La paradoja de los votos electorales en Estados Unidos

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Foto: Grejak (Shutterstock)
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Los estadounidenses acuden a las urnas el 3 de noviembre para elegir a su presidente de los próximos cuatro años.

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  • El actual mandatario, Donald Trump, espera reeditar la victoria que logró en 2016 contra Hillary Clinton e inaugurar un segundo término republicano en la Casa Blanca. Repite el tándem con Mike Pence para la vicepresidencia.
  • El candidato demócrata Joe Biden, quien fue segundo en el Ejecutivo durante la presidencia de Barack Obama, se postula como relevo en Washington tras ganar las primarias de su partido. Lo hará acompañado de la senadora Kamala Harris, la primera mujer negra candidata a la vicepresidencia en la historia del país.

Con los comicios a la vuelta de la esquina, merece la pena hacer un breve repaso punto por punto del peculiar y enrevesado sistema electoral de Estados Unidos.

Lo más importante

El sufragio estadounidense es de carácter indirecto. Los ciudadanos no eligen directamente al candidato, sino a representantes dentro de cada estado. Estos, a su vez, votan al candidato a presidente en nombre de la ciudadanía. Es necesario, pues, hacer una distinción entre el voto popular y el voto electoral:

  • Voto popular: la ciudadanía vota a los representantes.
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  • Voto electoral: los representantes votan al candidato.

Para ganar las elecciones, el candidato debe obtener una mayoría absoluta de votos electorales (el de los representantes) que no siempre coincide con la mayoría de votos populares (el de los ciudadanos). La mayoría de votos electorales se sitúa en 270. En otras palabras, lo más importante no es ganar en el voto de los ciudadanos, sino hacerlo en el voto electoral, en el de los denominados compromisarios o electores del Colegio Electoral de EE.UU.

Compromisarios o electores. Son los representantes designados dentro de los colegios electorales de cada estado para emitir el voto electoral que determinará quién es el presidente.

  • El número total de compromisarios es de 538. ¿Por qué? Por los 435 diputados de la Cámara de Representantes (Cámara Baja), más los 100 senadores (Cámara Alta) y los 3 delegados del Distrito de Columbia (Washington DC).
  • Cada uno de los 50 estados, además del Distrito de Columbia, posee un número de compromisarios distribuidos proporcionalmente, en función de su población. De hecho, su número es el mismo que el de diputados y senadores que dispone dicho estado.
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  • Por ejemplo, California tiene cerca de 39,5 millones de habitantes, mientras que Wyoming apenas tiene medio millón. Por eso el primero tiene 55 compromisarios (es decir, 55 votos electorales), mientras que el segundo solo tiene 3 en su colegio electoral.

En las elecciones presidenciales, como norma general, todos los compromisarios de un estado se asignan al partido que ha obtenido más votos populares (los de la ciudadanía). Dicho de otra manera, los estados conceden todos sus votos electorales al candidato que gana la mayoría de los votos populares. Aunque un candidato se imponga sobre el otro por la mínima de votos populares, se lleva todos los votos electorales de ese estado.

  • En las presidenciales de 2016, por ejemplo, Trump ganó a Clinton por muy poco margen en Pensilvania, con el 48,9% de votos populares frente al 47,6% de su contrincante. La victoria, aun siendo ajustada, le valió todos los 20 votos electorales de Pensilvania.
  • Las únicas excepciones a esta regla son los estados de Nebraska y Maine, que distribuyen el voto electoral de forma proporcional entre cada candidato según el porcentaje de votos populares.

¿Cuál es el contexto?

Históricamente, hay estados que siempre (o casi siempre) han seguido la misma tradición de voto. Así, es de esperar que Trump, por ejemplo, se alce con la victoria en Idaho y que Biden lo haga en Nueva Jersey. A estos estados se los conoce comúnmente como “estados seguros”.

