Sara García Alonso: “Puede que sustituyamos un día la estación espacial por fábricas de medicamentos en órbita”

La bióloga molecular y astronauta Sara García en el pódcast 'Esto no ha pasado' | J.A. Trinidad
La bióloga molecular y astronauta Sara García en el pódcast 'Esto no ha pasado' | J.A. Trinidad
Tiempo de lectura: 17 min

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Escucha el capítulo T3×01: ‘El mal del espacio’

Sara García Alonso (León, 1989) vuelve de Alemania, de uno de sus periodos de entrenamiento como astronauta, para enfundarse la bata blanca del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Su laboratorio en Madrid está presidido por un globo de feria con forma de cohete. Con los pies en la Tierra y las manos sobre las placas donde cultiva células malignas, busca sus puntos débiles. Porque todo villano, como un tumor, los tiene. Y ”quizás el espacio nos dé alguna pista”.

Cuando descubramos cómo funciona el cerebro, acabaremos volcándolo en un dispositivo para reimplantarlo en un nuevo ser.

Elegida como astronauta en la reserva ya hace tres años, compagina su labor para la Agencia Espacial Europea (ESA) con la lucha contra los cánceres de pulmón y de páncreas. En estos tumores “estamos viendo una revolución”, asegura. Pero el cáncer es un conjunto de enfermedades ligadas al envejecimiento y seguiremos teniéndolo mientras la población siga haciéndose cada vez más mayor… salvo que detengamos el envejecimiento.

“En este espacio hemos visto que hay cierta reversibilidad del envejecimiento tanto a nivel adaptativo como celular”. Alonso García se refiere a casos como los del astronauta Scott Kelly. En 2016, regresó de la Estación Espacial Internacional con signos de haber rejuvenecido (crecieron los remates de sus cromosomas, los telómeros), respecto a su hermano gemelo, que se quedó en Tierra.

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Sin embargo, aquellos cambios duraron poco, una vez se acostumbró de nuevo a vivir en nuestro planeta. Y, de hecho, Kelly está ahora más envejecido que su hermano: su sistema inmune quedó tocado y los mecanismos de reparación del ADN (que impiden el desarrollo tumoral), también. Adiós a los sueños de inmortalidad de ultrarricos que también tienen la mirada puesta en el espacio. García Alonso no descarta que nuestra idea de inmortalidad futura “no sea biológica”. Quizás, si un día terminamos de entender nuestro cerebro y sus conexiones, podamos descargarlo e “implantarlo en un nuevo ser”. Pero eso ahora mismo es ficción. Y ella hace ciencia.

  • P: Si conseguimos entender cómo nos afecta (y controlamos) radiación y microgravedad, ¿no hallaremos el elixir de la eterna juventud en el espacio?
  • R: La microgravedad provoca atrofia muscular, pérdida de densidad ósea y otros problemas fisiológicos. Somos como una especie de modelo de envejecimiento acelerado, porque nuestro cuerpo, al no tener que soportar su propio peso, por ejemplo, sufre una degeneración ósea diez veces superior al peor caso que se da aquí en la Tierra.
    Curiosamente, lo que 50 años de estudio espacial han demostrado que lo que nos mantiene jóvenes y sanos es el ejercicio. La contramedida en mayúsculas que se aplica a los astronautas: dos horas de ejercicio diario es lo que les ha mantenido vivos. El envejecimiento es multifactorial, responde a una predisposición genética pero sobre todo a estilos de vida y a hábitos de vida. Igual que el cáncer responde principalmente a cómo hemos desarrollado toda nuestra vida adulta y juventud.

  • P: ¿El espacio nos está diciendo que, de algún modo, hay una manera de ir hacia atrás? ¿Hay alguna manera de hackear ese envejecimiento?

  • R: Si realmente si te basas en estos estudios, vemos que hay cierta reversibilidad tanto a nivel adaptativo (es fascinante cómo estas células se adaptan a los distintos entornos), como de cambios irreversibles que afectan al ADN. Nuestras células se adaptan, expresan o dejan de expresar genes. Unas encienden unos genes, apagan otros y los van cambiando. Esto mismo ocurre mientras envejecemos, de tal forma que ciertos cambios que se han producido en un conjunto de células pueden revertirse en un futuro. Y en el caso de los telómeros, existe una enzima que es la telomerasa, que puede modular la longitud de estos telómeros, alterando las consecuencias de ello. El riesgo de alargar los telómeros (como le pasó a Scott Kelly durante unas semanas) es que pueden reproducirse sin control los errores en el ADN, favoreciendo a los tumores.

