La palabra macrogranjas ha estado en la boca de decenas de políticos en la última semana sin que haya una definición clara sobre qué es y cómo se regulan. Aunque el prefijo de ‘macro’ apunta a su tamaño, los expertos advierten del error: las macrogranjas no siempre son las explotaciones más grandes, sino que el término se refiere a un modelo de producción poco sostenible y con unas características concretas.
Tradicionalmente, la ganadería se divide en extensiva (con alimentación por pastoreo) e intensiva (con animales criados en naves y con una alimentación a base de piensos). En esa línea están los extremos: por el lado de la extensiva, lo más radical sería la ganadería orgánica o ecológica, y por el lado de la intensiva, la ganadería industrial o lo que se ha llamado macrogranjas, explica a Newtral.es Luis Ferreirim, de Greenpeace.
Pero en toda esa gama hay grises y las fronteras entre un modelo y otro no están claramente delimitadas (salvo en porcino). Esta falta de definición hace que las propias comunidades autónomas nieguen tener macrogranjas en su territorio.
[El debate sobre la ganadería intensiva y las macrogranjas en cinco datos]
¿Qué son las macrogranjas? De las explotaciones intensivas a las extensivas, una gama de grises
“Es muy difícil dar cifras de la carga de animales por unidad de superficie que definan la característica de extensivo”, explicaba aquí Sonia Roig, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y experta en ganadería extensiva, a Newtral.es. “¿Qué es una ganadería que sale todos los días una hora? Pues es bastante extensivo, pero ¿qué es una ganadería que solo sale tres meses al año? Es muy difícil acotarlo”, preguntaba la experta.
Así, “lo normal es que haya situaciones intermedias”, como comenta a Newtral.es Vicente Rodríguez-Estévez, profesor de Producción Animal de la Universidad de Córdoba. Los animales pasan por varias fases del proceso de producción, desde su reproducción y lactación hasta el crecimiento, cebo o engorde. “Hay granjas donde una de esas fases es en extensivo y el resto son en intensivo o al contrario; porque lo que se busca es optimizar el sistema, haciendo el mejor uso de los recursos para cada fase”, apunta el experto.
Los corderos, por ejemplo, se producen en su mayoría en extensivo, pero para poder abastecer a los mataderos, pasan por centros de tipificación con cebaderos. A veces están una semana o dos, pero han tenido que pasar por esas granjas para poder distribuirlos con la homogeneidad, calidad y tamaño que demanda el mercado. “Entonces, ¿va a resultar ahora que el cordero cuya madre pasa toda su vida en extensivo no es bueno porque ha pasado un par de semanas por un cebadero?, ¿podemos descalificarlo como consumidores desde el desconocimiento?”, cuestiona Rodríguez-Estévez.
Desde la organización ambientalista WWF elaboraron una propuesta con más de 40 expertos para solicitar al Gobierno que delimite cada modelo productivo y, a partir de esas definiciones, adoptar unas políticas públicas u otras, pero por ahora el Ejecutivo no ha tomado ninguna decisión.
‘Granja buena’ y ‘granja mala’: los pros y contras de cada modelo de ganadería
“España sería un desierto si no hubiera ganadería extensiva, porque habría ardido ya de punta a punta”, apunta el académico de la Universidad de Córdoba, que considera que estamos viviendo de espaldas a nuestra riqueza ganadera. “La ganadería extensiva beneficia a toda la sociedad, no solo a los consumidores de sus productos, por ejemplo, en la prevención de incendios, en la generación de biodiversidad para mantener sistemas pastorales y como se trabaja con bajas cargas ganaderas, se consigue hacer secuestro de carbono en el sistema, lo que ayuda a mitigar el cambio climático la contaminación; por tanto, es un beneficio más allá del producto; pero, este, ni se reconoce en la PAC (Política Agraria Comunitaria) ni lo paga el mercado, porque el consumidor, en su incongruencia, quiere carne y leche al menor precio”, señala.
Las explotaciones extensivas también generan más arraigo al lugar, combatiendo la despoblación rural, como explica Ferreirim.
La intensiva no cuenta con esos beneficios ambientales. Organizaciones ecologistas como Greenpeace alertan del impacto de las macrogranjas, responsables en gran medida de la contaminación de acuíferos por la que la Comisión Europea ha llevado a España ante el Tribunal Europeo.
Sin embargo, permite conseguir productos muy homogéneos, con menos incertidumbre y bajo un mayor control, lo que da ventajas competitivas en los costes y, por tanto, permite ofrecer precios más bajos. “Nos permite consumir productos de origen animal a bajo precio”, resume Rodríguez-Esteves, quien recuerda que hemos normalizado que un litro de leche cueste menos que uno de agua o que un refresco. “Eso es injusto para la ganadería, porque un ganadero trabaja todos los días y sus animales requieren su atención diaria”.
Por otra parte, algunas granjas industriales permiten aprovechar las economías de escala e invertir en medidas de bioseguridad, control ambiental, gestión de residuos o hasta producción de biogás. “En ese sentido, cuanto más grande sea la granja más posibilidades tiene de invertir en las mejores técnicas disponibles; por eso no hay que confundir dimensión con calidad. No se puede simplificar desde el desconocimiento; pero si hay que diferenciar”, insiste Rodríguez-Estévez.
