Cuando el científico alemán, Alexander Von Humboldt visitó Ecuador, en 1802, consideró que “los ecuatorianos son seres raros y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”, así lo recoge el archivo histórico del país andino. Su impresión, aunque de hace dos siglos, parece encajar a la perfección en nuestros días.
Después de que el volcán de La Palma entrara en erupción, hubo gente que comenzó a cuestionar cómo era posible que hubiera personas viviendo en una zona así, con el riesgo de que la tierra un día explotara y un río de lava arrasara con sus casas. Sin embargo, para muchos no se trata de “ir a vivir cerca de un volcán”, sino que el propio volcán es su hogar.
El Pululahua, en Ecuador, o el Aogashima, en Japón, han ido aún más allá. Estos volcanes albergan a las dos poblaciones que se han establecido en los cráteres.
Aunque resulte peculiar las condiciones de ambas poblaciones, convivir con volcanes activos forma parte de la historia de la humanidad, lo que ha obligado a la creación de mecanismos y estrategias de prevención que facilitan la convivencia y permiten anticipar erupciones evitando desgracias. Un ejemplo de eso es lo ocurrido en La Palma, el monitoreo hecho por organizaciones científicas dieron la alerta para poder realizar evacuaciones, evitando lamentar pérdidas humanas.
San Isidro de Pululahua: la población ecuatoriana en medio del cráter de volcán “potencialmente activo”
A más de 3.300 metros sobre el nivel del mar, en el corazón de los Andes ecuatorianos se levanta el volcán Pululahua, cuyo cráter es el hogar permanente de 30 familias. Muchos son adultos mayores, que por generaciones han habitado en el pequeño pueblo bautizado como San Isidro de Pululahua.
Su vida la han dedicado al campo, y a la agricultura. El suelo volcánico es rico en minerales y la ceniza contiene nutrientes que hacen a esta tierra muy fértil. Aquí se cultivan: papas, fríjoles, habas, maíz, y demás frutas y verduras que son los alimentos básicos de la dieta de este pueblo andino.
La vida en el cráter del Pululahua -en quichua nube de agua- pasa tranquila y apacible, nada de ruido de bocinas de coches y el ajetreo del día a día de una gran ciudad. Esa clase de vida que cautiva a uno que otro aventurero con espíritu ermitaño como Paola Cevallos, que hace 17 años decidió establecerse en San Isidro junto a su esposo.
“Queríamos cambiar nuestro estilo de vida, queríamos la tranquilidad de la naturaleza y eso es lo que encontramos en el Pululahua”, cuenta a Newtral.es. “Uno se termina acostumbrando a que vive en un volcán activo. Hay movimientos, pequeños sismos pero ya estoy acostumbrada”, asegura Paola entre risas.

Acceder al pueblo no es sencillo; una estrecha ruta de segundo orden es el único camino en el que se puede llegar o salir en coche y andando. Pocos pobladores poseen auto, así que lo común es emprender largas caminatas o ir a caballo. Esto dificulta el acceso de productos para abastecerse .“La población urbana más cercana es la Mitad del Mundo, a 40 minutos, así que nos acostumbramos a abastecernos para semanas completas”, nos cuenta Paola.
En el pueblo hay unas cuantas casas, terrenos de siembra, un par de hostales, una iglesia y hasta hace algunos años funcionaba una escuela, pero cerró por falta de alumnos. Lo que no falta en ninguna época del año son los turistas atraídos por la inusual belleza del Pululahua.
Desde el Mirador de Ventanillas se puede apreciar en todo su esplendor a este volcán ecuatoriano, único en su tipo porque no tiene la típica forma de montaña cónica, sino que está conformado por varios domos de lava dispersos, producto de varias erupciones de gran tamaño. “Los domos nacieron luego de erupciones de tipo efusivo; el magma del Pululahua es muy viscoso por lo que no se riega como sucede en la erupción del volcán en La Palma, sino que se solidificó y formó esos domos o lomas alrededor del cráter”, explica a Newtral.es Daniel Andrade, vulcanólogo del IGEPN.
Embed from Getty ImagesEcuador tiene 80 volcanes, 10 de ellos están activos, y 2 en proceso eruptivo. El Pululahua está considerado como “potencialmente eruptivo”. La última explosión de este coloso fue hace alrededor de 2400 años. En la actualidad el monitoreo registra mínima actividad. “Los estudios geológicos nos permiten saber que el Pululahua tiene erupciones poco frecuentes”, nos explica Andrade.
Aun así, las autoridades y organismos de gestión de riesgo intentan capacitar a la población sobre los peligros de vivir en el volcán, y trabajan con comunidades que también corren un riesgo inminente por la cercanía con el Pululahua. Aunque en Ecuador, sobre todo en la región sierra norte, atravesada por la cordillera de los Andes, la población es un tanto confiada y no se alarma con facilidad. Convivir con colosos como el Chimborazo o el Cotopaxi que adornan el paisaje con su imponente belleza, hace que a cualquiera se le olvide el peligro que representan si llegaran a despertarse.
