Las presidenciales de 2020 pasarán a la posteridad como una de las elecciones más rocambolescas de la historia reciente de Estados Unidos. No solo por tener lugar en mitad de la pandemia más grave de los últimos 100 años o por las pasiones que despiertan las personalidades incendiarias de los candidatos electorales, sino por el elevado número de litigios por estado que se prevé que desencadene un escrutinio desbordado por el voto por correo y que podría acabar en la Corte Suprema.
- El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha insinuado en reiteradas ocasiones que podría negarse a aceptar el resultado de los comicios del 3 de noviembre si no resulta ganador frente al exvicepresidente y candidato demócrata, Joe Biden.
- Desde hace meses, el actual mandatario lleva agitando las sospechas de que se produzca un hipotético fraude debido al voto por correo, que será fundamental en tiempos de coronavirus, con lo que no es descartable que el recuento de papeletas se impugne en varias cortes y acabe por tener que resolverse en un Tribunal Supremo de mayoría conservadora.
Lo más importante
A menos de una semana para la contienda electoral, los enfrentamientos judiciales se han extendido a todos los estados pendulares por cuestiones como las firmas de testigos, los matasellos del correo o el uso de buzones para las papeletas. La emergencia sanitaria ha convertido lo que alguna vez fueron obstáculos menores en problemas potencialmente trascendentales, al tiempo que exacerba las preocupaciones existentes. Solo en septiembre, se habían registrado más de 200 casos relacionados con el 3-N, según Reuters.
- Trump ha acusado repetidamente de que un mayor uso del voto por correo podría llevar a un fraude y ha pedido que el sistema judicial federal garantice que el ganador de los comicios sea anunciado horas después del cierre de las urnas. Todo ello pese a que el sistema electoral permite extender varios días el recuento y autoriza a cada estado establecer su propia fecha límite para votar por adelantado.
- En los distintos tribunales estatales, los demócratas buscan aliviar las restricciones sobre el voto por correo para mitigar la avalancha de sufragios anticipados. Los republicanos, sin embargo, se oponen a flexibilizar las normas bajo el argumento de que facilitaría el voto ilegal.
- La resolución de las impugnaciones podría elevarse en última instancia a la Corte Suprema, de mayoría conservadora, y a los aliados de Biden les preocupa que los fallos invaliden papeletas clave en estados disputados y acaben por decidir una victoria por la mínima para Trump.
¿Cuál es el contexto?
En la noche del 26 de octubre, un Senado dividido aprobó confirmar a la jueza conservadora Amy Coney Barrett para el Tribunal Supremo apenas seis semanas después del fallecimiento de su predecesora, la magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg.
- Con las urnas a la vuelta de la esquina, el Partido Republicano superó a la oposición unánime del Partido Demócrata para otorgar el noveno estrado a la jurista ultracatólica y desnivelar aún más la balanza en el Alto Tribunal con seis jueces conservadores y solo tres progresistas.
- En una votación de 52 a 48, todos los republicanos menos uno, Susan Collins de Maine, apoyaron a la candidata propuesta por Trump en septiembre. Fue la primera vez en 151 años que se aprobó a una magistrada sin un solo voto del partido minoritario en la Cámara Alta.
- La confirmación del tercer juez nominado en la era Trump apuntala el predominio conservador en la Corte Suprema posiblemente durante varias décadas –los cargos son vitalicios–, lo que podría afectar a asuntos de calado como el aborto, la inmigración y la cobertura sanitaria. O las propias elecciones.
¿Qué hay que tener en cuenta?
- Los datos actuales de voto anticipado apuntan a un importante incremento de la participación. A 27 de octubre, casi 70 millones de estadounidenses han depositado ya su boleto, una cifra que supone el 50,5% de los que acudieron a las urnas que enfrentaron a Trump y a Hillary Clinton en 2016, en las que se registró una participación del 55,7%.
- A finales de julio, el Servicio Postal de EE.UU. había escrito a 46 estados para advertirles de que no podía garantizar que todas las papeletas por correo llegaran a tiempo para ser contadas. Eso significa que esos votos podrían invalidarse y se corre el riesgo de privar de sus derechos a una parte significativa del electorado.
- Las divisiones existentes en la Corte Suprema hasta la confirmación de Barrett apuntan a que la nueva magistrada decidirá varias disputas legales relacionadas con las presidenciales. Horas antes de su aprobación en el Senado, el Alto Tribunal falló por 5-3 en contra de ampliar el recuento de votos por correo en Wisconsin. Una semana antes, en cambio, la Corte se dividió 4 a 4 en un litigio en Pensilvania y mantuvo en vigor la prórroga de tres días en el estado. Los jueces también tienen pendiente un caso similar en Carolina del Norte, otro campo de batalla electoral.
#Fact
En la historia de las elecciones estadounidenses, existe un único caso en el que el presidente se decidió por una sentencia del Tribunal Supremo: el fallo Bush vs. Gore de los comicios del 2000. La sentencia fue la culminación de un calvario de 36 días de batallas legales provocadas por la votación cerrada en Florida, donde el resultado había sido tan ajustado que se tuvieron que repetir los conteos.
- Después de que ambas campañas se enfrentaran en distintos tribunales estatales, la Corte Suprema de Florida decidió extender el escrutinio manual ocho días después de la fecha límite legal en el estado. El equipo de Bush impugnó la decisión al Tribunal Supremo de EE.UU.
- El Alto Tribunal dictaminó por 5-4 que el recuento violaba la Cláusula sobre Protección Igualitaria y ordenó su suspensión, por lo que el republicano se proclamó finalmente ganador de los 29 votos electorales de Florida, justo el margen que necesitaba para convertirse en el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Esto si que fue pronosticar lo que está ocurriendo hoy...