«El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó lo que muchos consideran la Carta Magna de la Humanidad. El primer artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Los principios fundamentales expresados en estas 30 cláusulas nacen de los horrores de la guerra y son el resultado de siglos de reflexión sobre los derechos de las personas más allá de diferencias de pensamiento, género, raza o religión, entre otros. Sin embargo, los derechos fundamentales establecidos en esta declaración son sistemáticamente infringidos por algunos gobiernos.
Aunque los orígenes de ciertos derechos podrían remontarse al año 539 a.C. cuando el emperador persa Ciro el Grande liberó a los esclavos y proclamó la libertad religiosa al conquistar Babilonia, la implementación efectiva de estos principios dista significativamente de la realidad iraní actual.
A lo largo de las cuatro décadas de existencia de la República Islámica, los derechos humanos en Irán han sido violados de diversas maneras, desde la aplicación de la pena de muerte y la eliminación física de disidentes internos y externos hasta la represión de ciudadanos que protestan, grupos étnicos, religiosos como los bahá’ís, periodistas y activistas políticos. También se evidencian detenciones y violencia contra mujeres y niñas en lugares públicos.
Algunos analistas afirman que la crisis económica y política, junto con la falta de legitimidad del gobierno iraní, se han vuelto tan extensas y profundas que han obligado al régimen a retroceder en su política exterior. La República Islámica de Irán ocupa el primer puesto en el ranking mundial de países con mayor número de ejecuciones de menores de 18 años. La Organización de Derechos Humanos de Irán, que actualiza sus cifras a diario, informó de que al menos 152 personas fueron ejecutadas en el país desde el inicio del conflicto entre Israel y Hamás en Gaza.
La pena de muerte, considerada la violación más severa de los derechos humanos en el derecho penal, ha sido abolida o restringida significativamente en su aplicación en más de 170 países en todo el mundo. Sin embargo, el régimen iraní sigue usándola como herramienta para intimidar a la sociedad. La pena de muerte se aplica para una amplia gama de delitos o conductas categorizadas como criminales, tales como consumo de droga, homicidio intencional, secuestro, relaciones sexuales fuera del matrimonio, homosexualidad o acusaciones como las de moharebeh (enemistad contra Dios) y de «corrupción en la tierra». Además, en el último año, desde septiembre de 2022 hasta septiembre de 2023, especialmente después del inicio del movimiento Mujer, Vida, Libertad, al menos 761 personas en todo el país han sido ejecutadas. Entre ellas, destaca el nombre de nueve ciudadanos detenidos durante este levantamiento.
En respuesta al descontento generalizado de la población, el régimen iraní ha intensificado una represión que ha incluido ejecuciones masivas, detenciones arbitrarias y la persecución de los seguidores de la religión bahá’í y de diversos grupos étnicos, así como la emisión de sentencias severas contra activistas civiles.
Cabe destacar que los expertos de las Naciones Unidas han instado a las autoridades de la República Islámica a poner fin al hostigamiento y la persecución de minorías religiosas, especialmente los bahá’ís, y a dejar de utilizar la religión para restringir los derechos humanos fundamentales. Javaid Rahman, el relator especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Irán, y otros seis expertos de la organización han expresado también su profunda preocupación por la intensificación de las persecuciones sistemáticas contra los seguidores de esta minoría religiosa en Irán.
El Gobierno iraní ha detenido desde principios de octubre a más de 40 personas, dos tercios de ellas mujeres jóvenes de entre 20 y 30 años; algunas han sido separadas de sus hijos pequeños, por lo que la detención se considera una forma de “tortura infantil”. Otras 1.200 están atrapadas en medio de juicios fraudulentos relacionados con incidentes de persecución o han sido condenadas y esperan una citación para ingresar en prisión, lo cual forma parte de una estrategia para sembrar más angustia e inestabilidad en los individuos y sus familias.
