Jack Sweeney ya era famoso por crear una cuenta automatizada de los viajes del jet privado del CEO de Tesla, Elon Musk, cuando lanzó otra para rastrear los vuelos privados de otros famosos que recorren distancias cortas en sus aviones privados, estimando el coste y la contaminación que conllevan.
En la cuenta de CelebJets en Twitter se pueden encontrar mensajes como este del 4 de octubre: “Vuelo de Kim Kardashian de 44 millas [71 km] desde LAX [Los Ángeles] a KCMA [Aeropuerto de Camarillo]. 117 galones [444 litros]. 787 libras [357 kg] de combustible utilizadas. 760 dólares [773 euros] coste del combustible. Una tonelada de emisiones de CO2”. Solo este viaje equivale a una cuarta parte de lo que emite una persona promedio en todo el año, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
El bot de Sweeney, estudiante de la Universidad Central de Florida, publica el seguimiento de los vuelos de manera automatizada, utilizando los datos de ADS-B Exchange, una fuente de datos abiertos en la que colaboran miles de personas con antenas domésticas para rastrear las posiciones de los aviones.
En los últimos años, estas herramientas de rastreo de vuelos privados se han convertido en un arma para los activistas y ambientalistas, que critican la contaminación que generan, pero también para periodistas y ciudadanos que buscan supervisar el uso de este tipo de viajes que hacen los políticos o empresarios. Repasamos las herramientas OSINT de fuentes de datos abiertos que se emplean para seguir la pista a estas aeronaves.
Las iniciativas para rastrear vuelos privados y criticar a los poderosos se multiplican
La cuenta de Instagram Jet Dei Ricchi estima las emisiones de los vuelos privados de los más ricos de Italia. En Francia, la cuenta de @CotamFleet en Twitter da seguimiento a los vuelos del Gobierno, al igual que en España la de @MilRadar o en Líbano la de @LebanonJets. O el proyecto Dictator Alert, que rastrea los aviones de regímenes autoritarios para detectar cuándo aterrizan en París, Londres, Ginebra o Basilea.
Estas páginas han permitido observar, por ejemplo, cómo cambió el tráfico mundial antes y después de la pandemia, cómo los aviones comenzaron a evitar el espacio aéreo de Ucrania tras la invasión, o el movimiento de los jet privados de los oligarcas rusos después de que la Unión Europea comenzara a imponerles sanciones.
De hecho, este tipo de exposición ha contribuido a que algunos países traten de dar respuestas al problema. Canadá, por ejemplo, ha aprobado un nuevo impuesto del 10% para los aviones y yates de lujo para tratar de frenar el impacto climático de estas actividades.
¿Cómo funciona el rastreo de vuelos mediante dispositivos ADS-B?
Muchas de estos proyectos se nutren de páginas como FlightAware, Flightradar24, ADS-B Exchange o AirNav RadarBox, entre otras. Caio Barros, responsable de comunicación de AirNav RadarBox, explica que la mayoría de páginas utilizan distintas fuentes para ofrecer una información más completa de los vuelos. La suya, por ejemplo, trabaja a partir de 12 fuentes de datos, aunque la más conocida es ADS-B, de la que tienen más de 25.000 estaciones conectadas.
“Es un sistema con el que los equipos electrónicos a bordo de un avión transmiten automáticamente su ubicación, y los datos pueden ser utilizados por otras aeronaves, y por el control de tráfico aéreo. El sistema ADS-B consiste en determinar su posición mediante el GPS o un transpondedor que transmite esa información a intervalos de dos o tres segundos, con la posición, la altitud, velocidad y otros datos”. Con ellos, reciben ocho millones de mensajes al día desde las estaciones.
De la misma forma, ADS-B Exchange, la página de la que Sweeney obtiene los datos, funciona en parte gracias a que alrededor de 7.000 personas en todo el mundo han instalado un dispositivo ADS-B para detectar las posiciones de los aviones. Estos dispositivos se pueden comprar por unos 30 euros. Una vez se instalan, y se conectan a la red, los datos recibidos se correlacionan para crear las coordenadas de los vuelos, alimentando la web para poder dar la información en abierto.
Flightradar24, por su parte, cuenta con 35.000 receptores para captar las señales, en su mayoría de voluntarios o aficionados. El proyecto, que comenzó en 2006 entre dos aficionados suecos a la aviación, monitorea 200.000 vuelos al día, según la propia web.
Entre los usuarios de estas páginas también se encuentran las aerolíneas, los fabricantes de aviones, y otras compañías tecnológicas como Facebook o Google, explica Barros.
