“Hasta las tetas de hacerte las croquetas” o “Manolo, Manolito, la cena tú solito” son dos de las proclamas que las feministas entonan desde hace años en las marchas del 8M. ¿El motivo? La desigualdad en el reparto de tareas del hogar. Según un estudio sobre la brecha de género en el trabajo productivo y reproductivo (Observatorio Social La Caixa, 2023), las mujeres dedican 780 horas más al año a los cuidados que los hombres.
Esta misma investigación cifraba la brecha de género en 15 horas semanales más las que ellas dedicaban a los cuidados. “El tiempo es algo que mujeres y hombres no compartimos por igual en esta sociedad”, decía la secretaria de Estado Ángela Rodríguez durante la presentación de la app MeToca, cuyo objetivo es que en los hogares haya un reparto de las tareas del hogar más equitativo. De esta forma, la aplicación permite no solo medir cuánto tiempo se dedica a cada tarea, sino quién hace cada una de ellas.
Como explica a Newtral.es Teresa Jurado, socióloga e investigadora en la UNED, “la desigualdad en el reparto empieza por la forma en que se distribuyen, de forma segregada”. “Nuestros estudios muestran que limpiar el baño o planchar es lo que menos hacen los hombres. Puede que dediquen tiempo a tareas domésticas, pero tienen más que ver con ir a comprar, hacer deberes con los niños o jugar con ellos”, añade.
Externalizar o distribuir: los conflictos en pareja
“La corresponsabilidad en los hogares es mayor que hace décadas”, tal y como apunta a Newtral.es Sara Moreno, socióloga e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB). De hecho, la desigualdad en el reparto de tareas del hogar se ha reducido ligeramente a raíz de la pandemia. Según el reciente estudio del Observatorio Social La Caixa, “los hombres dedican de media tres horas más a la semana al cuidado de los menores, y las mujeres tres horas menos”.
“La mayor exposición a las responsabilidades familiares durante el confinamiento y la promoción de prácticas laborales más flexibles podrían ser responsables de la mayor implicación de los hombres en los cuidados domésticos”, exponen las autoras de la investigación.
Una de las razones que explicarían la mayor corresponsabilidad ahora que en generaciones anteriores es “la reducción de las tareas domésticas y los cambios de estilo de vida”, según Sara Moreno. La socióloga apunta que “ahora se cocina menos que antes porque hay otro tipo de dietas y porque se tira de platos preparados”. “Además, los estándares de limpieza del hogar han cambiado también. Por ejemplo, no se plancha la ropa y las unidades familiares tienen menos miembros, por lo que la carga se reduce. Por otro lado, hay mayor conciencia de que hay que compartir el trabajo reproductivo, especialmente en lo relativo al cuidado de menores”, añade.
La socióloga Teresa Jurado considera que poder añadir más tareas y poder puntuar del 1 al 3 el esfuerzo que supone cada una es un punto a favor de la app del Ministerio de Igualdad: “Hay desequilibrios que, si no se verbalizan, generan conflictos. No son cosas mundanas, la organización de un hogar es muy importante”.
En este sentido, la investigadora Sara Moreno puntualiza que a menudo “surge una tensión entre la falta de confianza y la falta de compromiso”: “Ellos consideran que hay una falta de confianza por parte de ellas porque supervisan lo que hacen, por ejemplo, entran a la cocina y miran a ver cómo la limpian. Y ellas sienten que ellos han intentado hacer lo mínimo y que se escaquean, que limpiar no es solo pasar un trapo”.
Por ello, otro de los cambios generacionales es la externalización de tareas del hogar: “Es una forma de gestionar el conflicto. Al final, la realización de las tareas del hogar tienen un componente subjetivo: quizá un miembro de la pareja considera que el suelo hay que fregarlo cada semana y el otro miembro cada tres semanas. O que hay una forma mejor de doblar la ropa para que no se arrugue. Externalizar eso, contratando a una persona para que haga esas tareas por ti, es no abordar el conflicto realmente”, añade Moreno.
Tener hijos: más desigualdad en el reparto de tareas del hogar
Este conflicto se intensifica con la llegada de una criatura al hogar. “Al aumentar el trabajo doméstico, se acentúan ciertos patrones o reaparecen las tensiones evitadas”, apunta Sara Moreno.