Embed from Getty ImagesEso le pasa Paola con el Pululahua porque no duda cuando nos dice que no cambiaría su vida en el cráter, en donde actualmente administra un hostal que levantó junto a su esposo. “Es irónico, pero aunque sea el cráter de un volcán activo, me siento como en un nido, me siento protegida con toda la naturaleza que me rodea”, asegura.
Aogashima: el volcán en medio del mar
Situada en el Océano Pacífico a 358 kilómetros al sur de Tokio, la Isla Aogashima perteneciente a Japón es el hogar de al menos 170 personas. El traslado en helicóptero es más popular que en barco porque aunque los vuelos están limitados a uno al día, con un máximo de nueve pasajeros, navegar alrededor de la isla puede resultar caótico por la cantidad de precipicios y yacimientos de roca volcánica.
Este paraíso japonés es el destino máximo para los amantes de la naturaleza, pues ha sido poco afectado por el turismo. Su topografía es impresionante. Es el resultado de una gran erupción ocurrida en 1785, muchos de los habitantes de ese entonces murieron, los que se salvaron salieron de la isla y ésta quedó deshabitada por 50 años. Con el tiempo, sin embargo, la gente regresó y ahora Aogashima tiene una población de 170 personas, según informa el portal oficial de turismo de Tokyo.
Embed from Getty ImagesEl volcán Aogashima está aún en la lista de volcanes activos de la Agencia Meteorológica de Japón, y sigue emanando vapores que generan aguas termales alrededor de la isla. Sus milenarios supuestos “efectos beneficiosos” para la salud son bien aprovechados por los pobladores y turistas.
Como son pocos los habitantes, este poblado tiene una escuela pequeña, una oficina de correos, dos bares y una tienda. Además, con el auge turístico también se han adaptado espacios para camping al aire libre.
Aogashima es considerada la otra cara de Tokio, pues aunque forma parte de ella, sus paradisíacos paisajes nada tienen que ver con la luminosa y ajetreada metrópoli japonesa.
Pese a la poca actividad, los volcanes están bajo vigilancia constante
Japón y Ecuador son países de gran actividad sísmica y también volcánica. Aunque tanto el Pululahua como el Aogashima parecen estar sumidos en un sueño profundo, ambos colosos son considerados “activos”. En el caso del Aogashima, la agencia meteorológica de Japón tiene instalados sismógrafos, inclinómetros y medidores de vibraciones del aire, así como cámaras de vigilancia. Todo esto para alertar de una posible erupción.
Lo mismo ocurre en Ecuador, en donde se mantiene una red de monitoreo del Pululahua. “En el volcán están instalados un sismómetro y un GPS para conocer la actividad interna. De vez en cuando hacemos un estudio geoquímico para ver si ocurren cambios. Es un monitoreo mínimo, pero por el tipo de volcán consideramos que es suficiente para conocer con antelación si va a reactivarse”, nos explica Daniel Andrade. A diferencia de Japón, Ecuador no es un país rico y no dispone de gran cantidad de recursos para vigilar a todos sus volcanes, así que prioriza la atención a los más activos y peligrosos.
Mi familia y yo llevamos más de 40 años en el Pululahua, eso de que se sienten sismos y ruidos es falso, pero a la gente le gusta hacerse la especial con este tema. Hay tres accesos a la comunidad, dos vehiculares y 1 peatonal, si son agrestes, pero nada exigentes ni complicados. Mi familia ha sido la pionera del desarrollo de la actividad turística en la zona y la gestora de los servicios básicos desde la década de los 80s. Por otro lado, técnicamente es una caldera volcánica, no un volcán. Sí, potencialmente activa, la caldera, pero su eventual “erupción” no se completaría como tal, pues no tiene la estructura cónica de un volcán. En 41 años que llevo en el Pululahua, la Secretaría de Riesgos del Gobierno no ha capacitado a la comunidad NUNCA, nunca los he visto, Y para terminar, sí, sí es un lugar mágico, hermoso, único y tampoco cambiaría mi hogar aquí por nada del mundo.
Hola, investigando le dado con este new¨ pero debemos hacer una suma de un Cráter volcánico en Panamá, para la Provincia de Coclé el Estratovolcano de El Valle de Antón, habitado .
Excelente información
Visité el Pululahua en el 2010. Me atrajo la idea de bajarlo estando en el mirador. Lo bajamos a pie mi compañero y yo. Quedé maravillada con el paisaje; la variedad de plantas, el clima... Llegamos a comer a un hostal, había algunos extranjeros. Platicamos con un hombre de más de 90 años. Caminaba sin problema alguno. Nos platicó de sus hijos que vivían en Estados Unidos. Volvería de nuevo!!!
Felicitaciones!
Muy interesante el presente artículo y de mucha ilustración que se puede vivir cerca y en contacto con la naturaleza.