De científica a activista, Marta Rivera-Ferre: “No puede pagar el pato de la adaptación climática quien tiene menos recursos”

Marta Rivera-Ferre, Rebelión Científica
Marta Rivera-Ferre, Rebelión Científica | Toni Gabaldón
Tiempo de lectura: 12 min

“¡Qué gentuza, qué desgraciados… guarros!”, le increpa un hombre a dos activistas de Rebelión Científica. Dos personas, ataviadas con batas de laboratorio, están arrojando agua teñida de rojo sobre la fachada del Ministerio de Educación, en Madrid. Al poco, miembros de este colectivo, que agrupa a investigadores del clima, tratan de explicarle al indignado transeúnte que esta acción es infinitamente más pacífica que la inacción de las instituciones ante la furia climática que viene, si no se actúa ante la emergencia climática.

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Esta escena vino a ser el aperitivo de una jornada de movilizaciones que terminaron por teñir de rojo el Congreso de los Diputados, dentro de la semana de protestas de Rebelión Científica. De los laboratorios a las calles y “a las conciencias”. ”No nos han escuchado”, se quejaba megáfono en mano el investigador del CSIC Fernando Valladares, frente a la Cámara Baja, un día después de que se presentarse a última parte del informe del IPCC del clima.

Entre los panelistas internacionales que asesoran a la ONU en la edición de estos informes está Marta Guadalupe Rivera-Ferre (Córdoba, 1974). Esta socióloga y veterinaria de INGENIO-CSIC se ha especializado en los impactos del clima en la salud global y crisis alimentarias. Algo que es casi tanto como decir “justicia climática”. En la presentación de la parte II del informe de la ONU ya advirtió que “por el cambio climático se ha reducido ya un 5% la productividad de los tres principales cultivos en el mundo: maíz, trigo y arroz”. Con una población mundial creciente y un planeta sometido a extremos climáticos como sequías e inundaciones, la tormenta perfecta para el hambre y los desplazamientos está sembrada.

Rivera-Ferre se confiesa “agotada” de tratar de explicar a los políticos que es necesario actuar ya para frenar el calentamiento global. Por eso pasó y dio voz el pasado martes a Rebelión Científica en la presentación de su semana de acción.

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  • PREGUNTA: Hasta ahora parecía que tras la idea de neutralidad de la ciencia no se podía hacer activismo, ¿por qué ahora considera que es más necesario que nunca?
  • RESPUESTA: Tenemos una responsabilidad y más información que, quizás, la mayoría de la ciudadanía. Información sobre los impactos del cambio climático y qué hacer para revertir la situación en la medida de lo posible. Han resultado llamativas las pintadas en el Congreso, pero esta semana de movilización lo es también de conferencias en universidades e institutos y otras actividades.
  • P: ¿En su caso, en qué momento hace ‘clic’ y da el salto de la investigación (y como panelista del IPCC) al activismo climático?

  • R: Mi caso es muy poco original. Desde Rebelión Científica contactaron conmigo y me pareció que era necesario. La frustración la arrastro desde hace tiempo. Si tuviera que pensar en qué me motiva en la movilización, está el cansancio. Llevo participando en tres informes del IPCC, con cada vez más acumulación de evidencia del impacto del cambio climático. Y no hay una respuesta política valiente, cuando la crisis de la COVID-19 ha demostrado que sí es posible. Los gobiernos hicieron cosas, si no las hacen es porque no quieren. Y también tengo miedo. No es paralizante, pero es que si se activan ciertos puntos de no retorno climáticos [ante el incremento de temperatura de la Tierra] pueden pasar cosas impredecibles. No somos conscientes de la gravedad. Y, por supuesto, tengo también una obligación moral como ciudadana.

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  • P: ¿Se le exige más compromiso a un científico o científica del clima? ¿No basta con presentar los datos?

  • R: Soy una ciudadana que tengo una información sobre lo que puede pasar y hay que actuar. Es inmoral que por mantener el modo de vida de un grupo de personas o países, pongamos en riesgo la vida –en mayúscula– del planeta.