No solo eso: con un bebé en el hogar, se desequilibra el reparto de las tareas del hogar o aumenta la desigualdad, como apunta a Newtral.es Sílvia Claveria, politóloga e investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid: “Sabemos que incluso en parejas que eran igualitarias antes de la llegada de un hijos, los tiempos de dedicación a las responsabilidades de cuidados se han descompensado al ser padres”. Antes de la igualación de los permisos por nacimiento de un hijo, el permiso de maternidad era mayor y se asumía desde el inicio. Por eso, Claveria explica que “así se asumía de manera natural la responsabilidad de la mujer de hacer las nuevas tareas”. “Además, como ellas las han ido haciendo desde el principio, son más eficientes realizando esas tareas, así que siguen asumiéndolas a lo largo del tiempo”, añade.
A pesar de que los permisos ahora sean iguales e intransferibles, todavía existe una desigualdad de género en los hogares, como explica Marta Domínguez, socióloga e investigadora en el Instituto de Estudios Políticos de París Sciences Po: “Es común que los hombres asuman nuevas responsabilidades, sí, pero las más flexibles y lúdicas, mientras que las mujeres asumen las más tediosas y rígidas. Sobre todo, si el reparto de tareas del hogar era algo frágil, con la paternidad y maternidad se acentúa esa fragilidad”.
Para Sara Moreno “es evidente que hay una mayor implicación de los hombres en el cuidado de menores”: “Ya no hay esa figura prevalente de padre ausente, ahora es más el padre satélite. Se implica más, pero no está 100% presente”, añade.
La socialización de género y la carga mental
La psicóloga y escritora feminista Anna Freixas parafrasea a Marcela Lagarde para tratar de resumir siglos de desigualdad patriarcal en una frase: “Ellos están socializados para satisfacerse a sí mismos, nosotras para satisfacer a los demás”. En conversación con Newtral.es, Freixas, autora de ensayos como Yo vieja o Sin reglas: Erótica y libertad femenina en la madurez (ambos publicados por Capitán Swing), señala que “ejercer cuidados es un gran marcador de género, reforzante, porque anhelamos ser queridas, así que anteponemos las necesidades de los otros a las nuestras”.
Anna Freixas no critica los cuidados en sí, pues considera que son de gran valor, sino el hecho de que “formen parte de la identidad femenina pero no de la masculina”. De hecho, la identidad masculina se construye “en oposición a ello”, señala. Algo que comparte la socióloga Teresa Jurado: “La segregación en el reparto de tareas sigue operando porque su identidad se asimila a la hegemónica, que considera negativo todo lo relacionado con lo femenino, es decir, coser, planchar, limpiar… Cocinar no tanto porque hay grandes chefs hombres, por eso hacen la paella los domingos y sienten que ya han cumplido”.
A esto se suma la carga mental: “Organizar una casa es un trabajo totalmente invisible. Quizá haya hombres que defienden que son ellos los que siempre van al banco, cambian una bombilla o usan el taladro mientras que ellas hacen la comida y ponen la lavadora. La realidad es que hay un trabajo anterior, que es el de gestionar y tener en cuenta todos los elementos. A nosotras nos educan para tener esa visión periférica de las necesidades ajenas”, añade Jurado.
Por ello, la escritora Anna Freixas considera que es “una socialización perversa”: “Si no lo haces, eres mala madre, mala hija, mala novia. Ellos, en cambio, son alabados socialmente por ocuparse de sus necesidades y de las de su criatura. Esta inversión amorosa interminable que hacemos las mujeres nos genera mucha infelicidad. Y también ira, solo que esta no la podemos mostrar porque no queda bonito”, concluye.
- Presentación de la app MeToca del Ministerio de Igualdad
- Desigualdad de género en el trabajo remunerado y no remunerado tras la pandemia (Observatorio Social La Caixa, 2023)
- Sara Moreno, socióloga e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona
- Anna Freixas, psicóloga y escritora
- Teresa Jurado, socióloga e investigadora en la UNED
- Marta Domínguez, socióloga e investigadora en el Instituto de Estudios Políticos de París Sciences Po