América Latina y el Caribe afrontan una etapa crucial de su historia reciente. La pandemia de coronavirus ha expuesto las costuras de una región que aún afronta convulsiones políticas y amenaza con revertir logros importantes en progreso económico, humano e institucional. Ante el horizonte sombrío de una reconstrucción difícil, la mayor de todas las entidades financieras de desarrollo regional del mundo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), elige en septiembre a un nuevo presidente para sustituir al colombiano Luis Alberto Moreno, que concluye una gestión de 15 años al frente del organismo.
- Fundada en 1959, la institución con sede en Washington constituye la principal fuente de financiación multilateral para proyectos de comercio e integración en Latinoamérica y el Caribe.
- Por primera vez en los 60 años de historia del BID, Estados Unidos presentará a un candidato propio: el asesor para las Américas de la Casa Blanca y director principal para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, Mauricio Claver-Carone.
- La nominación rompe un acuerdo tácito de que el mando del banco lo sostenga un latinoamericano. Pese a haber despertado críticas en el organismo, Claver-Carone parte como favorito con el apoyo de la mitad de los Gobiernos del continente.
Lo más importante
Claver-Carone es un abogado cubanoestadounidense conocido por su activismo anticastrista y su línea dura hacia Venezuela. En el anuncio de su nominación el 16 de junio, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, consideró que la elección “demuestra el fuerte compromiso del presidente Trump con el liderazgo de EE.UU. en importantes instituciones regionales y con el avance de la prosperidad y la seguridad en el hemisferio occidental”.
- En una entrevista a Efe dos días después, el asesor especial de la Casa Blanca explicó que su candidatura nace “en medio de esta crisis de salud, y consecuentemente económica”, porque “para que la recuperación pueda ser rápida e impactante” se debe “movilizar capital y usar herramientas en coordinación con algunas de las instituciones norteamericanas”.
- Ante la pregunta de si su nominación se apoya en una decisión geopolítica para contener el avance de China en Latinoamérica, el jurista respondió que el objetivo de Washington es “realinear las cadenas de abastecimiento”, que en las últimas décadas “iban de este a oeste”, para ordenarlas nuevamente “de norte a sur”.
¿Cuál es el contexto?
Antes de estallar la crisis del coronavirus, la expresidenta costarricense Laura Chinchilla partía como aspirante favorita frente al secretario de Asuntos Estratégicos de Argentina, Gustavo Béliz. Pero la irrupción inesperada de Claver-Carone, sin embargo, dio la vuelta al proceso y alteró las perspectivas de apoyo. El movimiento de Washington despertó pronto recelo entre algunos sectores del BID y recibió la crítica conjunta de cinco expresidentes latinoamericanos: el colombiano Juan Manuel Santos, el brasileño Fernando Henrique Cardoso, el chileno Ricardo Lagos, el uruguayo Julio María Sanguinetti y el mexicano Ernesto Zedillo.
- Denunciaron en un manifiesto que la decisión constituye de facto una “imposición” y una “nueva agresión del Gobierno de los EE.UU. al sistema multilateral” interamericano.
- Exhortaron a los países miembros del organismo financiero a ponerse de acuerdo y buscar una mayoría alternativa en una decisión “que reclama hacerse con ponderación y realismo”.
- “Implica una ruptura de la norma no escrita, pero respetada desde su origen, por la cual el BID, por razones, entre otras, de eficiencia financiera, tendría su sede en Washington, pero a cambio siempre estaría conducido por un latinoamericano”, señalaron los firmantes de la declaración.
¿Qué hay que tener en cuenta?
El presidente del BID es elegido por la Asamblea de Gobernadores para ejercer funciones durante un periodo de cinco años.
- Para ocupar el mando de la institución, el aspirante debe obtener el apoyo de al menos 15 de los 28 países miembros del banco. Según Claver-Carone, su candidatura ya cuenta con el voto favorable de una quincena de Gobiernos americanos, algunos de los cuales lo han reconocido públicamente, como Colombia o Brasil, dos piezas clave en la región.
- También necesita el respaldo de la mayoría del poder de sufragio, es decir, de un número suficiente de países accionistas del BID –entre los que se encuentran también Estados no americanos– que le otorguen más de la mitad de los apoyos del capital de la organización. El peso del voto de cada país depende directamente de su aportación a los fondos de la institución. Con un 30% de la participación del banco, EE.UU. posee por sí solo un tercio del poder de sufragio, a años luz del resto.
Aunque matemáticamente lo tenga todo a su favor, existe un resquicio que puede impedir la llegada de Claver-Carone al frente del banco: forzar un aplazamiento de la votación hasta después de las elecciones presidenciales en EE.UU. del 3 de noviembre.
- A fecha de 23 de julio, la mayoría de los sondeos apuntan a una derrota de Trump a manos del demócrata Joe Biden. Un relevo en la Casa Blanca podría acompañarse de un cambio de candidato y de estrategia para el BID.
- “(Retrasar la votación) se puede lograr por consenso o porque cuando se celebre no haya quórum, para lo que se necesitaría que dos grandes países latinoamericanos –por ejemplo, México y Argentina– se abstuvieran y los cuatro grandes países europeos –España, Alemania, Francia e Italia, que poseen en conjunto el 7,7% del poder de voto– secundaran la abstención”, explica a El País el hasta hace unos meses economista jefe de la entidad, José Juan Ruiz, aunque avisa de que es un escenario improbable.
#Fact
El origen de la regla no escrita sobre la presidencia latinoamericana del BID se remonta a unas declaraciones atribuidas al expresidente estadounidense Dwight Eisenhower (1953-1961):
- “Para que esta institución tenga éxito, la función de liderarla debe pertenecer a los países latinoamericanos”, pronunció en un discurso en las Naciones Unidas en 1958.
- Al mismo tiempo y en vista de esta tradición, un estadounidense siempre ha ocupado la vicepresidencia.
- En los 60 años de historia del BID, únicamente han regido la institución cuatro personas con mandatos de 15 a 20 años.