En las últimas semanas, 26 bahá’ís han sido condenados a 126 años de prisión. El duro trato que reciben los bahá’ís en prisión se extiende incluso a la denegación de permisos para asistir a los funerales de progenitores fallecidos. Un caso destacado es el encarcelamiento y condena a una segunda década de prisión bajo cargos de espionaje en favor del gobierno de Israel de Fariba Kamalabadi, Mahvash Sabet y Afif Naeimi, exmiembros del grupo Yaran (un grupo interno de liderazgo bahá’í que durante casi 20 años cuidó de la comunidad bahá’í iraní con pleno conocimiento del Ministerio de Inteligencia de la República Islámica). En la primera semana de noviembre de 2023, los agentes de seguridad iraní realizaron redadas y allanamientos en más de 20 hogares de bahá’ís en las ciudades de Karaj y Hamadán, con lo que llegan ya a casi 100 casos desde octubre. Estos actos se llevan a cabo cada vez con más violencia física, insultos y acosos verbales, como ha reportado la Comunidad Baha’í Internacional en el caso de un menor golpeando ante los padres y la abuela porque intentó oponerse a quienes allanaban el domicilio. También se ha informado de que cinco ancianas bahá’ís están entre aquellas cuyos hogares fueron atacados esta semana. Una de ellas padece la enfermedad de Alzheimer, otra fue trasladada al hospital después de disturbios causados por el ataque de las fuerzas de seguridad, y otras dos son viudas de hombres ejecutados por el régimen islámico después de la Revolución de 1979.
Con el recrudecimiento de la represión y el abuso hacia mujeres sin velo, así como la difusión de imágenes de la extensa presencia de las fuerzas conocidas como «guardianes del velo» y la policía en la entrada del metro de Teherán, muchos usuarios han comparado en las redes sociales esas nuevas coacciones, en alusión al asesinato de Armaita Garavand en el metro, con la creación de un “túnel del terror” para las mujeres que se resisten a llevar el velo obligatorio. El hashtag #Túneldeterror se volvió tendencia en la plataforma X en persa. Incluso algunos usuarios religiosos reaccionaron negativamente a esta acción del gobierno y declararon que no se puede imponer por la fuerza el velo a las mujeres en las calles. Ha comenzado una nueva ola de represión con violencia creciente contra mujeres que se resisten a utilizar el velo.
Durante este período, se han difundido en las redes sociales y los medios de comunicación numerosos informes. A modo de ejemplo, el noticiero de Amir Kabir, un medio estudiantil de la Universidad Amir Kabir, describió de este modo la intensa presencia militar para imponer el velo obligatorio en la zona teheraní de Valiasr: “Hoy, más de 100 fuerzas de civil se desplegaron alrededor de esta zona. Asimismo, en la salida del metro, muchos «guardianes del velo» con bolsas que contenían pañuelos y mascarillas se dirigieron hacia las mujeres. La siguiente narración proviene de la página Gershad, que habitualmente documenta la represión en palabras de las afectadas: «Ayer, alrededor de las 5 de la tarde, en la estación de metro Teatro de la Ciudad, varios hombres y mujeres mayores, vestidos de manera oficial, me rodearon para obligarme a llevar el velo que, de manera forzada, tuve que ponerme».
“Uno de ellos, un chico muy joven, me empezó a tocar y me tiró al suelo. Así es como lo hacen. Te encuentran sola y van a por ti. Estaba furiosa”. Otro usuario de Gershad comentó al respecto: «En el metro, no nos permiten viajar sin velo en la parada de Plaza de la Revolución. Algunos funcionarios, bajo el pretexto de que hay que llevar el velo, sacaron a la fuerza varias personas de la estación del metro y les dijeron que debían ponérselo. Un agente también sostenía una cámara y estaba grabando. Decía que debías quitarte la mascarilla y las gafas, debías ser identificable en el vídeo y la foto.” A pesar de todos los esfuerzos del gobierno para imponer el velo obligatorio, las mujeres se han mantenido firmes y dicen: «Habéis creado el túnel del terror, pero ya no tenemos miedo de nada. Asesinasteis a Mahsa y Armaita, ya no hay vuelta atrás”.
