Cómo garantizar la salud menstrual de las mujeres en crisis humanitarias

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“Falta mucho para que la salud menstrual sea una realidad para todas las mujeres”, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un derecho que se ve aún más desprotegido cuando las mujeres viven en una situación de conflicto o crisis humanitarias. Melissa Upreti, presidenta del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre la discriminación contra las mujeres y las niñas, habla, por ejemplo, de millones de mujeres y niñas “refugiadas, desplazadas internas y apátridas” que no tienen cubiertas sus necesidades para garantizar su salud menstrual. 

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Por eso, organizaciones como Médicos Sin Fronteras, Cruz Roja y Unicef trabajan para dar acceso a productos menstruales adecuados y eliminar el estigma y los mitos en torno a la regla que persisten en muchos países. 
Como dicen desde la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, IFRC, “la menstruación no se detiene en una emergencia”. De ahí que sea una de las áreas de trabajo de los planes de respuesta.

Kits de higiene, concienciación y buenas instalaciones para asegurar la salud menstrual 

Hay diferentes vías para garantizar la salud menstrual, desde lo más urgente, como repartir kits de higiene, que incluyen compresas y otros artículos; a un trabajo más profundo que requiere más tiempo, como la educación sexual, “desmitificar los períodos” y “desafiar las actitudes negativas”. Sobre todo, entre hombre y niños, explican desde IFCR. 

Otra de las partes fundamentales del trabajo consiste en fabricar instalaciones de agua y saneamiento adecuadas, de manera que las mujeres puedan tener acceso a un lugar idóneo durante los días de menstruación. 

Uno de los ejemplos de cómo se traduce esto en la práctica se encuentra en Líbano, en asentamientos de tiendas de campaña localizados cerca de la frontera con Siria. Los equipos de Cruz Roja detectaron que las mujeres utilizaban “toallas sanitarias desechables o un paño en caso de emergencia” que quemaban después de un solo uso. Mientras que si tuvieran unas instalaciones adecuadas y separadas de los hombres, usarían papeleras destinadas para ello. Por eso, han construido instalaciones de emergencia adecuadas a esas necesidades y asegurar la salud menstrual. 

En Malawi han hecho una labor de educación al identificar que muchas niñas no habían oído hablar nunca de la menstruación y que las que sí tenían conocimientos faltaban menos a la escuela durante la regla y sabían cómo gestionarlo.

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Salud menstrual en crisis humanitarias: Tener la regla en un campamento para personas refugiadas  

En determinados países la menstruación es un tabú, pero no solo eso, en muchos casos supone un estigma y se considera algo negativo o vergonzoso. A esto hay que sumar la pobreza menstrual que impide que muchas mujeres tengan acceso a compresas, tampones o copas menstruales durante el periodo. Según una investigación reciente de Unicef, el 6% de las mujeres en Níger usa papel, el 12% solo ropa interior en Burkina Faso y el 11% no usó nada en Etiopía.

Por eso, trabajan desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, en un campo de refugiados rohinyá de Bangladesh, han enseñado a niñas a tejer sus propias compresas. Una de ellas explica que al tener la regla se sentía muy incómoda porque en el campamento “hay mucha gente alrededor”. En este vídeo, publicado por Unicef, se puede ver todo el proceso que han seguido para fabricar un producto esencial durante el periodo, que además, facilitan después a otras mujeres.  


Que los kits de higiene femenina con artículos básicos como jabón, compresas y ropa interior, formen parte de la respuesta ante una emergencia o crisis humanitaria es fundamental para que las necesidades específicas de las mujeres durante el periodo estén cubiertas. Ha pasado con la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia, donde el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha repartido estos kits. También durante desastres naturales en Haití y Filipinas.

Ropa interior menstrual para mujeres desplazadas por conflictos 

Chiara Domenichini trabaja como enfermera de Médicos Sin Fronteras en República Democrática del Congo y se planteó la forma de garantizar la higiene menstrual de tantas mujeres que por la situación de conflicto en el país tienen que huir de sus hogares.  

Ella misma comenta en este blog de MSF que hay “muy poca evidencia sobre productos menstruales adecuados en situaciones de desplazamiento”. Pero su interés por garantizar el derecho fundamental de las mujeres a la higiene menstrual como parte de la salud reproductiva la llevó a iniciar un proyecto piloto para introducir bragas menstruales en distintas comunidades y ver cómo respondían las mujeres. 

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El resultado ha sido muy positivo. Cuenta que es un opción “cómoda y limpia, fácil de usar y lavar” y que garantiza la privacidad de las mujeres porque en este contexto concreto, según explica Domenichini, ya que “las mujeres no quieren que nadie, ni siquiera otras mujeres, sepan que están menstruando”.

Atender estas necesidades específicas es una de las claves de la respuesta ante una emergencia o situación de conflicto. 

Fuentes
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