La tatarabuela de la humanidad debió de nacer en la actual África. Hasta hace poco, se daba por seguro que su primera cultura se desarrolló cerca del mar. Pero esto acaba de cambiar, a la luz de los restos encontrados al sur del desierto de Kalahari. En concreto, a tenor de un enorme e intacto huevo vacío de avestruz y un montón de cristalitos.
En la década de 1980, ya cambió nuestra manera de concebir el origen de nuestra especie, el Homo sapiens. La evidencia provino de algo tan pequeño como de los orgánulos que fabrican la energía en nuestras células: las mitocondrias. Todos tenemos millones de ellas, con fósiles genéticos de nuestro pasado.
Nuestras células tienen unos minúsculos yacimientos paleontológicos: las mitocondrias, cuyo ADN sólo heredamos por vía materna.
Las mitocondrias contienen ADN heredado diferente al que hay en el núcleo de la célula. Sólo se adquiere por vía materna. Es un buen «reloj molecular» o, si se quiere, un verdadero yacimiento paleontológico en nuestras células. Porque muta menos que el otro ADN. De ahí la idea de que provenimos de una bautizada como Eva mitocondrial.
Un estudio del ADN mitocondrial en personas vivas llevó a la conclusión de que todos compartimos un último ancestro común, esa Eva, que probablemente era africana y vivió hace 200.000 años. En 1988, los investigadores dedujeron que los Homo sapiens surgieron en zonas costeras de África.
50.000 años después de aquellas primeras culturas humanas, algunos descendientes terminaron por cruzarse con otros homínidos en Eurasia. Pero la idea es que hace unos 200.000 años eran anatómicamente parecidos a nosotros y tenían característicos rasgos culturales de lo que llamamos humano moderno.
Primeras culturas humanas no tan cerca del mar
La evidencia más temprana del uso de recursos simbólicos y tecnológicps propios de una cultura humana –como pigmentos ocres, conchas y artefactos decorados– proviene de varios sitios costeros en África.
Pero la palentóloga australiana Jayne Wilkins y sus colegas han publicado el descubrimiento de material propio de culturas humanas que data de hace aproximadamente 105.000 años en el norte de la colina Ga-Mohana en Sudáfrica, en el desierto del Kalahari.
Eso no es precisamente la costa. Está a unos 600 km tierra adentro. Los artefactos incluyen cristales de calcita que se cree que fueron recolectados deliberadamente y llevados a ese sitio. No tienen un propósito utilitario evidente.
También encontraron fragmentos de cáscara de huevo de avestruz, que pueden representar los restos de recipientes que se utilizaron para almacenar agua.
Aunque estudios previos de sitios antiguos de Kalahari han indicado la presencia de humanos primitivos, ninguno ha reportado evidencia bien fechada de comportamientos humanos complejos, no utilitarios, así como el uso de contenedores.
Los autores sugieren que las innovaciones de comportamiento de los humanos modernos en el interior de África no se quedaron atrás respecto al de las poblaciones cercanas a la costa.
¿El huevo o la cultura humana?
¿Hay otros sitios africanos con hallazgos similares? En el oeste de Sudáfrica, la cueva Diepkloof albergó muchos trozos de cáscara de huevo de avestruz quemados y grabados que tienen alrededor de 60.000 años.
Allí, y en Ga-Mohana, las conchas podrían ser los restos de antiguos contenedores de agua, que se encuentran comúnmente en sitios posteriores. Si es así, su propósito principal podría haber sido funcional, más que simbólico.

Dada la edad de los objetos que Wilkins ha encontrado, no es sorprendente que el material de la cáscara de huevo no esté decorado, como en Diepkloof, o que no se haya convertido en cuentas, lo que sucedió unos 50.000 años más tarde en refugios de rocas como Magubike (Tanzania) y Panga ya Saidi (Kenia).
Wilkins y sus colegas dicen que sus descubrimientos creen que es imperativo investigar más sitios en el interior del sur. “En África Oriental, yo diría que tenemos el problema opuesto, porque los arqueólogos casi nunca han investigado los yacimientos costeros de la Edad de Piedra”, explica en Nature.
De hecho, Panga ya Saidi podría ser el primer sitio costeros del este de África que contienen una secuencia de la Edad de Piedra que abarca un período de tiempo tan largo.
Los habitantes fabricaban cuentas de conchas y caracoles y huevos de avestruz, se usaba ocre rojo como pigmento y se recolectaban recursos forestales. Panga ya Saidi fue excavado con el objetivo de estudiar los contactos comerciales a través del Océano Índico. Los extensos depósitos de la Edad de Piedra fueron un hallazgo completamente inesperado sobre los orígenes de las primeras culturas humanas a las que debemos nuestra existencia.