Durante los periodos electorales, los sondeos de intención de voto abundan en los medios de comunicación. Sin embargo, no todos se realizan siguiendo el mismo método ni con el mismo propósito. Entre los distintos modelos que existen se encuentran los tracking electorales, también llamados sondeos continuos o continuados.
“Normalmente hablamos de tacking en aquellas circunstancias en las que tenemos una encuesta acumulativa que se va actualizando diariamente con nueva muestra”, explica Pablo Simón, politólogo y profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Lo que buscan este tipo de sondeos es “comprobar potenciales variaciones en la intención de voto”, proporcionando “una fotografía con mayor número de fotogramas”.
María Martín, directora de Comunicación de GAD3 –una consultora que elabora este tipo de sondeos– señala que los tracking electorales miden cómo evoluciona “la temperatura” de la opinión pública. “Te permite ver las incidencias en las grandes tendencias de voto y los impactos de distintos hechos que puedan surgir en la campaña, ya sea un debate, la presencia mayor o menor de un líder o un error estratégico de algún partido”, ejemplifica.
Cuáles son las muestras que se usan en este tipo de sondeos
En función de la empresa que realice el tracking electoral, Pablo Simón cifra entre 250 o 500 el número de entrevistas diarias que se suelen llevar a cabo. María Martín cuenta que, por ejemplo, en GAD3 comenzaron a realizar un testeo con ABC justo una semana después de que se convocaran las elecciones generales del 23-J y que lo terminan con una muestra de más de 20.000 entrevistas. “Empezamos con 500 entrevistas diarias y luego hemos ido aumentando la cantidad a medida que avanzaba la campaña”, hasta superar las más de 1.000 al día, señala Martín.
¿Pero 500 entrevistas al día de media constituyen una muestra representativa? En opinión de Pablo Simón, depende del margen de error. “Hay que tener en cuenta que esos 500 se suman a los 500 anteriores, y a los 500 anteriores… Vas aumentando progresivamente el tamaño de la muestra y realmente terminas con una muestra importante, lo que pasa es que es una muestra recogida en distintos momentos”, expone el profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Carlos III.
Pros y contras de los tracking electorales
Comenzando por los pros, tanto Simón como Martín coinciden en señalar que este tipo de sondeos ofrecen una fotografía más actualizada al irse haciendo encuestas en el día a día. “Evidentemente los tracking electorales son más interesantes cuando hay mucha indefinición o hay partidos nuevos, porque vemos tendencias muy claras de crecimiento o decrecimiento”, apunta el politólogo.
La directora de comunicación de GAD3 añade también que publicar este tipo de encuestas “es un ejercicio de transparencia, porque al final tú puedes tener la información para ti y verla solo tú, pero gracias a que los medios se han atrevido a publicarla diariamente pues no la tienen solo los medios, los institutos o los partidos políticos, sino que la tiene toda la opinión pública”.
En cuanto a los contras, María Martín indica que “económicamente es mucho más caro que, por ejemplo, una encuesta online. Nosotros usamos un tracking telefónico. Lo nuestro es tener operadores de teléfono que hacen una entrevista a uno a uno”. Precisamente por hacerse mediante llamadas telefónicas, Martín comenta que cada vez es más difícil el proceso.
El otro experto apunta un contra distinto: “Comentar variaciones de un día para otro tampoco es algo ni muy relevante ni muy necesariamente preciso, sobre todo cuando la mayoría de los tracking lo que hacen es hablar de lo que peor calculan los sondeos, que es el número de escaños […] Pueden servirte para confirmar una tendencia de porcentaje de voto, pero en los diputados son mucho más imprecisas”.
- Pablo Simón, politólogo y profesor titular de Ciencia Política en la Universidad Carlos III
- María Martín, directora de Comunicación de GAD3
- GAD3: Estimación de voto por provincias