El ‘padre’ de los chips modernos ve más riesgo en una bombilla inteligente que en la IA

Pódcast sobre bombillas inteligentes y riesgos de chips con Sangiovanni Vicentelli
Tiempo de lectura: 9 min

En 2017, una universidad entera de EE.UU. dejó de funcionar. Un aparente ciberataque tumbó todas sus conexiones. Su particular internet de las cosas volvió inútiles a sus lámparas, sistemas de climatización, o puertas automáticas; todos ellos, dispositivos conectados. El sistema central se saturó después de que alguien se dedicase a hacer en la red búsquedas masivas sobre marisco. Un ataque de denegación de servicio. Un ataque liderado por… una máquina de refrescos en riesgo contagiado por una legión de bombillas inteligentes.

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El suceso, investigado por Verizon, ejemplifica los riesgos de la segunda explosión de los chips ligada al internet de las cosas, en donde las bombillas son las reinas. Varios estudios, desde 2020, han puesto de relieve sus vulnerabilidades. Por fortuna “se están tomando cartas en el asunto”, dice una de las personas que ahora mismo evangeliza al respecto y elaboró un informe sobre el riesgo de bombillas y otros dispositivos con chips inseguros para la AAAS: Alberto Sangiovanni Vincentelli, el inventor de los procesos tras los microchips actuales. El hombre que permitió su industrialización masiva.

En este capítulo de Tampoco es el fin del mundo charlamos con él, aprovechando su visita a Bilbao para recoger el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA de 2023, en un momento en que el mundo sale de su gran crisis de los chips. “Se ha superado, pero este es un mercado de altibajos”, muy ligado a picos de demanda, como el de la pandemia. Aunque ahora han entrado “en el tablero geopolítico; la principal fabricante TSMC (56% del mercado) está en Taiwán”. Y China no le quita ojo.

El internet de las cosas multiplicará “exponencialmente” la demanda de chips para bombillas o tecnologías de transporte. “Y se multiplicará el riesgo, por ejemplo de tumbar una red eléctrica [por cibercriminales], eso ya ha ocurrido”. Ahí existe una amenaza real, aunque los focos estén en la IA. En este capítulo, Sangiovanni Vicentelli desgrana su visión del futuro, en que no descarta una posible vida sintética hecha a base de chips como los que inventó, pero de ADN.


Escucha la entrevista completa y la historia de los chips y las bombillas vulnerables en este capítulo de Tampoco es el fin del mundoun pódcast donde podrás escuchar al ingeniero robótico Raúl Rojas, la CEO de InBrain Carolina Aguilar y el físico Ignacio Mártil. Narrado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa con la producción de Xulio Rodríguez. Suscríbete en tu plataforma favorita.

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  • P: ¿Cómo vivió la última crisis de los chips y cómo están las cosas hoy ? ¿Hay riesgo de una nueva crisis o colapso para los dispositivos electrónicos?

  • R: Ahora mismo, la industria de los chips está pasando por una fase negativa. Las ganancias y las ventas de chips están bajando. Hemos visto estos altibajos desde la década de 1960, porque cada vez que aparece una nueva aplicación, todos necesitan más chips. Siempre ha sido así, aunque el número de aplicaciones de la tecnología está aumentando.

    El origen de esta crisis estuvo en la pandemia. Se puso en serios problemas a la cadena de suministro. Todo esto estaba bajo estrés. Durante la pandemia se disparó el consumo de productos de comunicación y entretenimiento. Y eso hizo que los gobiernos pensaran en lo crucial que es la industria de los semiconductores. A veces la gente no se da cuenta de que todo lo que hacemos y tenemos hoy se basa en chips. Que realmente se los puede considerar como el principal motor de todo lo que hacemos, desde la informática hasta la comunicación y el entretenimiento.

  • P: Entonces, en un mundo en el que podríamos pensar que habrá una explosión de dispositivos conectados en todas partes ¿la industria y las próximas tensiones geopolíticas van a venir por el lado de los chips?

  • R: La fabricación de la mayoría de los chips del mundo se realiza en Taiwán. Si realmente hay presión por parte de China para tomar Taiwán, entonces el mundo entero estará bajo presión. No sabemos qué pasará con la capacidad de fabricación que hay en Taiwán.

    Se ha propuesto una ley de los chips en Estados Unidos y en Europa, pero también en la India. Se trata de distribuir de manera más equitativa la capacidad de fabricación de semiconductores en otras partes del mundo, aparte del Sudeste Asiático. Es que la fabricante TSMC, en Taiwán, es la número uno en el mundo, pero la número dos es la surcoreana Samsung. Casi todo se concentra en una región del mundo.

  • P: En un mundo donde el mantra es la digitalización y el uso masivo de chips conectados a la red, ¿hay un aumento exponencial de los riesgos de ataques cibernéticos?