  • P: ¿Cuánto puede aportar el espacio para la investigación contra el cáncer?

  • R: En el espacio ocurre una cosa muy particular y por ello es interesante: la gravedad es tan mínima que hablamos de microgravedad. Cuando trabajamos y estudiamos en estas condiciones todo cambia. Empezamos a verlo todo de una manera distinta. Por ejemplo, ya se ha visto que las células tumorales se comportan de manera distinta. Puede que encontremos nuevas vulnerabilidades, nuevos puntos débiles, dianas terapéuticas, que es lo que trabajo yo diariamente. En concreto, que te den pistas sobre hacia dónde dirigir nuevos tratamientos para los distintos tipos de cáncer.

  • P: ¿Qué experimento de los que usted hace en la Tierra estaría deseando llevar al espacio?

  • R: Yo trabajo mucho en biología estructural y en determinar cómo son esas dianas terapéuticas, es decir, esas cosas que los investigadores hemos identificado dentro de las células del cáncer. Para diseñar ese dardo tienes que saber a nivel estructural cómo es tu diana. Yo no he podido cristalizar esa proteína porque en la Tierra, al haber gravedad, empiezan a ocurrir fenómenos de sedimentación, se me empiezan a incorporar impurezas y los cristales se rompen. Sin embargo, en microgravedad, eso sí se podría conseguir…
    Otra de las cosas son los organoides. Son como miniaturas de órganos para experimentar. En la Estación Espacial Internacional se quedarían flotando, crecerían en todas las direcciones y son modelos mucho más fieles de lo que ocurriría en un ser humano.

La microgravedad del espacio ofrece condiciones únicas para investigar porque la materia se comporta distinto. Por ejemplo, quimioterapias inyectables en una dsola osis. O experimentos con modelos de miniórganos que floten y crezcan en todas direcciones.

  • P: A ver si los laboratorios farmacéuticos van a tenerse que ir al espacio.
  • R: Podría ser en un futuro. Pero probablemente tengamos esta imagen en la cabeza de un paciente recibiendo quimioterapia durante muchas horas en varias sesiones (esto se debe a que el medicamento se presenta en moléculas muy grandes). Eso se podría cambiar si conseguimos que sea soluble. Se podría administrar con una única inyección en su casa. Para conseguir esa formulación podría ser interesante la microgravedad.
    En 2030 está previsto que la Estación Espacial Internacional quede desorbitada (jubilada), para ser sustituida por múltiples estaciones, algunas, factorías. Puede que en un futuro haya fábricas en el espacio para aprovechar estas ventajas de la microgravedad. Una nave llevará los principios activos de manera automática. Eso generará el medicamento, el cristal de proteínas o lo que sea necesario. Y transcurrido el tiempo necesario, volverá a la Tierra en otra nave, en forma de esa medicina.
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  • P: ¿Se están probando estas cosas?

  • R: Son todo pruebas de concepto, son investigaciones, quede claro; es ir añadiendo piezas a ese puzle de conocimiento. De hecho, durante décadas se han hecho cristales de proteína en la Estación Espacial Internacional, aprovechando las ventajas de hacerlo en microgravedad. Pero la innovación viene después, cuando ya tenemos ese conocimiento y somos capaces de extrapolarlo a distintas áreas. De modo que cuando yo hablo de que se podría estudiar el cáncer en el espacio e incluso de encontrar tratamientos, no significa que un paciente con cáncer tenga que irse al espacio a curarse, ni mucho menos.

K-RAS, el descubrimiento del primer gen del cáncer

En 1982, Mariano Barbacid y Ángel Pellicer descubrieron que tenemos un gen que, si muta inadecuadamente, promueve el crecimiento de tumores. Ese gen, llamado K-RAS, está tras una cuarta parte de todos los cánceres humanos, especialmente los de pulmón y de páncreas. Este fallo biológico condena a la célula a dividirse sin control. “Es como si en un coche se rompiera una pieza fundamental, que hace que el acelerador se quede trabado y si intentas pisar el freno, no funciona”.

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K-RAS se mantuvo durante décadas como una fortaleza inexpugnable, intratable, como una bola de grasa molecular a la que la ciencia no lograba hincar el diente. Ese muro de frustración se derrumbó en 2021. Tras 40 años en los que “investigadores y farmacéuticas se han dejado los cuernos” buscando sin éxito una grieta en la armadura del gen, se aprobó el primer medicamento contra una de sus mutaciones. Fue la confirmación de que la pieza perversa del motor podía, por fin, ser reparada.

