26 de octubre de 2013 y 11 de noviembre de 2019. 17 de enero de 2014 y 4 de mayo de 2021. Estas cuatro fechas son el epitafio político de Albert Rivera y Pablo Iglesias, los ya exlíderes de dos partidos con ideas políticas contrapuestas pero un objetivo común: “convertir la indignación en acción”, en palabras de Rivera, y en “un cambio político”, en las de Iglesias.
Y lo han conseguido, desde el punto de vista del profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Valencia y secretario general de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA), Juan Rodríguez Teruel: “Han transformado el escenario político. Dieron respuesta a la demanda de insatisfacción social con los viejos partidos a los que, sin embargo, seguían apoyando en las urnas. Iglesias y Rivera plantearon una alternativa a estos, lo que reforzó el apego institucional de los ciudadanos y añadió mayor presión a las viejas formaciones”.
Explica una idea similar Piotr Zagorski, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Colegio Profesional de la Ciencia Política, la Sociología y las Relaciones Internacionales de la Comunidad de Madrid: “El surgimiento de estos partidos está ligado al hartazgo por la corrupción de los partidos tradicionales y, aunque quizá no han logrado que se pongan las pilas, sí tomaron como bandera el denunciar este problema”.
Apenas seis años después ninguno de los líderes que encabezaron Ciudadanos y Podemos siguen en política, pero Rodríguez Teruel considera irreversible el cambio que generaron: “Es muy difícil que se pueda volver atrás. Es como la pasta de dientes. Una vez la has sacado del tubo no se puede volver a introducirla”.
Consecuencias electorales: el fin del bipartidismo
Hasta las elecciones generales de 2015, PP y PSOE superaban por sistema el 70% del porcentaje del voto, lo que abocaba a una dinámica de alternancia en La Moncloa entre populares y socialistas.
Sin embargo, la irrupción de morados y naranjas cambió este patrón bipartidista, que tocó su suelo en los comicios del 28 de abril de 2019 cuando PP y PSOE sumaron el 45,3% de los votos y 189 de los 350 diputados.
Sus resultados en la repetición del 10-N (48,8%) mejoraron ligeramente, pero se hizo evidente que el Gobierno ya no iba a ser monocolor. Si en el anterior ciclo electoral Ciudadanos optó por apoyar desde fuera al Ejecutivo de Rajoy, esta vez Unidas Podemos exigió entrar en el Consejo de Ministros, el primero de coalición en democracia.
Este multipartidismo es una de las “contrapartidas” del nuevo sistema político que, según Juan Rodríguez Teruel, “no son necesariamente negativas” y a la que “los partidos tienen que adaptarse porque dificulta las decisiones que antes se tomaban fácilmente”, como la renovación de los órganos del Estado o los acuerdos parlamentarios para aprobar una iniciativa.
Consecuencias territoriales: más gobiernos de coalición que monocolores
Tradicionalmente las coaliciones eran más habituales a nivel local y autonómico que en el plano nacional y la llegada de Podemos y Ciudadanos terminó por generalizarlas también este ámbito. De hecho, en la actualidad el número de ejecutivos autonómicos de coalición duplican a los de una sola formación.
En la mayoría de los casos las coaliciones se dan siguiendo una “lógica de bloques” y no de “alternancia”, apunta el profesor de la Universidad de Valencia. Las formaciones llegan a acuerdos con partidos de su misma ala ideológica pero, a nivel general, no existe uno que sea capaz de pactar con dirigentes de ambos lados: “La alternancia depende de que haya partidos que siempre están y actúan como bisagra. Ciudadanos lo intentó al principio, pero después renunció a ello para tratar de fagocitar al electorado del PP”.
Precisamente, bajo el mando de Inés Arrimadas se ha tratado de recuperar ese papel. Se ha visto en el Congreso durante la negociación -sin éxito- de los Presupuestos o, más recientemente, en el acuerdo para presentar una moción de censura contra el Gobierno de Fernando López Miras (PP) en Murcia. La medida quedó, sin embargo, desactivada por el pacto posterior que los populares hicieron con tres diputados tránsfugas de Ciudadanos.
Consecuencias políticas: desintermediación e identificación negativa de los ciudadanos
Las consecuencias de morados y naranjas no solo han repercutido en quién ejerce el poder, sino también en cómo se llega a él: “Han dado lugar a un nuevo escenario político marcado por una rivalidad muy elevada, el uso de las nuevas tecnologías o la desintermediación con el votante”, explica Juan Rodríguez Teruel.
Todo ello, coinciden los dos expertos, ha cristalizado en el actual clima de crispación: “Protagonizan debates broncos y emplean grandes palabras. No dicen nada pero producen una sensación de crispación y de identificación negativa en los ciudadanos”.
Lo que explica Rodríguez Teruel se demuestra en el barómetro que el Centro de Investigaciones Sociológicas ha publicado sobre la campaña electoral del 4-M. El 94% de los encuestados creían que había “mucha” o “bastante” crispación y tensión política y señalaban dos principales responsables: Pablo Iglesias (39,8%) y Rocío Monasterio (31,9%), si bien la percepción variaba notablemente en función de los gustos electorales de los votantes.
Consecuencias internas: hiperliderazgos y carreras políticas más cortas
Finalmente, Podemos y Ciudadanos comparten otro aspecto común: lo ‘poco’ que duraron sus líderes, apenas seis años desde que llegaron a la política nacional. “Los liderazgos de primera, segunda y tercera fila de los principales partidos son especialmente vulnerables. En muchos casos tienen carreras más cortas fruto del escenario político que han creado” y se caracteriza por una sobreexposición permanente, apunta el experto de la Universidad de Valencia.
En el caso de Albert Rivera y Pablo Iglesias, Juan Rodríguez Teruel añade un factor más: el “rol de hiperliderazgo” explotado por ambos. “Les hace todavía más vulnerables y les deja muy poco margen de actuación. En su caso, seis años equivalen a lo que antes eran diez”.
Con todo, Piotr Zagorski marca una diferencia entre las dos despedidas: “La de Iglesias quizá se adelantó por las elecciones del 4-M, pero era premeditada; llevaba tiempo preparando la transición. Sin embargo, la de Rivera fue de repente provocada por la debacle electoral del 10-N”.
El reto de sobrevivir más allá del líder
“Una vez un partido ha entrado en las instituciones, el siguiente reto al que se tiene que enfrentar es ver si es capaz de sobrevivir al líder que lo ha creado”, explica el profesor de la Universidad de Valencia. Precisamente, esto es lo que intenta hacer Ciudadanos desde la marcha de Rivera y al que tendrá que hacer frente quien suceda a Iglesias.
En el primer caso, Rodríguez Teruel muestra sus dudas, sobre todo a partir de la fuga de cargos naranjas. Respecto al segundo, piensa que Podemos lo puede tener más fácil puesto que su electorado partía del de de una formación ya existente: Izquierda Unida. “En el caso de Ciudadanos no solo tuvo que formar un partido, además debió crear un nuevo espacio político”.
Fuentes:
- Ministerio del Interior: Resultados de elecciones generales
- CIS: Encuesta Metodológica. Elecciones Comunidad de Madrid 2021 (PDF)
- Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Valencia y secretario general de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA)
- Piotr Zagorski, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Colegio Profesional de la Ciencia Política, la Sociología y las Relaciones Internacionales de la Comunidad de Madrid (COLPOLSOC)