  • P: El manifiesto de Rebelión Científica se resume en que los políticos no les escuchan; ¿es como en la película ‘No mires arriba’?

  • R: Cuando la vi me sentí retratada. También, incluso, con el tema de género [a la científica joven le hacen menos caso y la tratan de histérica]. Pero la película destaca por las actitudes individuales de quienes avisan del desastre. Desde Rebelión Científica se llama a la acción colectiva. Pero retrata bien la sensación de impotencia. No es un meteorito, pero los datos están ahí. Estamos yendo hacia un caos y colapso. El secretario general de la ONU Guterres lo dijo muy bien: nos enfrentamos al desastre.

Rebelión Científica cree que el resumen del informe IPCC para políticos fue “edulcorado”

Rivera-Ferre presentó junto a Fernando Valladares esta semana de movilizaciones de la ciencia por el clima, bajo el eslogan ‘El 1,5 ºC ha fracasado. «¡Revolución climática ya!’. El profesor del CSIC y el Museo de Ciencias Naturales ha señalado el papel de los grupos de presión para “edulcorar el resumen” de 65 páginas que se acordó el pasado fin de semana, el documento que extrae claves del informe para presentar a políticos.

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El pasado verano, se filtró una primera versión del documento. El periodista Juan Bordera, que colabora con Rebelión Científica, comparó el vocabulario empleado entre aquel borrador y el texto definitivo. Del documento final, cuya aprobación final se alargó en el tiempo, se desdibujaron aspectos como la exigencia del fin definitivo del carbón y el abandono de la energía nuclear o la idea de que con las energías renovables sólo no vale, es necesario decrecer el consumo. También, el informe recoge que el esfuerzo por mitigar y adaptarse no puede repartirse por igual entre todo el mundo.


  • P: El informe del IPCC se cerró bastante tarde. ¿Dónde encalló?

  • R: Suelen encallar en la publicación del sumario para agentes políticos [el resumen que se entrega a gobiernos a partir del informe, que tiene más de 3.700 páginas]. La covid hizo que se retrasaran todas las fechas de entrega, sumado al cansancio de las autoras y autores. El sumario, que requiere una negociación, es el tema más frágil del proceso, que exige consenso por los gobiernos. Eso no afecta al contenido del informe [que hacen los científicos] . Sí puede haber cambios en el lenguaje utilizado.
  • P: ¿No temen un efecto rebote –literal– entre la población ? Hay quien les acusa de estar tras las subidas de precios de la energía. O de exigirle a la ciudadanía un esfuerzo que no puede soportar en medio de esta crisis…
  • R: Este es un tema político claro. Para asegurar la adaptación al cambio climático hace falta desarrollar políticas de reducción de la desigualdad. No pueden pagar el pato de la adaptación o la transición energética las personas con menos recursos. Eso también lo dice la evidencia científica. Son necesarias políticas de reducción de la pobreza y las desigualdades que garanticen su adaptación, porque si no serán más vulnerables. Por ejemplo, no puedes pedir a la gente que utilice más el transporte público si es caro o te sale más barato coger el coche. Pero si subes el precio de la gasolina y no aportas alternativas, sobre todo para los más afectados por los precios, hay un rebote por parte de la ciudadanía, yo también saldría a la calle a quejarme si no tuviera la información que tengo.

La gasolina iba a subir igual, con o sin guerra. Es un recurso limitado y escaso abocado a un final.

  • Hay que adoptar medidas que tengan en cuenta la complejidad del problema, no fragmentadas que llamamos políticas de ‘maladaptación’. De todas formas, el precio de los combustibles iba a subir igual, incluso sin guerra. Es un recurso limitado y escaso abocado a un final. Lo malo es que con todo el tiempo que hemos tenido para hacer una transición progresiva, no dramática, nos vamos a dar contra la pared.
  • P: Una pandemia zoonótica, escasez de materias primas, guerra en Ucrania… ¿son pilares de nuestra crisis ligados al cambio climático?
  • R: Es la acción humana para la degradación de los ecosistemas. Deforestamos y emitimos así hasta un 12% de gases de efecto invernadero. También nos acerca a animales salvajes y vectores de enfermedades. Es la covid, el ébola, otras gripes, otros coronavirus, etc. Con las guerras, pueden estar tras la dependencia de unas fuentes de energía basadas en combustibles fósiles. Hemos roto los equilibrios de la naturaleza. Y es un poco el origen de los grandes eventos a los que nos hemos enfrentado desde 2019. Está documentado científicamente.