Sin embargo, “no hemos tenido resultados tan prometedores como los que se esperaban“, admite la investigadora con cautela, señalando el gran obstáculo actual: las resistencias. No es que las células sean inteligentes, matiza, pero como se reproducen rápido, logran adaptarse y generarán una descendencia inmune al tratamiento. Ese es el gran reto del cáncer. Los tumores tienen algo de inmortales porque saben adaptarse el mundo extremo y crear un ambiente tóxico para sus rivales.

  • P: Si un día encontramos vida extraterrestre en ambientes tan hostiles como Marte, ¿podemos pensar que ha desarrollado estrategias evolutivas similares a las de una célula de cáncer? ¿La vida extraterrestre podría ser biológicamente maligna?
  • R: Lo primero que habría que plantearse es cómo será esa vida extraterrestre. Si las reglas del juego son las mimas que en la Tierra, sería tremendamente interesante estudiar cómo han sobrevivido, qué tipo de proteínas y mecanismos han desarrollado. En ese sentido, las células cancerosas recuerdan mucho a bacterias y microorganismos que resisten a todo.

  • P: ¿Esa adaptabilidad es la que las hace potencialmente inmortales? ¿Podemos aprender de ellas?

  • R: Tienen capacidad para dividirse sin control. Acumulan mutaciones y sobreviven las que mejor se adaptan. Es puro darwinismo, un modelo de evolución acelerado e hiperefectivo. Estudiar qué genes se han activado y silenciado, qué ha permitido que esas células malignas sobrevivan, y estudiarlo en el espacio también sería interesante. Al final todos tenemos mutaciones (que o son irrelevantes o se reparan), algunas se inducen por la radiación ultravioleta, por los carcinógenos como el humo del tabaco, etc.

  • P: ¿Los astronautas pueden fumar?

  • R: No. Bueno, alguno habrá habido que…

En cáncer a veces hay desesperación. Pero recurrir a terapias alternativas obviando a tu oncólogo puede marcar la diferencia entre que sobrevivas o no.

  • P: Seguramente en los años de apogeo de la carrera espacial… no estaba tan mal visto. Usted trabaja en cáncer de pulmón ¿Le llevan a usted los demonios cuando ve cómo la industria tabaquera utiliza subterfugios para que sigamos fumando?

  • R: Es una pena que se publiciten unos productos dañinos para nuestra salud. Pero, si es tan dañino, se podría prohibir completamente. Pero no sólo el tabaco. No estoy defendiendo las tabacaleras, ni muchísimo menos. A lo que voy es a que al final todos tenemos la libertad de hacer cosas que son buenas o malas para nuestra salud. Hay muchísimos factores que favorecen la aparición de distintos tipos de cáncer, no hacernos trampas al solitario con lo que en nuestra mano está controlar. El alcohol, una vida sedentaria, el tipo de alimentación, el estar expuestos a ciudades contaminadas, que es algo que no podemos controlar, pero sí el tomar el sol sin echarnos protección. Todo eso está en nuestra mano, pero no está tan demonizado.

  • P: La radiación del Sol es cancerígena por definición, ¿por qué cree que hay buleros que niegan esto pero inventan que otras cosas que consideran cancerígenas sin evidencia, como las vacunas?

  • R: Nos gustan las soluciones sencillitas y las fórmulas mágicas. Y sentirnos poseedores de una verdad. Entender las explicaciones científicas que hay detrás requiere pararse un poquito y pensar. Y no siempre nos apetece pensar. Muchas de esas conspiraciones creo que también responden a un componente emocional y a la simplicidad de las cosas; no nos gusta la incertidumbre.

  • P: ¿Es lo que ofrecen los chamanes pseudoterapéuticos? ¿Qué le diría a pacientes y familias que están desesperadas y no encuentran respuestas en la medicina reglada?

  • R: Que hay que tener cuidado con hacer lo que se llama cherry picking, con aquellos que escogen los estudios científicos que le interesan y aislarlos de todo lo demás. Que tengan muchísimo cuidado con vendehumos. De entrada yo no me fiaría de nadie que no sea tu propio médico oncólogo. ¿Tienes dudas? Pide una segunda opinión. ¿Más dudas? Pide una tercera opinión. Pregunta a los autores de estudios. Todo lo demás, especialmente si tú no sabes del tema…, no te metas ahí.

Créditos del capítulo > Dirección y diseño sonoro: Mario Viciosa | Producción: Laura Huete | Imagen y sonido directo: Ximo Ferrández, José A. Trinidad, Alfre Camarote. Con el agradecimiento a CNIO.


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