Las afirmaciones falsas o sin evidencias de Robert Malone sobre la vacunación frente a la COVID-19 en niños

Las afirmaciones falsas o sin evidencia de Robert Malone sobre la vacunación frente a la COVID-19 en niños
Robert Malone: la vacunación obliga al cuerpo de tu hijo a crear proteínas spike tóxicas que causan daños permanentes.
Tiempo de lectura: 9 min

Circula por Twitter, Facebook y aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp un vídeo de Robert Malone, médico y conocido desinformador, donde hace varias afirmaciones falsas sobre la vacunación contra la COVID-19 en niños. 

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Malone, que se autodenomina el precursor de la utilización del ARN mensajero para hacer vacunas, afirma que la proteína S de las vacunas de ARNm es “tóxica” y provoca “daños irreversibles” a los niños que reciben la vacuna contra la COVID-19. Pero, tal y como desmentimos en Newtral.es, no hay ninguna evidencia científica que demuestre esta supuesta toxicidad

También cuestiona la seguridad de las vacunas basadas en ARN mensajero para niños y señala que “no han sido aprobadas adecuadamente”. Pero estas vacunas han pasado todos los controles de seguridad y eficacia necesarios para poder ser administradas. 

¿Quién es Robert Malone?

Diversos mensajes en redes sociales identifican a Robert Malone como el inventor de la técnica de ARN mensajero que se usa en las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer y Moderna. Pero, tal y como confirmó Science Feedback, miembro de la red internacional de verificadores IFCN, al igual que Newtral.es, esta afirmación es engañosa. “El desarrollo de las vacunas de ARN mensajero es un trabajo de cientos de investigadores”, dicen desde Science Feedback. Malone solo contribuyó como investigador en el Instituto Salk de Estudios Biológicos (Estados Unidos) en las etapas iniciales que demostraron que el ARN mensajero podía introducirse en las células para producir proteínas. 

Otros verificadores internacionales ya han desmentido otros contenidos sin pruebas de Malone. Entre ellos, un estudio que malinterpretaba los datos de supuesta mortalidad por las vacunas contra la COVID-19 y que desmintió AFP.  

No hay evidencias científicas de que la proteína S de las vacunas sea tóxica como afirma Robert Malone

En el vídeo, Malone declara que las proteínas spike, espiga o S que se generan tras la vacunación “a menudo causan daños permanentes en los órganos del niño”, incluyendo el sistema nervioso, circulatorio y reproductivo. Específicamente, asegura que las vacunas contra la COVID-19 provocan un “reinicio genético del sistema inmunológico”. Pero no existe ninguna evidencia científica que apoye estas afirmaciones. 

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Las vacunas contra la COVID-19 de ARN mensajero contienen las instrucciones para fabricar la proteína S o espiga igual a la que utiliza el coronavirus para unirse a las células humanas e infectarlas. 

De esta forma, cuando una persona recibe la vacuna, el sistema inmunológico reconoce esta proteína viral como un agente extraño y produce una respuesta específica frente a ella. Si esta persona después se infecta, el sistema inmunológico reconoce la proteína S del coronavirus y desencadena la respuesta específica, bloqueando la infección y evitando así los síntomas graves.

Ángel Hernández Merino, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, señala que esto es “absolutamente falso”. “Ya los estudios preclínicos de las actuales vacunas de ARNm demostraron que la vida media de las moléculas de ARNm inyectadas es corta, de unas horas y unos pocos días, y que, por tanto, la síntesis de proteína S ocurre durante un periodo de tiempo recortado”, apunta Hernández Merino. Según el especialista, “la proteína es captada, metabolizada y eliminada por las células inmunes. No tiene capacidad por sí misma de producir ningún daño directo sobre las demás células del cuerpo ni órganos”.

Tal y como explicó a Newtral.es en un desmentido anterior Alejandro Pascual, científico del Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz, cuando el organismo fabrica las proteínas S a partir de las instrucciones de las vacunas, estas “no suelen circular libres” por el organismo y, si lo hacen, “no llega a tener niveles peligrosos en ningún momento”. 

“Esto ya se ha demostrado en los ensayos clínicos. Las vacunas son seguras y en ningún momento se han mostrado problemas tóxicos con esta proteína S de la vacunación”, añadió Pascual.

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Las vacunas han pasado todos los controles necesarios para poder ser administradas a niños

En el contenido viral, Malone también señala que “esta nueva tecnología no ha sido aprobada adecuadamente”. “Necesitamos al menos cinco años de pruebas e investigaciones antes de poder entender los riesgos asociados con esta nueva tecnología”, afirma.

