Retirar vegetación de barrancos o más cemento: las (falsas) soluciones ante riadas

Toneladas de cañas arrastradas hasta la playa de Marianet | J. Guillén, Efe
Toneladas de cañas arrastradas hasta la playa de Marianet | J. Guillén, Efe
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Ríos de cañas y barro han puesto imagen presente y trágica a la ficción de Blasco Ibáñez. Los cauces de barrancos y las lagunas o playas donde desembocan se han convertido en estampas atravesadas de varas, restos de vegetación arrastraos por el agua en los barrancos. ¿Hubiera sido menos grave el efecto de estas danas de estar los cauces limpios? La pregunta tiene algo de trampa.

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El conseller de Agricultura de la Comunidad Valenciana, Miguel Barrachina, afirmó el pasado domingo que el “prohibicionismo” de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) impide a los ayuntamientos la limpieza en sus cauces y barrancos, lo que, según ha defendido, minimizaría el riesgo de inundaciones.

  • Lo que dice la norma. En 2020, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente precisaba cómo actuar a este respecto. En la instrucción se detallan no sólo las competencias, sino que se apela a la limpieza de los cauces (incluidos barrancos) y el mantenimiento de la vegetación, conforme a la guía de 2019. Es decir, sí se contempla la retirada de especies invasoras como las cañas, entre otras medidas.
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La vegetación que sí ayuda en un cauce en caso de crecida del barranco

Desde CREAF, el investigador de la UB experto en gestión del medio acuático Pau Fortuño destaca que muchas veces, cuando se habla de limpiar los cauces, se hace referencia a retirar toda vegetación de los barrancos y rieras. “Esto es un error hidrológico y ecológico grave”. La caña invasora de gran tamaño y abundancia se fractura y termina arrastrada hasta pilares de puentes y desembocaduras, agravando los problemas.

Pero hay especies autóctonas que sí pueden minimizar el impacto de una riada, como el carrizo, más flexible. También las leñosas de ribera típicas, como los chopos. Aunque en cada ecosistema habrá unas mejores que otras. El arbolado produce sombra que frena el crecimiento de las perjudiciales invasoras.

Lo que hay que retirar de los cauces para evitar peores riadas

Para disminuir las consecuencias de las riadas es necesario “que los cauces no estén ocupados por casas, naves, vías o muros de contención y que tengan márgenes suficientemente anchos para crecer y decrecer sin poner en peligro a la población”.

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  • Hay cosas que no son blanco o negro. Hay consenso en lo de no ocupar zonas inundables. Pero hay debate técnico sobre las soluciones para evitar males mayores, una vez hay población que vive o trabaja en esas zonas.

Juan Ballesteros (MNCN-CSIC), investigador especializado en riesgos hidrológicos, destaca que lo lógico es dar espacio a las corrientes de agua para que puedan inundar zonas naturales, laminar avenidas a través de vegetación y, en algunos casos, de obras. “Pero todo esto tiene un umbral de protección” y la emergencia climática complica las soluciones. ”No podemos meter más presión al sistema con más elementos superpuestos y que no son fiables al 100%”, apunta en un briefing del SMC de España.

El ingeniero y profesor de la UPCT Sebastián Guillén apunta que “las zonas afectadas el 29 de octubre ya estaban identificadas como áreas con riesgo potencial significativo de inundación”. Todas, por ”cauces poco o nada regulados”.

A su modo de ver, ”las presas de laminación y encauzamientos (como las del Río Segura), si bien se pueden ver sobrepasadas, reducen significativamente los efectos negativos de una riada”. Pero él también pone el foco en la construcción en zonas inundables o muy cerca de barrancos, con o sin vegetación.

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El catedrático de Geografía Física de la UA Jorge Olcina destaca el problema que tenemos con todo lo construido bajo en (des)amparo de normativas antiguas o inexistentes. Los éxodos rurales, las burbujas inmobiliarias y el desarrollismo dejan un legado de construcciones que han alterado cursos naturales y desafiado a la primera línea de costa, que ahora se cobra sus daños en los temporales. “Hay que plantear en algunos casos el traslado de población”.

En declaraciones a Efe, el catedrático de Ingeniería Hidráulica de la UPV, Félix Francés, destaca cómo la dana de Valencia ha tenido características de inundación relámpago. Y eso lo complica todo, incluso para las infraestructuras con las que nos manejábamos hasta ahora.

  • Tres cosas ‘nuevas’ que lo complican todo. Las velocidades que toma el agua, los picos de caudal y el transporte enorme de sedimentos, cañas y basura elevan la densidad del flujo hídrico y, según el catedrático, favorecen la flotabilidad y arrastre de objetos que encuentra al paso de la riada. Esa es, también, la limpieza en la que poner el foco.

Cómo (re)construir ante las danas de la emergencia climática

Las proyecciones climáticas apuntan a que las danas serán (ya lo son) más frecuentes y destructivas en el litoral mediterráneo. En este sentido el profesor José María Bodoque (UCLM) habla de mejorar resiliencia de la infraestructura urbana: Además de no construir en zona inundable, contar con barreras de contención y compuertas antiinundación y elevar de la cota de acceso a la primera planta del edificio. Bodoque desarrolla estas ideas en un artículo de análisis en The Conversation, al igual que el profesor Daniel Jato (UV), que defiende implantación estratégica de soluciones basadas en la naturaleza.

“Se pueden generar redes de infraestructura verde y azul con mejor gestión del agua de lluvia”, tratando de captarla justo donde cae, lo cual no deja de complicarse en escenarios de emergencia climática, donde aumenta la incertidumbre y la torrencialidad.

  • El mito de las presas: Además de que es un bulo que la voladura de presas ha provocado a agravado los efectos de esta dana, la retirada de pequeños obstáculos para el agua, en algunos casos, sirve justamente para evitar mayores daños. Recuerda Fortuño un caso de éxitos:  la retirada de canalizaciones y el retorno del río a su canal natural en el Arga, en Navarra. 

Carolina Boix (CEBAS-CSIC) extiende la medida a toda la cuenca:  ”deben convertirse en una especie de esponjas que absorban el agua, reduciendo la velocidad y energía de las corrientes e intentando que no se conviertan en coladas de barro”.

Fuentes