Iglesias, Gabilondo y Bal: los candidatos accidentales del 4M

Pablo Iglesias, Ángel Gabilondo y Edmundo Bal
Pablo Iglesias, Ángel Gabilondo y Edmundo Bal
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“La inestabilidad provocada por PSOE y Cs en Murcia, y durante largo tiempo en otras autonomías y otros ayuntamientos de Madrid, nos ha llevado a esta situación. En definitiva, no puedo permitir que Madrid pierda su libertad”. La líder del PP y presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, anunció el pasado 10 de marzo en una breve comparecencia sin preguntas un adelanto electoral que pilló por sorpresa a las principales formaciones, la mitad inmersas en la búsqueda de un candidato para las elecciones a la Asamblea de Madrid previstas para 2023. 

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Así, llegó la improvisación a la hora de nombrar candidatos cuyo destino natural no iba a ser un escaño en Entrevías en la próxima legislatura. Se sucedieron los nombramientos. El que más dudas generaba, un Ángel Gabilondo de salida finalmente sería el candidato socialista; el menos esperado, un Pablo Iglesias que dejaba la vicepresidencia del Gobierno para alejar a Unidas Podemos del umbral del 5%; la última baza, un Edmundo Bal para salvar a Ciudadanos del hundimiento. 

Ayuso adelantó la fecha natural de caducidad de la actual legislatura dos años y el 4 de mayo se jugará su reelección contra un pacto de izquierdas que la saque del sillón de la Puerta del Sol. La legislatura que suceda a la actual será la más corta de la historia de la Comunidad de Madrid y no está claro si los tres candidatos accidentales seguirán sentados en su asiento hasta 2023 o si uno de ellos llegará a hacerlo. 

Un candidato dispuesto a hundirse con el barco

Solo una semana después de que Ayuso anunciara los comicios, Ciudadanos apartaba a Ignacio Aguado de la carrera por la presidencia de la región para situar a uno de sus pesos pesados. La formación naranja comenzó así una táctica a la desesperada para evitar lo que casi todas las encuestas pronostican: su desaparición en Madrid. Ante esa posible debacle, que podría suponer la penúltima puntilla para la formación, su líder, Inés Arrimadas, decidió colocar al frente de la batalla de Madrid a su número dos en el Congreso; su portavoz adjunto, Edmundo Bal, al que acababa de nombrar además portavoz a nivel nacional.

La elección de Edmundo Bal como candidato en Madrid tiene una motivación clara, analiza Marta Marcos, socióloga y politóloga, y es que además de ser una de las personas más preparadas para asumir este reto en Ciudadanos, “no todos en el partido están dispuestos a hundirse con el barco”, algo que ya pronostican la mayoría de las encuestas. Los dos barómetros del CIS previos a las elecciones de la Comunidad de Madrid han dado menos del 5% de estimación de voto a los de Arrimadas, pasando así de 26 escaños a extinguirse en la Asamblea de Madrid. 

En el caso de Edmundo Bal, además, cuenta con el as bajo la manga de continuar como diputado en el Congreso, en caso de no ser elegido. El candidato de Ciudadanos no ha renunciado todavía a su escaño, algo que por ejemplo Pablo Iglesias sí ha hecho.

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La segunda motivación no es de Bal, sino del partido. Aguado se mostró incluso “despechado” cuando Ayuso anunció el adelanto electoral, dice Marcos. La nueva dirección de Ciudadanos, mucho más en el centro, podía no buscar que el electorado recordara además su relación con Ayuso y “habría sido muy complicado no ver a Aguado como el perdedor de esa relación en el debate”.

Un paso a un lado para ungir a una nueva líder

“En política hay que tener valentía para dar las batallas que hay que dar”. Pablo Iglesias anunció en redes sociales que disputará a Isabel Díaz Ayuso la Presidencia de la Comunidad de Madrid a la vez que comunicaba su salida del Gobierno de coalición y su cargo como vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030. La de Iglesias fue la decisión con consecuencias más profundas en la política madrileña y española. 

Pero también dentro y fuera de Unidas Podemos. Además de ser una apuesta de alto riesgo que modificó la batalla por Madrid, también cambió el futuro de esta legislatura y del destino de su formación, explica Paloma Román, politóloga y directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad Complutense de Madrid. “Iglesias estaba entallado en su papel de vicepresidente, tenía un recorrido corto y recibía críticas de un lado y otro del Gobierno de coalición por cómo se alzaban las voces”, añade. 

A la vez que anunció su salida, Iglesias decidió dar un paso al lado también en Unidas Podemos para anunciar que la entonces ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sería su sucesora en la vicepresidencia y, si así lo decidían los inscritos, la próxima líder la formación morada. El efecto de la salida de Iglesias fue por tanto doble, analiza Román. El de aupar a su sucesora en el Gobierno de coalición y en el partido, además de intentar salvar al partido de las malas cifras que las encuestas le daban en Madrid y alejarlo del posible precipicio del 5% de representación. 

“Por otro lado, Iglesias es un animal político al que le gusta estar en el fragor de la primera fila”, añade Román, por lo que no queda claro si esta idea de “saltar al ruedo madrileño para capitalizar su imagen” durará más allá de la actual legislatura o será para ungir a un nuevo candidato en la Comunidad de Madrid que le suceda. 

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La última batalla para el último ganador

Dos días. Es el tiempo que tardó el PSOE en confirmar a Ángel Gabilondo como su candidato para las elecciones del 4M. Los socialistas, obligados a una designación urgente por la convocatoria anunciada por Isabel Díaz Ayuso el miércoles, optaron por quedarse con su actual líder y que ya ganó los comicios en 2019, sin obtener una mayoría suficiente.

Menos de dos semanas antes, Gabilondo se encontraba en el centro y a la vez al margen de las negociaciones para sustituir a Francisco Fernández Marugán, en el cargo de manera interina desde la salida de Soledad Becerril en 2017, como nuevo Defensor del Pueblo. Sin embargo, Madrid tenía otro plan para él.

“Al PSOE estas elecciones le pillan a contrapié sin haber tenido tiempo de dar a conocer a un candidato o candidata para estas elecciones que no fuera Gabilondo”, explica Marcos y coincide Román. Ambas politólogas convienen en que los socialistas «han preferido no tentar a la suerte» y poner, por ejemplo, a la ministra de Industria, Comercio y exdiuputada en la cámara madrileña, Reyes Maroto, como sustituta. 

No podemos olvidarnos que ganó las últimas elecciones”, recuerda Román, y las encuestas le están dando una posibilidad de que aunque no gane estas pueda llegar a gobernar con un pacto de izquierdas, añade Marcos. Su continuidad en Madrid dependerá de eso; si finalmente logra hacerse con la presidencia, quizás volvamos a tenerlo en 2023, coinciden ambas. 

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