Proyecto Nim: el mono hablador que parecía desafiar a Noam Chomsky

Chomsky, Terrace y el experimento con el mono Nim
Chomsky, Terrace y el experimento con el mono Nim | M.V., Columbia
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El psicólogo conductista Herbert Terrace no tenía demasiadas simpatías académicas por Noam Chomsky. El lingüista de Filadelfia era el tótem de la gramática generativa a principios de los setenta. Él había dictado sentencia sobre la capacidad del lenguaje, que, a su modo de ver, era una cualidad exclusivamente humana. Pero Terrace lo quiso desafiar… con un mono al que bautizó como Noam Chomsky Nim Chimpsky.

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Terrace emprendió un innovador y controvertido proyecto: enseñar a un chimpancé a utilizar lengua de signos en inglés de EE.UU. Nim Chimpsky se crio con una familia hippie en un apartamento de Nueva York como un bebé. El Proyecto Nim no sólo buscaba demostrar la posibilidad de que los animales aprendieran una lengua articulada, sino también cuestionar las bases de la teoría de la gramática universal de Chomsky.

El Proyecto Nim: un mono un tanto ‘imitamonos’ que no pudo con Chomsky

Durante tres años, Nim aprendió 128 signos y pudo formar secuencias con ellos. Esto se vio inicialmente como un gran avance y un claro desafío del mono a los postulados de Chomsky. Sin embargo, el equipo de Terrace comenzó a notar que los signos de Nim no eran tan espontáneos como parecían. Casi sin querer, los estudiantes de psicología que entrenaban cada día al primate lo incitaban a signar correctamente. En el fondo, había bastante de imitación.

Nim crecía y ya no era un monito bebé como para vivir en un apartamento de Nueva York con una familia que, por otro lado, exponía al mono a marihuana y alcohol y no anotaba demasiado de los progresos o retrocesos del experimento. El experimento siguió en la universidad, pero los incidentes con sus cuidadores se multiplicaron. Dos años después de su adopción, Terrace devolvió al mono Nim al Centro de Primates de Oklahoma (al que no se readaptó) poniendo punto y final al Proyecto Nim, dando la razón a Chomsky.

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Como explicó después Terrace en Science, “Nim aprendió a hacer signos para obtener comida, bebida, abrazos y otras recompensas físicas. Pero no podía usar palabras en una conversación, y mucho menos formar oraciones”. El mono Nim daba la razón al humano Noam. Pese a sus avanzadas dotes cognitivas, el mono Nim carecía de lo que para Chomsky debía de ser una mutación específica surgida hace más de 100.000 años. La mutación de la gramática universal.

Esta idea, con todo, es controvertida. ¿Todo se basa en una mutación? ¿Puede explicar eso la emergencia de las palabras? Terrace argumenta que el lenguaje no sólo se basa en la gramática, sino también en la capacidad de asociar nombres con objetos e individuos, algo que los chimpancés como Nim no pueden aparentemente hacer. Los elefantes, sin embargo, sí parece que asignan nombres propios (ligados a un sonido concreto) a sus congéneres de manada.

Nim y los límites éticos de la experimentación animal en lingüística

El Proyecto Nim no solo generó debates académicos, sino también cuestionamientos éticos. ¿Es ético someter a un animal a condiciones de vida tan antinaturales con fines experimentales? Además, ¿cómo influyen los sesgos de los investigadores en los resultados de tales estudios? El documental de 2011 sobre el Proyecto Nim y varios libros y artículos que siguieron al experimento han mantenido viva esta controversia.

En su libro Why chimpanzees can’t learn language and only humans can, Terrace concluye que la comunicación no verbal es la base de la adquisición del lenguaje en los humanos, una capacidad que los chimpancés no poseen. Chomsky volvía a tener razón, pero experimentos con animales lejanos evolutivamente a monos como Nim parecen querer desafiar a la teoría de la gramática universal, aunque sea de manera muy tangencial.

Como contamos en este capítulo del pódcast Tampoco es el fin del mundo, científicas como Brenda McCowan sostienen que son capaces de entablar conversaciones de hasta 20 minutos con ballenas jorobadas. Usan grabaciones de otras ballenas, que son respondidas. Sin embargo, desconocen qué se están diciendo, aunque asumen cierto nivel de articulación. Lo mismo ocurre con el equipo de Pratyusha Sharma, que persigue algo así como un traductor del idioma cachalote con IA.

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Te contamos el debate al respecto y te enseñamos los experimentos más recientes en comunicación animal en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo, con la entrevista a Michael Pardo, con José Zamorano-Abramson (Universidad del Desarrollo y UCM), Brenda MacCowen (UCD), Pratyusha Sharma (MIT). Narrado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa con la producción de Xulio Rodríguez. Suscríbete en tu plataforma favorita..


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Fuentes
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