Según Hernández Merino, esta tecnología no es tan nueva. “Las vacunas son producto de la investigación de al menos tres décadas en los campos de la biología y la química, no son fruto de la suerte. La irrupción de la pandemia llevó a la necesidad de intensificar la investigación que ya se encontraba en puertas de poder cristalizar en hallazgos y productos concretos”, explica.

Además, la vacuna sí ha pasado todos los controles necesarios y ha sido aprobada para menores de entre 5 y 11 años por todas las autoridades pertinentes. “Se ha demostrado que la vacuna es eficaz y segura para este grupo de edad”, afirma Francisco Álvarez García, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en declaraciones para el Covid Vaccine Media Hub

La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó a finales de noviembre la administración de Comirnaty (Pfizer-BioNTech) a este grupo de edad. La aprobación se basó en un ensayo clínico donde de los 1.305 menores que recibieron la vacuna, solo tres desarrollaron la enfermedad, frente a 16 de los 663 que recibieron placebo. Eso le da una eficacia del 90,7% para prevenir la COVID-19 sintomática. Como efectos secundarios, normal en todo tipo de medicamentos, los más comunes son dolor en el brazo donde se ha inyectado la vacuna, sensación de cansancio, dolor de cabeza y fiebre.   

Por eso, la EMA apuntó que “los beneficios de Comirnaty en niños de 5 a 11 años superan los posibles riesgos, especialmente en aquellos con mayor riesgo a padecer COVID-19 de forma grave”. 

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La seguridad de la vacuna se seguirá vigilando por las autoridades

Para detectar efectos secundarios más infrecuentes se necesita un número mayor de personas a las que se administre la vacuna, tal y como explicó a Newtral.es Hernández Merino.

“Por ejemplo, un medicamento causa un efecto secundario grave en uno de cada millón de dosis o personas que lo reciben (circunstancia posible con casi todos los medicamentos). En un ensayo de fase 3, última fase del procedimiento normal de autorización, pueden participar de unos pocos cientos a unos pocos miles de participantes. Es evidente que la probabilidad de que en el grupo de estudio que recibe el medicamento se encuentre esa persona de entre un millón es muy baja, prácticamente cero”, aclara el médico.

Según Hernández Merino, es la farmacovigilancia post autorización, con el uso extenso de la vacuna, cuando pueden detectarse estos posibles efectos secundarios. Por eso, para conocer la seguridad a largo plazo de esta vacuna, la Asociación Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) junto con la EMA continuará vigilando la seguridad y eficacia, al igual que la del resto de medicamentos, de forma estrecha en todas las franjas de edad. 

Por el momento, “en EEUU ya van vacunados a 5 millones de niños, sin que hayan aparecido señales de alerta”, añade el vacunólogo. 

La Asociación Española de Pediatría recomienda la vacunación en niños de 5 a 11 años

Robert Malone también cuestiona que los niños tengan que vacunarse. “La razón que te están dando para que vacunes a tu hijo es una mentira”, apunta Malone. “Sus hijos no representan ningún peligro para sus padres ni abuelos”, añade.

Álvarez García, de la AEP, señala que los niños “tienen derecho a estar protegidos contra una enfermedad que aún cursando levemente en general en ellos, puede hacerlo de forma grave”. Según un informe, la AEP recomienda la vacunación en niños para “disminuir la carga de enfermedad que supone la COVID-19 en este grupo de edad, actualmente el de mayor incidencia” con más de 600 casos por 100.000, con datos del 15 de diciembre. 

Aunque lo más frecuente es que la infección por SARS-CoV-2 curse de forma asintomática o con síntomas leves, existen formas graves, como la COVID-19 prolongada y las neumonías, señala el documento. “Además, hay que considerar los efectos colaterales que la pandemia ha tenido en los niños y adolescentes, entre los que se encuentran la falta de normalidad en la escolarización, derecho fundamental de la infancia y base imprescindible para el bienestar y desarrollo personal de cada niño, y los trastornos de salud mental que se han evidenciado como consecuencia de la pandemia”, afirma. 

La AEP advierte que “también la circulación del virus facilitada por las cohortes de población sin vacunar, como son los niños, podría facilitar la selección de variantes para las que las actuales vacunas pudieran ser menos eficaces”. 

“La vacunación de la COVID-19 debe priorizarse siempre en los adultos y en las poblaciones de mayor riesgo. La vacunación de los niños debe equilibrarse en función de la situación epidemiológica y también buscando contribuir al control de la infección en la comunidad. La vacunación infantil puede servir como protección no solo individual, sino, también, de las personas vulnerables del entorno de los niños”, concluye. 

La AEP ha publicado este viernes un informe específico sobre las afirmaciones falsas de Robert Malone, que puedes leer aquí. 

(*) Este artículo se ha actualizado con declaraciones de Ángel Hernandez Merino, pediatra miembro del Comité Asesor de Vacunas de de la Asociación Española de Pediatría

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