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  • Estados seguros demócratas (188 votos electorales): California, Connecticut, Delaware, Hawaii, Illinois, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey, Nuevo México, Nueva York, Oregón, Rhode Island, Vermont, Washington, Washington DC y el 1.º distrito congresional de Maine.
  • Estado seguros republicanos (77 votos electorales): Alabama, Arkansas, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Idaho, Kentucky, Luisiana, Misisipi, Nebraska –salvo el 2.º distrito congresional–, Oklahoma, Tennessee, West Virginia y Wyoming, según The New York Times.

Sin embargo, existen otros estados donde la victoria de un candidato no es tan fácil de pronosticar, ocurre de manera muy ajustada y puede variar de elección en elección. Los medios estadounidenses suelen referirse a ellos como estados “pendulares” o “en disputa”, y algunos pueden cambiar en cada ciclo electoral.

  • Estados pendulares (si se mantiene la tendencia de 2012 y 2016): Iowa, Carolina del Norte, Florida, Georgia, Ohio y el 2.º distrito congresional de Maine.
  • Posibles nuevos estados pendulares: Arizona, Michigan, Minesota, Nevada, Nuevo Hampshire, Pensilvania, Texas, Wisconsin y el 2.º distrito congresional de Nebraska, según las previsiones electorales de The New York Times.

Prácticamente todos los esfuerzos de la campaña electoral se centran en los estados pendulares, donde ambos partidos consideran que tienen oportunidades de ganar. En los estados seguros, la campaña es mucho más reducida, incluso aunque tengan mucha población y votos electorales.

  • Biden no necesita empapelar Nueva York de propaganda porque, salvo resultado completamente inesperado, sabe que tiene asegurados sus 29 votos electorales. Nueva York es un estado seguro para el partido demócrata y los republicanos no invierten grandes recursos en tener presencia allí. Lo mismo ocurre con Oklahoma en el caso de Trump, por ejemplo.
  • En general, los republicanos reciben su apoyo mayoritariamente del mundo rural, mientras que los demócratas lo obtienen de los núcleos urbanos.

¿Qué hay que tener en cuenta?

Las encuestas de intención de voto popular a nivel nacional apuntan en la dirección de una presidencia de Biden.

Según el promedio de encuestas de FiveThirtyEight del 31 de agosto, el candidato demócrata se impondría con el 50,3% de los votos populares frente a los 43,2% de Trump (7,1 puntos de diferencia).

  • Biden ganaría en casi todos los estados pendulares, incluidos los llamados “Big Four” –Florida, Michigan, Pensilvania y Wisconsin–, cuyos votos electorales serán previsiblemente los más determinantes para el resultado final.
  • Trump solo ganaría en Georgia, Iowa, Ohio y Texas, y todos por la mínima (con menos de un 2% de diferencia).

¿Qué ocurriría en caso de empate? Si ningún candidato obtiene la mayoría de votos electorales, la decisión de elegir al presidente recae en el Congreso:

  • La Cámara de Representantes (Cámara Baja) elige al presidente de entre los tres aspirantes más votados. Cada delegación estatal dispone de un voto.
  • El mismo proceso se aplica a la elección del vicepresidente, pero la designación corre a cargo del Senado (Cámara Alta).

#Fact

  • El sistema de votación estadounidense se remonta al siglo XVIII. En aquel entonces, los estados querían preservar su independencia y poder dentro de la federación, por lo que optaron por un sistema que no perjudicara a los estados pequeños. Además, desde 1951, el presidente no puede ejercer más de dos mandatos de cuatro años cada uno.
  • El ganador del voto electoral suele coincidir con el vencedor del voto popular. No obstante, en la historia de EE.UU. ha habido cinco presidentes que han sido elegidos con menos votos populares que su contrincante: John Quincy Adams (1824), Rutherford B. Hayes (1876), Benjamin Harrison (1888), George W. Bush (2000) y Donald Trump (2016).

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