impiden que ninguno de los dos pueda volver a su puesto de trabajo en la sanidad pública, al menos, a medio plazo. 

“Antes estaba haciendo una cosa que me era mi pasión, Llevaba 30 años trabajando en emergencias. Para mí, trabajar en una unidad de soporte vital avanzado ha sido algo muy importante”, dice Salvador. 

Cristina, por su parte, entraba en el quirófano “a las 8 de la mañana” y había días que no salía del hospital “hasta las 10 de la noche”. “Era muy cansado pero lo llevaba con una tolerancia buena”, explica. Y ahora su vida es otra completamente. “Levantarme, preparar el desayuno, hacer la cama y salir a comprar. Esas pequeñas cosas me llevan toda la mañana”, dice. 

“Y realmente, si lo piensas, no he hecho nada. He hecho cuatro cosas de la casa. Y esa es mi vida, no hago nada más”, recalca. 

Salvador sigue trabajando en el SUMMA pero en una labor que le permite teletrabajar y estar sentado. “No es el mismo de antes pero me apasiona también. Estoy adscrito a docencia e investigación y estoy haciendo una labor de revisión de guías que es bueno para mis compañeros”, termina.

3 Comentarios

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  • Señora Sonia Zuniga demuestre al Ministerio de Sanidad que tiene el virus aislado, secuenciado y purificado, ya que dice que no tiene constancia

  • yo tambien soy enfermera y me pase el COVID-19 EN NOVIEMBRE estuve 10 dias de baja con mucha cefalea falta de aire y muchos mas sintomas pero en casa ,pero cuando me incorpore me empezo a doler la pierna izq.me dolian todos los musculos y me daban calambres.Despues en enero lo cogio mi madre estuve con con ella una semana y fallecio.despues me empezaron a doler las dos piernas ,mas entonces la derecha no podia casi andar,todavia me siguen doliendo,pero parece que voy un poco mejor,

  • Este problema de falta de reconocimiento lo llevan padeciendo los enfermos muchas décadas. La enfermedad posviral está reconocida hace tiempo. Es la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica. Consulten con los especialistas. Por ejemplo, la unidad de síndrome de fatiga crónica a la que pertenece la doctora García Quintana.