El diccionario de Oxford define el dox como la acción de revelar información privada de alguien en internet con la intención de dañar a esa persona. Pero ¿qué significa la palabra doxing? ¿En qué consiste esta tendencia calificada como ciberacoso?
La dirección de la vivienda, el lugar de trabajo, el número de teléfono o incluso de la seguridad social. Son los datos más revelados en el doxing (también escrito doxxing). “Es la práctica de publicar de manera online información privada de un individuo frente a una audiencia que puede ser hostil”, define Katherine Cross en Toward a formal sociology of online harassment.
Qué es el doxing
También se suelen publicar ─sin el consentimiento o conocimiento de la víctima─ documentos de trabajo, fotografías personales o información del entorno familiar o social del objetivo de doxing. Información que se obtiene de la propia víctima o aprovechando una “brecha de seguridad” de manera ilegal, explica David M. Douglas en Doxing: a conceptual analysis.
“Como táctica de acoso”, continúa el texto, “el doxing sirve a dos propósitos: intimidar al objetivo invadiendo su privacidad y proporcionar una vía para la perpetuación del acoso, distribuyendo la información”. En el caso del ciberacoso, el doxing se utiliza para humillar, intimidar, amenazar o castigar a un individuo.
[Embaucar sexualmente a un menor a través de internet: claves sobre el ‘grooming’]
Aunque es empleado desde los años 90, el término se ha popularizado con distintos casos a partir de 2010. El caso GamerGate es uno de los más reconocidos a partir de lo que le ocurrió a la desarrolladora Zoe Quinn, que sufrió este tipo de acoso.
A Quinn sus acosadores la empezaron a doxear por una supuesta falta de profesionalidad. Se reveló su identidad, se contó su vida más íntima y se inundó la red de insultos hacia ella. Anita Sarkeesian, una crítica cultural canadiense que analizaba el papel de las mujeres en los videojuegos y sus roles estereotipados, llegó a recibir amenazas de muerte ─incluso de ataques con bomba─ dirigidas a ella o a las empresas que la contrataren.
Es una violencia que, aunque lleve el apellido online, sobrepasa las pantallas. Como recuerda Macarena Hanash en La ciberrresistencia feminista a la violencia digital: sobreviviendo al Gamergate, a Sarkeesian un periodista le preguntó lo siguiente en una mesa redonda: “Por qué es necesario discutir sobre feminismo online y en los videojuegos?”. A lo que ella respondió: “Porque uno de mis acosadores está sentado en primera fila”.
Doxeadores y doxeados
“La campaña del Gamergate, organizada desde plataformas como Reddit o 4chan, pronto metastaseó en un movimiento reaccionario contra cualquier tipo de feminista o activista progresista en el mundo del videojuego (…) Fueron a por mujeres, personas queer y personas racializadas”, continúa Cross en Toward a formal sociology of online harassment.
Según describe la autora en su investigación, “el Gaming tuvo la mala suerte de ser la primera comunidad donde esta nueva modalidad de acoso cogió fuerza, pero rápidamente se replicó en otros espacios”.
El Observatorio de la Violencia de la Fundación Mujeres ya incluye el doxing como una forma más de violencia machista y organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado la creciente violencia que es ejercida contra las mujeres en el mundo digital.
“Ha quedado sobradamente claro que las mujeres y los grupos marginados sufren de forma desproporcionada amenazas a su seguridad online”, declaraba Michael Kleinman, director de Tecnología y Derechos Humanos en Amnistía Internacional Estados Unidos durante la presentación de la Tabla de puntuación de Twitter, que califica el historial de la red social en la implementación de una serie de recomendaciones para hacer frente a los abusos contra las mujeres y las personas no binarias en la plataforma.
El Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad reconoce que la violencia de género digital como “un problema de primer orden”, ya que el 54% de las españolas afirma haber sufrido acoso en redes sociales y “ha experimentado pánico, ansiedad o estrés”. Un informe de este órgano concluye que el ciberacoso puede afectar a las mujeres en su desarrollo personal y profesional, ya que para protegerse pueden reducir el uso de las redes y mermar su proyección pública.
No obstante, el doxing se puede practicar desde muchos más ámbitos y a todas las capas de la sociedad. “A veces el doxing representa una herramienta de protesta para exponer delitos o actos inmorales”, defiende David M. Douglas en Doxing: a conceptual analysis. Aunque es una táctica extendida entre quienes forman parte de la manosfera, también ha servido a activistas para denunciar la corrupción del Gobierno de China, o al grupo Anonymous para desvelar la identidad de supuestos miembros del Ku Klux Klan.
La pirámide invertida del acoso en línea
Dentro de la pirámide invertida del acoso online descrita por Katherine Cross, el doxing habita en la punta. Según esta socióloga especializada en acoso en línea, el doxing es un acoso de primer orden, ya que son “ataques que van más allá del mundo virtual”.
El paso previo, describe, es el acoso de segundo orden, que va dirigido al objetivo y puede ser el ‘troleo’ o los insultos a la persona en cuestión. Pero para que estos dos acosos se den, según la teoría de Cross, hace falta el acoso de tercer orden, el más amplio, la base de la pirámide.
Son comentarios, insultos o discusiones sobre el objetivo, pero a espaldas del mismo. No se dirige directamente a la víctima. “Nada de lo que ocurre en el tercer orden está destinado a ser visto por el objetivo. Pero lo que se dice y se hace aquí inspira los comportamientos más directos del acoso de primer y segundo orden”, explica. El doxing no existiría sin el acoso que se da en la base de la pirámide, “el menos directo pero el más social”, concluye.