Alberto Michelena, director de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA), considera que el dilema debería centrarse más bien sobre qué modelo queremos impulsar. “¿Queremos seguir traspasando producciones rurales a la producción industrial? Eso es pelear por el precio en el mercado: por el precio del pollo en Brasil, de la energía en Europa, de los piensos en Estados Unidos… Sería interesante caminar hacia una vinculación a los sistemas tradicionales, que tienen mucho más valor añadido, y que el cliente está dispuesto a pagar más por ello”.
La falta de definición de qué es una macrogranja hace que algunas comunidades nieguen tenerlas
Aprovechando la falta de definición sobre la capacidad de las macrogranjas, hay comunidades autónomas que niegan tener este tipo de explotaciones en sus territorios. Es el caso de Extremadura, como han explicado a Newtral.es desde la Consejería de la región. Lo mismo señalan sobre Baleares a Newtral.es fuentes de la conselleria d’Agricultura, Pesca i Alimentació.
Lo mismo ocurre en la Comunidad de Madrid, donde, alegan que “no hay macrogranjas sino que se trabaja mayoritariamente en granjas de pequeño y mediano tamaño”. Así, defienden que en la región las explotaciones ganaderas no tienen “nada que ver con las granjas de hasta 10.000 animales de otros lugares” que, como comentan a Newtral.es desde la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, “son realmente lo que se puede considerar macrogranjas”.
“Nuestras máximas cifras en vacuno para uso cárnico rondan los 1.500 animales, que están en una finca en Colmenar de Arroyo. En vacuno de producción de leche en Navalafuente hay una granja con 950 animales y otra en Carabaña con 800”, afirman desde la Consejería madrileña.
En el País Vasco aseguran también que “no hay macrogranjas”. “No existe ninguna explotación de ese tipo. Nuestro modelo es el de la agricultura y ganadería familiar, por lo que no hay grandes explotaciones ganaderas”, comentan a Newtral.es desde el departamento de Desarrollo Económico Sostenibilidad y Medio Ambiente, que afirma que hay alrededor de 15.500 explotaciones agro-ganaderas (11.200 ganaderías y 12.200 de agricultura)”.
En el caso de Galicia, la Consellería do Medio Rural comenta a Newtral.es que, pese a que “no existe una definición oficial de macrogranja”, lo que más se acerca al límite “es el recogido en el borrador del Real Decreto por el que se establecen las normas básicas de ordenación de las granjas bovinas, que se está debatiendo actualmente, y que establece un máximo de 850 Unidades de Ganado Mayor”. “En Galicia no hay ninguna explotación de vacuno de carne que supere esas 850 unidades”, alegan.
También fuentes de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de Murcia inciden en que macrogranja “no es un término recogido a nivel nacional en ninguna legislación y por tanto no existe un baremo que permita separar unas granjas de otras” y recuerdan que en la Región aplican el Real Decreto 306/2020 de normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas. “Las explotaciones porcinas intensivas tienen su capacidad limitada por normativa sectorial nacional a un máximo de 720 unidades de ganado mayor”, inciden.
Por su parte, el gabinete de comunicación del Gobierno de Melilla comenta a Newtral.es que no disponen “de macrogranjas ni explotaciones ganaderas”. “Solo en época de Ramadán se habilitan comederos de cortos periodos de tiempo (dos días como máximo) para posteriormente llevarlos a los mataderos”, aclara.
También Javier Lambán, presidente de Aragón, negó el pasado 1 de enero que hubiera macrogranjas en su comunidad autónoma, según recoge Efe.
Según explica Elisa Oteros de Ecologistas en Acción a Newtral.es, en España “hay algunas explotaciones muy grandes” pero comenta que en realidad “lo más frecuente son explotaciones de tamaño intermedio que igual tienen 1.000, 2.000, 5.000 cerdos pero que suelen estar concentradas en las mismas zonas”. “Sobre todo en Cataluña y Aragón. Pero no solo, en Castilla La Mancha se han multiplicado mucho en los últimos años”, alega.
Según la experta, “las empresas fomentan e incentivan a los ganaderos para que se intensifiquen e industrialicen y pongan plantaciones medianas”. Oteros denuncia que esto “sigue siendo ganadería intensiva e industrial y granjas de gran tamaño, pero menor que una macrogranja”.
Sin un distintivo que refleje el valor añadido de la ganadería extensiva en el mercado
El principal problema para la ganadería extensiva es que el mercado no sabe distinguir entre una carne de una procedencia u otra. “Cuando el consumidor llega al lineal no tiene posibilidad de saber de dónde viene el producto (…) No hay un distintivo concreto para diferenciar lo que es de ganadería extensiva”, dice Rodríguez-Estevez. “Uno no puede saber si el cordero que se está comiendo ha estado toda la vida mamando y su madre comiendo hierba o si ambos han estado en una nave”.