    A esto sumaría el sistema alimentario, que supone el 50% del uso del suelo, que es la mayor fuente de deforestación. Pensemos en la dependencia [cerealística o de girasol] que tenemos de Ucrania para nuestra ganadería, igual que de Rusia para la energía. Una vez más, el modelo era insostenible.

La covid, la crisis de materias primas y la guerra tienen que ver con la destrucción de ecosistemas y la emergencia climática.

Marta Guadalupe Rivera-Ferre
  • P: Pero las peticiones que la ciencia hace para reducir el consumo de carne parece que generan un rechazo, frente a reacciones más proactivas cuando se dice que peligra la producción de cacao, cerveza o café.

  • R: Hay que se muy didáctico al explicar la complejidad de la problemática. Pasó cuando el ministro Alberto Garzón dijo que recomendaba que se redujese en consumo de carne por su impacto, que estaba recogido en el informe del IPCC de 2019 y el actual. En esto hay consenso absoluto. Hay que reducir el consumo de carnes, sobre todo en una parte importante del mundo. Luego está el ruido de las fuerzas políticas, los bots de Twitter, etc. que tergiversan el mensaje. Vi el vídeo completo de Garzón y creo que el ministro lo explicó bien, hizo un esfuerzo… quizás no tenía que haber sido él quien tenía que haber salido, pero lo que no se puede es simplificar el mensaje. Si sólo dices ‘hay que reducir el consumo de carne’, olvídate: la gente se va a rebotar. Hay que contextualizarlo, nadie ha dicho que hay que eliminarlo, los impactos en el medio ambiente y la salud… es que todo sería positivo.

Hay consenso científico en la necesidad de reducir el consumo de carne. Pero no se puede demonizar a un sector que no siempre puede asumir la reconversión.

  • Por supuesto, tampoco puedes decir al sector primario, a los ganaderos, que tienen que cerrar o invertir en una reconversión que no pueden asumir. Hay que ponerse en su piel. Ellos no han hecho más que seguir las pautas comunitarias. No se puede demonizar a un sector. Creo que siendo didácticos, la gente estaría incluso movilizándose en un tema como este.
  • P: ¿Han percibido un recrudecimiento del negacionismo climático o los bulos, al calor del cansancio y pérdida de calidad de vida de la gente?

  • R: La ONG Testigo Global denuncia que algunos algoritmos sí terminan favoreciendo que proliferen algunos bulos. Un periódico inglés nos tildaban a Rebelión Científica de ‘ecofanáticos’. Siempre va a haber gente que lo niegue. Yo creo que cada vez menos. Otra cosa es que te llamen exagerada.

  • P: En el informe del IPCC ya se habla de la necesidad de ‘decrecer’ el PIB, de cambiar el sistema de producción y de consumo, las reglas del juego del actual capitalismo ¿Eso es ser ‘comunista’ o ‘radical’?

  • R: Radicalismo es seguir pensando que todo puede seguir igual y que la tecnología es la que nos va a salvar. Es querer ponerse una venda en los ojos y tirar para adelante. Eso, quien no tiene intereses económicos [en que nada cambie]. Las que nos jugamos la vida en el planeta no entiendo que podamos pensar eso. El IPCC no recoge nada que no esté contrastado científicamente. El decrecimiento económico es una cosa que lleva años discutiéndose. Es perfectamente factible. No podemos mantener un indicador que en el fondo no recoge el bienestar de la población como el PIB. Además, es imposible mantener un crecimiento ilimitado en un contexto de recursos limitados. Sólo lo usan los gobiernos y las empresas. Hay muchos otros para sustituirlos. Es obsoleto e irreal. Un ejemplo: puedes tener un desastre natural o climático; como eso moviliza recursos económicos dentro del país, el PIB crece pero el bienestar no.