Este túnel del terror se puede comparar con las condiciones generales del país. El aumento anual en el número de ejecuciones en Irán, la represión de bahá’ís, la detención de miembros de grupos étnicos, activistas sociales y ciudadanos comunes o la opresión de mujeres y niñas en las calles y el metro son como un túnel del terror que la República Islámica ha estado implementando durante los últimos 44 años para infundir miedo en la sociedad. Si hasta ayer existía la posibilidad de detenciones o ejecuciones, las protestas del año pasado y el asesinato de más de 550 ciudadanos, junto con las muertes de Armaita Gharound y Mahsa Amini, demuestran que nadie, ni siquiera los ciudadanos comunes, está a salvo.
Este túnel de la muerte reclamará nuevas víctimas cada día mientras siga en pie la República Islámica, un régimen totalitario basado en el ejercicio descarnado de la violencia. Las fuerzas fundamentalistas que constituyen el núcleo de la República Islámica han respaldado desde el principio estas actuaciones. Sin embargo, pese a las demostraciones de poder y el abuso de la coacción, se observa una desmoralización que preocupa a los dirigentes; y esa inquietud es puesta de manifiesto por la magnitud de la represión contra los opositores. La política de la doctrina del shock se sigue tanto en la política interna como externa por el régimen Islámico. Dicha doctrina supone la aplicación sistemática de golpes y se basa en la lógica de la sorpresa, la intimidación y la propaganda.
La táctica política más importante de esta doctrina es la represión y la gestión de la seguridad de los activistas dentro y fuera del país. El asesinato de figuras opositoras es un ejemplo de la implementación de la doctrina del shock. Nadie debe atreverse a oponerse a la República Islámica fuera del país. En asuntos exteriores, también prevalece la doctrina del shock. Para ello, la expansión de fuerzas proxy y la proliferación de armas disuasorias y aterradoras son fundamentales.
Jomeini, el hombre de la revolución del 1979, consideraba la guerra como una “bendición”. Después de él, Alí Jamenei elogia la guerra y alaba sus ventajas en muchas ocasiones. La clave de sus palabras se encuentra en esta frase: «El sistema después de la guerra ha sido mucho más poderoso que al principio de la guerra». Así, utilizando la guerra como pretexto, Jomeini reprimió a los opositores y consolidó un régimen militar en Irán. Con certeza, se puede afirmar que la República Islámica continuará siendo una fuente de crisis. A nivel interno, la necesita como el aire para mantenerse. Un gobierno sumido en una crisis de legitimidad y presa de la inestabilidad interna no puede basar su permanencia en el éxito a la hora de expandir o ampliar sus relaciones exteriores. Ejemplos como los proporcionados por la Unión Soviética, el gobierno de Muammar Gaddafi y otros regímenes con extensas relaciones exteriores ilustran que es imposible mantener la estabilidad frente una crisis interna de legitimidad y que en tales casos sobreviene, de un modo u otro, el colapso.
Ryma Sheermohammadi es traductora, activista de derechos humanos y conferenciante. Twitter: @rsheermohammadi
Fabuloso articulo Rima. Guia para compartir con todo aquel que quiera oír pero sobre todo que tenga oídos que escuchen
¡Qué majos! 17.500 palestinos, entre ellos más de 5000 niños, 1.8 millones refugiados por el régimen sionista. Todo desde el 7 de octubre. Y lo que marca los derechos humanos es el Irán. ¡Si señor! Lo vuestro es periodismo de auténtica calidad.
El majo eres tú, que ni das la cara
Davant d'aquest horrorós panorama, em pregunto quina solució pot tenir?