“El problema es todo lo que hay detrás, la conducta suicida es el síntoma de otro problema que hace sufrir mucho” a un niño, niña o adolescente, explica Diana Diaz, Directora de las líneas de ayuda de la Fundación Anar, una ONG que ayuda a menores en riesgo. Hay muchos factores y causas que pueden llevar a un menor a sentir ese sufrimiento que acaba en una conducta suicida. Y destacan que hay que informar sobre ello como modo de prevenir casos de suicidios en menores y adolescentes. Desde Anar detectan que hasta el 68,4% de los menores que atienden llevan más de un año padeciendo el problema y solo el 44% ha recibido tratamiento psicológico en los últimos tres años.
Expertas, familiares que han pasado por el duelo y docentes explican la importancia de hablar con los más jóvenes de salud mental, informar acerca del suicidio y sobre las alertas que deben aprender a reconocer para poder prevenirlo. “El suicidio tiene que dejar de ser un tabú”, afirman las personas entrevistadas para este reportaje, porque no es que si no se habla no exista sino que si no se conoce, no se puede detectar ni evitar. Por ello defienden que “hacerlo visible es empezar a prevenirlo”.
Entre padres y madres: consejos en primera persona para prevenir el suicidio en menores adolescentes
La vida de Carlos Soto cambió el 24 de enero de 2015, cuando su única hija, Ariadna, se suicidó con 17 años. Ahora dedica su vida a hablar sobre ello. “Necesitaba contárselo a todo el mundo para que no le pasara a nadie más”, dice en conversación con Newtral.es.
«Si hubiera sabido lo que he aprendido después… no digo que lo hubiera evitado, pero ahora reconozco pistas que nos hubieran hecho estar alerta”
Carlos Soto, padre
Se dio cuenta de la falta de información y formación que había y entendió la importancia de comunicar lo que hay entorno al suicidio de los más jóvenes. Como padre que ha pasado por ello, insiste en que “hay que perder el miedo a hablar porque no sirve de nada ocultarlo” y sobre todo, porque es útil para prevenir otros casos. Por eso, ahora ayuda a otros padres y madres a reconocer las señales de alerta, algo que ellos no pudieron hacer en su momento porque no las conocían. Carlos Soto cuenta que “no siempre se pueden ver, pero saber cuáles son facilita” detectar que hay un problema.
Además, habla del efecto terapéutico que tiene expresarse y de lo que provoca en otros padres, que “por el estigma no se atreven a pedir ayuda”, pero si ven que alguien habla de ello, se animan a “contar lo que les pasa o lo que han observado [en sus hijos e hijas] y preguntan qué pueden hacer o a dónde pueden acudir”.
Gracias a su propia experiencia, recomienda a otros padres y madres que muestren a sus hijos que es posible contar lo que les pasa. “Que le den valía, que no quiten importancia a lo que sus hijos les cuentan”, insiste el padre de Ariadna.
“Hay que hacer hincapié en prevenir el sufrimiento que provoca el suicidio, que es la solución equivocada a un problema mayor. Hay que hablar de la depresión, la autoestima, la soledad…”
Mayca, madre
“La depresión se llevó a Rodrigo” poco antes de cumplir 15 años. Con estas palabras lo expresó su hermana Irene en estos mensajes que hizo públicos junto con una carta de su madre Mayca. Casi dos años después, Mayca reflexiona en conversación con Newtral.es que no es que haya que hacer hincapié en prevenir el suicidio, sino en “prevenir el sufrimiento que algunas desgraciadas veces lo provoca”. Pone la atención en la necesidad de hablar de la depresión, de la autoestima, de la ansiedad y la soledad. Y por eso cree que tiene que haber un cambio en la educación para atender a los menores más allá de lo académico. Sin dejar de lado las matemáticas y la historia, por supuesto, pero sin olvidar que es fundamental “enseñar a los niños a gestionar sus emociones, a diferenciar entre lo real y lo inventado, a aceptarse y a respetar”.
Mayca agradece que ahora se hable mucho más de salud mental. Hace dos años, cuenta, “cuando era Rodri el que estaba ahí, no se oía nada de esto. Creo que se ha avanzado mucho, aunque por desgracia, para nosotros haya sido tarde”. Mayca, que es madre de tres hijos, piensa que hay que estar atentos a las señales y que si se detecta que un niño, niña o adolescente está mal, hay que “apoyarle, quererle, acompañarle” y dejar que los profesionales hagan su trabajo.
Desde su experiencia, Mayca manda este mensaje: “si tu hijo no tiene amigos, parece que nada le satisface, está siempre triste… No te escudes en que es la edad, o su carácter o una etapa. Háblalo con el médico, el psicólogo o el tutor del cole. Es mejor pasarse, que no llegar”. El deseo de esta madre es que se avance más, por eso han hecho un llamamiento en las redes sociales con el hashtag #GraciasRodrigo, para reivindicar con fuerza y desde el dolor de su experiencia que no hay que infravalorar ni estigmatizar la salud mental en los más jóvenes. Decía su hermana Irene en esos mensajes que si conseguían que se hablara de ello y de cómo remediarlo, “su dolor tendría sentido”.
