Las ratas de Nueva York tienen a una nueva supervillana

Hace unos días, temprano por la mañana, paseaba con un café del Dunkin’Donuts en la mano por mi barrio del Bronx. Esa anécdota no difiere mucho de lo que casi cualquier otro residente en Estados Unidos puede experimentar en una jornada normal de trabajo. La diferencia es que mientras caminaba por la acera, bebía un poco de café y mandaba un audio por WhatsApp, tuve que frenar en seco para dejar pasar. No a un coche o a una persona mayor, sino a una rata del tamaño de un gato pequeño, un encuentro más que común entre la suciedad de Nueva York.

La ciudad lleva invadida por las ratas desde hace años. En el lustro que llevo viviendo aquí, las he visto en los raíles del metro, entre bolsas de basura y escondiéndose por los adoquines que rodean el árbol con el que me topo cada mañana al salir de casa. Hasta he atropellado a un par pedaleando por Central Park y subiendo por el carril bici de la Primera Avenida.

Ahora, una nueva Comisionada de Saneamiento ha prometido poner fin a la invasión. En una rueda de prensa, Jessica Tisch aseguró que ‘las ratas absolutamente van a odiar este anuncio’. Después, sentenció que ‘las ratas no controlan esta ciudad; lo hacemos nosotros’. La contundencia del mensaje, sumado a los divertidos juego de palabras y alguna referencia a la cultura popular, convirtieron a sus declaraciones y la de sus compañeros en un meme instantáneo. Pero pocos creen que el Ayuntamiento de Nueva York sea capaz de solucionar el problema de las ratas en el corto o medio plazo. Los roedores han tomado como propio demasiado terreno como para que sea posible una reconquista.

Ratas en Nueva York: la historia de nunca acabar

Para ningún neoyorquino con suficientes años a su espalda es sorprendente ver una rata que podría comerse a cuatro Remy, el protagonista roedor de Ratatouille. El filme de Pixar es un gag habitual entre quienes suben vídeos de sus encuentros con ratas en los lugares más insospechados. Mi vídeo favorito lo subió hace unos años Subway Creatures, una cuenta de Instagram que comparte imágenes disparatadas de la vida en el metro neoyorquino. En ese clip, aparecía una rata intentando escalar por una de las barras del vagón. Nadie sabe a dónde quería llegar. Lo que está claro es que las ratas de Nueva York llegan a cualquier lado.

La pandemia ha agravado la crisis de ratas en Nueva York. La popularidad de las terrazas ha supuesto la salvación de restaurantes pequeños que añadieron mesas en aceras y arcenes para devolver una vida que se creía perdida en muchas calles de la ciudad. Pero esas terrazas también han sumado suciedad a Nueva York. Es habitual encontrarse casetas de restaurantes sobre cuyas fachadas hay apoyadas montones de bolsas de basura. El resultado es un festín para las ratas. En alguna noche de verano, mis amigos y yo hemos tenido que pedir que nos sienten dentro para evitar la invasión de ratas y cucarachas.

Tisch tiene otro problema. El anterior alcalde aprobó en 2020 «un presupuesto de tiempos de guerra» que recortó la financiación de servicios como los de saneamiento. Eso redujo la frecuencia de recogida de basuras y limpieza de calles, agregando a la suciedad de Nueva York —y la proliferación de ratas.

Ratas: ¿tema serio?

Los neoyorquinos han aprendido a convivir con ellas. La gente se ríe o saca su móvil con rapidez para poder hacer un vídeo sobre lo absurdo que es que la ciudad, y exactamente esta ciudad, haya llegado a semejante momento. Incluso las autoridades neoyorquinas han definido una forma de hablar sobre el problema que trata a la crisis de ratas como un meme.

«Pese a su exitosa estrategia de interacción pública y una presencia descarada en redes sociales, las ratas no son nuestras amigas, son enemigas que deben ser vencidas por las fuerzas combinadas del gobierno de nuestra ciudad», lee una oferta de trabajo del Ayuntamiento en búsqueda de un Director de Mitigación de Roedores. «Los roedores propagan enfermedades, dañan casas y cableado e incluso intentan controlar los movimientos de los trabajadores de cocina en un intento de hacerse con los empleos de los humanos».

Jessica Tisch tampoco ha cambiado mucho el panorama. Su rueda de prensa representó una nueva ocasión para que los escritores de discursos del Ayuntamiento se luciesen. Pero al menos ya ha puesto estrategias que difieren de otras empresas que han intentado acabar con las ratas de Nueva York en el pasado. Destacan varias iniciativas:

• Contratación de 200 nuevos trabajadores de limpieza. Ahora mismo, son unos 10.000.
• Invertir más recursos para ampliar las zonas a limpiar.
• Reducir el número de horas en las que se puede dejar la basura en la calle.
• Ampliar la cantidad de contenedores públicos con programas piloto y en lugares clave de paso como puentes y parques.
• Aumentar las multas contra quienes incumplan las normativas de basura en la calle.
• Modernizar la política de comunicación del departamento.

Las medidas parecen ser un paso en la buena dirección. Y sin duda la contratación de un zar especializado en la lucha contra las ratas será una noticia bienvenida para muchos neoyorquinos. Pero si tras tanto anuncio, el problema sigue sin mostrar signos de mejora, Jessica Tisch y su equipo peligran con convertirse en la clase de meme por el que las ratas hacen gracia. Ni dan miedo, ni grima, ni asco; para millones de neoyorquinos, son parte de un escenario ante el que solo cabe resignarse. Las ratas, sí, y los políticos incompetentes que jamás las han podido gobernar, también.