Las herramientas OSINT que más se usan para rastrear vuelos privados
Seguir la pista a un vuelo puede ser sencillo si se tiene el identificador, la ‘matrícula’ con la que se reconoce cada aeronave en el espacio aéreo, y que puede servir tanto para encontrar al propietario del avión como para ver dónde ha volado, como explica el medio de investigación OCCRP. Aunque el medio también alerta de que el propietario registrado rara vez es el propietario real, sino una empresa fantasma, un fideicomiso o una compañía intermediaria.
Cada avión suele tener un código ADS-B a partir del cual se obtienen los datos de seguimiento del vuelo como la posición, la altitud y la velocidad. El último indicativo es el call sign, o número de vuelo para cada trayecto en concreto. Mientras que un avión privado puede utilizar su número de matrícula como indicativo, los vuelos comerciales suelen tener indicativos que dependen de las rutas, como señala Giancarlo Fiorella en Bellingcat.
Con esta información, las webs de seguimiento como FlightRadar24, FlightAware, ADS-B Exchange o The OpenSky Network pueden vinculan los códigos con la matrícula. Aunque no siempre ofrecen la información completa, ya que algunas de estas páginas retiran información de aviones específicos cuando reciben una solicitud para ello.
Otra de estas herramientas es Icarus Flights, desarrollada por el Centro de Estudios Avanzados de Defensa (C4ADS), que cumple las dos funciones en una misma página: analizar los datos de las actividad de las aeronaves y rastrear los registros de propiedad para ver a quién pertenecen. Además, han desarrollado un algoritmo para detectar patrones de comportamiento determinados, como los de los vuelos de vigilancia y las aeronaves de interés, como los jets privados.
Para completar la información o encontrar datos específicos que no aparecen en las webs de seguimiento, se puede solicitar información vía transparencia. Por ejemplo, el periodista de ProPublica Justin Elliott obtuvo los datos del Sistema de Gestión del Flujo de Tráfico (TFMS) de la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) sobre el exdirector de campaña de Donald Trump, Steve Bannon, para comprobar que utilizó un jet privado aparentemente propiedad de un empresario chino para volar a eventos para promover a los candidatos republicanos al Congreso en 2018.
Algunos de estos sistemas cuentan también con algoritmos que detectan vuelos o aviones “fuera de lo normal o que no están operando como lo hacen regularmente”, explica Barros. “Nos muestran si hay alguna anomalía, por ejemplo si se ha desviado o si la altitud a la que está volando es más baja de lo normal”.
Identificar al propietario de un avión
Lo que Sweeney hizo fue crear un bot que toma los datos de la ubicación de un avión en el momento del aterrizaje y del despegue usando los datos de OpenSky y ADSBExchange. A partir de ellos crea un tuit en el que se publica una imagen del mapa con esas ubicaciones y calcula el tiempo de vuelo estimado. El aeropuerto más cercano se encuentra utilizando una fórmula entre una base de datos de aeropuertos y sus coordenadas.
Además de la cuenta con los vuelos de Elon Musk, el estudiante también ha creado una lista con otras cuentas automatizadas para seguir los vuelos privados de los aviones de los oligarcas rusos, Mark Zuckerberg, Bill Gates o Jeff Bezos, entre otros.
En muchas ocasiones, el propietario de la aeronave no es el único usuario. Varios países ofrecen en abierto los registros de los propietarios de los aviones, aunque algunos aplican restricciones en la protección de datos, y en otras ocasiones el registro del avión se produce en otros países por beneficios fiscales o cuestiones de privacidad, entre otras.
Por ejemplo, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (GIJN) encontró que la Isla de Man es una de las jurisdicciones más populares para registrar aeronaves, ya que permite evitar los impuestos de los países de la UE. “El gobierno [británico] reveló que las devoluciones del IVA de 231 aviones registrados en la isla habían ascendido a más de 1.000 millones de dólares. Sin las estructuras de la Isla de Man, gran parte de esos ingresos habrían ido a parar a los países de la UE”, señala el artículo.
En España el registro de propietarios no aporta los datos de la persona o la empresa propietaria de esas aeronaves por protección de datos, como señalan desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea española (AESA).
Aun así, existen algunas páginas en las que se cruzan los datos de varios registros y permiten hacer búsqueda de quienes son los titulares de los jet, como AeroTransport, Airframes u OpenFlights.
- Caio Barros, responsable de comunicación de AirNav RadarBox
- Time to make flying fairer, Possible
- Elite Status: How a small minority around the world take an unfair share of flights, Possible
- FAQ: What is Plane Tracking?, OCCRP
- A Beginner’s Guide To Flight Tracking, Bellingcat
- Planespotting: A Guide to Tracking Aircraft Around the World, GIJN
- Dictator Alert
- How We Found Tom Price’s Private Jets, Politico
- How a secret Russian airlift helps Syria’s Assad, Reuters
- Tracking flights in real time with Flightradar24, Exposing the Invisible
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