Conocer las señales de riesgo ayuda a poder detectar el problema
“Nos da miedo hablar de suicidio”, coinciden los expertos consultados. Andoni Anseán, presidente de la Fundación española para la Prevención del Suicidio, hace una reflexión sobre ello: “Nos infunde tanto respeto, nos parece tan incomprensible que un crío pueda quitarse la vida, que nos da miedo y preferimos no enfrentarnos a ello”.
Hay además, otro factor, como explica Rebeca Alcocer, codirectora de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio en Psicólogos Princesa 81. Es el mito de que “hablarlo puede aumentar el deseo de llevar a cabo el suicidio”. Pero no es cierto, “lo que hace es aliviar el sufrimiento emocional de quien lo pueda estar pasando y fomenta que pueda pedir ayuda”. Ocultarlo no favorece a nadie, añade Diana Díaz, de la Fundación Anar, porque impide que alguien que lo necesita sea capaz de pedir ayuda y “acudir a los recursos” adecuados.
[Lee aquí: Estas son las señales de riesgo a las que hay que prestar atención]
Hay que hablar del suicidio con menores y adolescentes aunque no haya señales de riesgo para prevenir
Carlos Soto explica que es necesario hablar de suicidio en cualquier caso, aunque no se hayan detectado señales de alerta. Así lo hace él, en los colegios a los que acude para hablar a los adolescentes del suicido desde la visión de un padre que ha pasado por el duelo. Cuenta que hay alumnos que se levantan y se van llorando. “Es porque hay algo en ellos” o se sienten identificados con algo. Eso es un paso para empezar a ayudarles.
Hablar del suicidio también es importante para el resto de adolescentes, porque así conocerán los signos de alerta y podrán ayudar a sus compañeros. Lo mismo ocurre con los docentes, que pueden ser personas de confianza y claves en la detección y prevención.
Así lo corrobora Anseán, que cree que abordar la prevención del suicidio en menores y adolescentes en los colegios es una “cuestión pendiente” necesaria para identificar los casos antes de que se agraven demasiado. El presidente de la Fundación española para la Prevención del Suicidio, defiende que la prevención empieza desde las primeras edades y que hay que trabajar en dos vertientes: con los docentes para establecer los procedimientos a seguir y “con los chavales, para poner de manifiesto que esto existe” y hablar con ellos de cómo lo pueden enfrentar.
En este punto coincide Laura, orientadora del Colegio Nuestra Señora de Fátima en Madrid que ha trabajado en tareas de prevención. La profesional pone el énfasis en la cercanía con el alumnado y en la educación emocional, de manera que sean los propios alumnos los que se sientan seguros para pedir ayuda cuando les pase algo. Es la implicación en el día a día lo que les permite reconocer casos de riesgo y, a partir de ahí, actuar. “Evitar que esté solo y darle una atención especial”, explica Laura, “también hablar con su familia, implicar al resto de docentes” y derivar al menor a los servicios de salud mental si es necesario.
Sin embargo, Laura reclama la necesidad de psicólogos clínicos en los colegios para mejorar la prevención y el tratamiento, por la saturación que hay en los centros sanitarios públicos y porque hay muchas familias que no pueden acceder a una terapia privada. Como en otros centros educativos, el de Laura cuenta con un Protocolo de prevención del riesgo de conducta suicida en el alumnado, pero alerta de que hace falta invertir en tiempo y recursos para que, desde los centros educativos, se pueda dar la atención adecuada.
Es decir, no solo padres y madres deben ser agentes activos de la prevención, también otras personas del entorno. De hecho, según Alcocer es frecuente que las figuras de referencia no sean padres y madres, sino otras personas, así que “podemos ofrecerles que acudan a ellos. Puede ser un entrenador, una profesora, una psicóloga…”. La psicóloga insiste en que “todos podemos ser agentes de cambio y estar involucrados”. Eso pasa por la formación, la comunicación responsable y “educar la mirada” para no poner la atención en el estigma sino en el valor de ayudar.
La Fundación Anar ha atendido 2.709 casos de menores con conductas suicidas en 2021
La Fundación Anar ha presentado un extenso informe sobre el suicidio centrado en la infancia. Durante el año 2021 la ONG atendió 2.709 casos de menores de edad con conducta suicida (ideación e intento) y, desde 2012, han detectado que los intentos de suicidio se han multiplicado por 25,9. Además, la organización pone la atención en el papel de las tecnologías, que pueden generar situaciones de malestar o ser una inspiración negativa. Aunque también lo contrario: un modo de expresión y desahogo.
El Instituto Nacional de Estadística recoge el número de defunciones según la causa de muerte. En 2020, 62 niños, niñas y adolescentes hasta 19 años se suicidaron o murieron a causa de provocarse autolesiones.
Hay que preocuparse y ocuparse, dicen los expertos. Y eso pasa por hablar de lo que existe sin miedo para prevenir su sufrimiento y el suicidio en menores y adolescentes.
Fuentes:
Este artículo se ha elaborado a través de la información y las explicaciones de las siguientes personas expertas: Andoni Anseán, Presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, Rebeca Alcocer Velarde, Codirectora de la Red Nacional de Psicólogos para la Prevención del Suicidio en Psicólogos Princesa 81, Diana Díaz, Directora de las Líneas de Ayuda de la Fundación ANAR, Laura, Orientadora del colegio Nuestra Señora de Fátima (Madrid), Carlos Soto, padre y Mayca, madre.