  • R: Sí, absolutamente. Nada de esto es nuevo. Por ejemplo, si nos fijamos en la infraestructura de distribución de energía, los sistemas eléctricos de escala vertical son muy viejos y no están protegidos. Así que es fácil para alguien tomar el control. Lo vemos en Ucrania, pero también hemos visto en Estados Unidos. Ha habido al menos tres incidentes en los que se ha caído el sistema de distribución de energía.

    Cuando llega el internet de las cosas de uso cotidiano, vemos que cada bombilla puede ser un microprocesador, lo creas o no. Se conoce el caso de un ataque en las telecomunicaciones de Estados Unidos que se inició a partir de bombillas corrientes que tenían conexión a la red. Cada uno de estos chips de las bombillas enviaban mensajes a internet, saturando y tumbando el sistema.

    Ahora bien, hay gente trabajando en la solución. Hay un gran movimiento hacia la creación de infraestructuras y dispositivos más seguros, más difíciles de piratear.

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  • P: El internet de las cosas cotidiano, si no es seguro, puede dejarnos sin internet durante un día, pero un implante cerebral… ¿Vamos conectando cosas cada vez más sensibles sin sensibilidad a la ciberdelincuencia?

  • Hay que tener esa sensibilidad. Cuando vas al taller para ver si hay algún problema con tu coche, hay una especie de enchufe donde conectan tu vehículo a un ordenador y hace el diagnóstico. Bueno, ese lugar de conexión puede distribuir virus por todas partes. Un coche tiene unos 200 puntos débiles. Y ese coche puede ir esparciendo el virus. Pero nuevamente, invirtiendo, invirtiendo, invirtiendo… estas debilidades se pueden ir eliminando de manera lenta pero segura.

  • P: ¿La IA puede añadir amenazas a esas vulnerabilidades físicas o contrarrestarlas?

  • R: En los grandes modelos de lenguaje de los que tanto escuchamos hablar, como GPT, estamos hablando de billones de parámentros. Entonces, si estoy interesado en piratear tu cámara, puedo desencadenar un modelo de aprendizaje automático para tratar de encontrar su debilidad y, si tengo suficiente potencia informática, es posible que pueda encontrar esta debilidad y luego atacarla. Pero podría hacerlo con cualquier otro enfoque matemático. Yo recomendaría estudiar y desarrollar un algoritmo específico para ese problema de seguridad.

  • P: Desde el punto de vista social, ¿comparte usted las preocupaciones de las grandes empresas de IA y los enfoques de regulación que se están planteando en Europa?

  • No es la tecnología per se. El gran problema es, de hecho, la ganancia de potencia informática que hay detrás de la IA y el hecho de que alguien pueda usar esa potencia informática para hacer mal. Pero el problema no es la IA, es la mente humana. Más que inteligencia artificial, prefiero llamarla inteligencia aumentada, porque le ofrece a una persona mucha más potencia de procesamiento…  incluidas muchas más cosas malas. Pero esto siempre ha sido así desde que nació la humanidad.

    A veces la gente dice detengamos la ciencia y la tecnología. Eso es imposible, en primer lugar, porque entonces matas a toda la ciencia. Un científico que está tratando de encontrar una respuesta busca por todas partes. Y si le dices que no hagas eso, se acaba todo. Pero es que además es inútil. Lo que deberías hacer es regular el uso de la tecnología de tal manera que puedas hacer cosas que no sean malas. Pienso que se podría regular que un modelo de IA no pueda buscar en ciertos sitios porque tienen mal contenido.
  • P: Inteligencia artificial, chips y biochips. Bioingeniería. Hoy ya se implantan en cerebros, al menos experimentalmente. ¿Algún día veremos disueltos los límites técnicos entre la vida natural y artificial y nos enfrentaremos a una redefinición de la vida misma?

  • R: Realmente no lo sé. Esa es la respuesta más precisa que te puedo dar. Lo que creo es que somos capaces de crear formas de vida que no existen en la naturaleza. Biología sintética. Así que, si se consigue hacer con bacterias lo que yo hice con los chips, un sistema de fabricación sencillo, combinando fragmentos de ADN, entonces se abre todo un campo de caminos de tecnologías bacterianas. Pero no es tan fácil como parece.

    ¿Y cuál es la diferencia entre la vida artificial y la vida real si la miras desde fuera y es lo mismo? Simplemente que uno ha sido diseñado y el otro es resultado de la evolución. Nada más. Pero más interesantes son las capacidades de interacción entre el mundo digital y nuestro ser físico. Por ejemplo con parapléjicos que han vuelto a caminar sólo con el uso de su cerebro.

  • ¿Quizás podamos construir un día un cerebro multifuncional completo? ¿O eso es imposible?

  • Huy, eso, lo dudo mucho. Quizás con la tecnología del futuro sea posible crear un cerebro artificial pero no lo veamos funcionar; porque el ser humano está formado por los sentidos y la experiencia. Yo creo que nuestro cerebro es un motor. Y lo que pones en el motor es el resultado de aquello con lo que interactúas. Así que si te pones a inventar, al final tienes que desarrollar un ser humano entero artificial, no sólo un cerebro artificial.

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