Michelena también advierte que la falta de distintivos está provocando que “estas características positivas del extensivo se las está apropiando el sector intensivo, poniéndose la etiqueta de verde o de creación de puestos de trabajo. Al final el consumidor piensa que está comprando un producto rural pero en realidad es industrial”.
Esta falta de distintivos para reconocer el valor agregado de algunas explotaciones hace también que sean menos rentables. Por ejemplo, en el sector porcino, cuatro de cada diez explotaciones son pequeñas o reducidas, y en los últimos 10 años se han reducido en un 40%, algo que según este experto muestra que están abocadas al cierre.
“Es un patrón que no solo pasa en Europa, pasa en el mundo en general: cada vez las explotaciones se hacen más grandes y se concentran en menos manos. Es un patrón mundial de las explotaciones”, explica Alberto Navarro, profesor en la Universidad de Oviedo.
Tanto Navarro como Michelena citan algunos ejemplos que podrían guiar el camino hacia los distintivos y su delimitación por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, como por ejemplo con el cerdo ibérico. “Dicen que no pueden ir regulando especie por especie, pero cuando les ha interesado, lo han hecho, como con el cerdo ibérico. El futuro es por aquí, por el producto diferenciado y de alto valor añadido, como con las denominaciones de origen”, dice.
Normativa en las explotaciones ganaderas en Europa: no establecen un límite exacto de animales
Según una encuesta del Eurobarómetro dedicada a las actitudes de los europeos hacia los animales, el 82% de los participantes respondieron que el bienestar de los animales de granja debería protegerse mejor. Según recuerda el propio Parlamento Europeo, las primeras normas europeas sobre protección animales fueron en los años 70, pero fue en 1998 cuando entró en vigor la directiva relativa a la protección de los animales en explotaciones ganaderas.
Esta directiva establece criterios generales y se basa en el Convenio europeo de protección de los animales en explotaciones ganaderas, que entró en vigor en 1978 y se modificó en 1992. Su objetivo es “proteger a los animales de granja de cualquier sufrimiento o daño inútil, debido a las condiciones de alojamiento, alimentación o cuidados”.
Para ello impone a los países determinadas normas relativas a los locales ganaderos, la alimentación y salud de los animales y la organización de inspecciones de las instalaciones técnicas en los sistemas modernos de ganadería intensiva.
Por ejemplo, sobre la libertad de movimiento de los animales establece que “no se limitará la libertad de movimientos propia de los animales, habida cuenta de su especie y de conformidad con la experiencia adquirida y con los conocimientos científicos, de manera que se les cause sufrimiento o daños innecesarios” y que cuando los animales se encuentren atados “se les proporcionará un espacio adecuado a sus necesidades fisiológicas y etológicas, de conformidad con la experiencia adquirida y con los conocimientos científicos”. No obstante, no determina nada más al respecto.
Así, algunos países han debatido sus propias normativas sobre las macrogranjas y el número de animales que se pueden tener en las explotaciones y en su territorio. Por ejemplo, Países Bajos ha anunciado un plan para reducir el número de ganado para frenar la contaminación.
En cuanto a las condiciones de los animales, los eurodiputados aprobaron el 10 de junio de 2021 una resolución en señal de apoyo a la iniciativa ciudadana europea 'End the Cage Age' (No más jaulas), que contaba con más de 1,4 millones de firmas de personas de toda la UE. El pleno pidió a la Comisión que propusiera instrumentos legislativos para terminar con la utilización de las jaulas en la ganadería de la Unión de aquí a 2027.
Fuentes:
- Fuentes de la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio de la Junta de Extremadura
- Fuentes de la conselleria d'Agricultura, Pesca i Alimentació de Baleares
- Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid
- departamento de Desarrollo Económico Sostenibilidad y Medio Ambiente del País vasco
- Consellería do Medio Rural de Galicia
- Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente de Murcia
- Gabinete de comunicación del Gobierno de Melilla
- Elisa Oteros, experta de Ecologistas en Acción
- Luis Ferreirim, de Greenpeace
- Alberto Michelena, director de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA)
- Alberto Navarro, profesor en la Universidad de Oviedo
- Vicente Rodríguez-Estévez, profesor de Producción Animal de la Universidad de Córdoba
- Sonia Roig, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y experta en ganadería extensiva
- Informe anual de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social 2020
- Directiva 2010/75/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 24 de noviembre de 2010
- Directiva 2010/75/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 24 de noviembre de 2010 en el BOE
- Review: Why and how to regulate animal production and consumption:The case of the European Union
- Informes anuales del Programa Nacional De Control Oficial De La Higiene En Las Explotaciones Ganaderas
- Real Decreto 306/2020, de 11 de febrero, por el que se establecen normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas, y se modifica la normativa básica de ordenación de las explotaciones de ganado porcino extensivo.
- El sector de la carne de cerdo en cifras, Ministerio de Agricultura
- Meat Atlas
- Propuesta de caracterización de la ganadería extensiva, WWF
- https://www.europarl.europa.eu/doceo/document/E-7-2014-003698-ASW_EN.html