Desde mayo de 2022 está operativa la línea de atención a la conducta suicida, que es el teléfono 024. También están disponibles las Líneas de Ayuda ANAR para menores de edad (900 20 20 10 y chat.anar.org) y para familias y centros escolares (600 50 51 52 y chat.anar.org
En la web de Papageno se pueden encontrar numerosos recursos, así como en otras asociaciones como RedAIPIS o Después del Suicidio
“La vergüenza por sentir que mi sufrimiento no tenía solución se unía a la vergüenza que sentía por mi propia ideación suicida. Sentía que estaba rota, que había algo mal en mí. No quería que la gente supiese cómo estaba por si se asustaban, y eso me desconectaba del mundo cada vez más”. Quien habla es Esther, de 28 años. Con 18 tuvo una tentativa de suicidio y con 21, otra. Para ella, “hablar de este tema es una de las mejores formas de prevención del suicidio”. “Se enciende una luz. No es que el sufrimiento se vaya de repente, pero se produce cierto alivio. Hay una conexión con quien te escucha”, añade.
Para eso hay que “aprender a escuchar”, como dice Martina, de 32 años: “No sirve de nada que le digas a la otra persona: ‘Anda, no digas eso que me vas a asustar’ o ‘Pero si todo te va bien, no creo que nada sea tan grave’. Cuando consigues verbalizar algo así, quitarle importancia o dar a entender que das miedo te refuerza la idea de que no debiste decir nada, pero no necesariamente te quita la ideación suicida”, explica esta superviviente de suicidio.
Como Esther, Óscar, de 42, también habla del sentimiento de “vergüenza” respecto a su ideación suicida hace cinco años: “Decidí llamar al teléfono de la esperanza porque no me conocían y sentía que no podía decepcionar a un desconocido. No todo el mundo necesita lo mismo, pero a mí me sirvió”.
Suicidios de menores
En 2021, último año del que se disponen datos, 4.003 personas murieron por suicidio, un 1,6% más que en 2020, tal y como expone el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sigue siendo la primera causa de muerte externa y supuso la muerte de 11 personas al día durante 2021. Entre la población más joven, la Fundación ANAR alerta de que “las consultas por ideación suicida por parte de menores han aumentado, multiplicándose un 25,9”. “Esto no significa necesariamente que más jóvenes se quieran suicidar, ya que los datos aluden a consultas. Es decir, también puede implicar que tengan más herramientas para expresar su malestar y lugares donde expresarlo”, apunta a Newtral.es el psicólogo Daniel López, miembro de la asociación Papageno, un proyecto que se dedica a la prevención del fenómeno del suicidio.
Como contábamos en Newtral.es, el suicidio de menores y adolescentes supuso 62 muertes en 2020, último año con cifras disponibles. Hubo un descenso respecto a 2019, cuando fallecieron por esta causa 75 niños, niñas y adolescentes de hasta 19 años. “Sí observamos que tras la pandemia han aumentado las tentativas de suicidio y las autolesiones no suicidas. Pero alarmarse por los datos de aumento no sirve de nada si no nos invita a preocuparnos por el sufrimiento ajeno”, añade López.
Prevención del suicidio: factores de riesgo y factores de protección
¿Ha aumentado el suicidio entre menores? ¿De qué forma se puede hacer prevención del suicidio? Como explica A Newtral.es Carles Alastuey, psicopedagogo y miembro de la asociación Después del Suicidio, “hay cierto pesimismo existencial que ha aflorado tras la pandemia”: “Muchos adolescentes perciben que sus estudios se han visto afectados, así como sus relaciones, la economía familiar, la salud de sus progenitores… En general, hay una preocupación grave por su futuro”.
Sin embargo, Alastuey considera que esta es una “radiografía incompleta”: “Las pérdidas por suicidio están cargadas de preguntas sin respuesta. Hay muchas cuestiones que todavía desconocemos, pero eso no significa que no podamos trabajar en la prevención del suicidio. Una gran parte de las personas primero lo verbalizan, así que es importante no minimizar la importancia y preguntar qué pasa”.
Hablar, sí, pero no de cualquier manera. Según Benjamín Ballesteros, director técnico de Fundación ANAR, “es importante no atribuir el suicidio de una persona a una sola causa ni imaginarnos qué pasaba por su cabeza”. Es preferible hablar de factores de riesgo y desencadenantes. Por ejemplo, en menores, Ballesteros destaca “sufrir maltrato físico y psicológico, la precariedad familiar, el acoso escolar, la violencia de género en el entorno…”. Pero insiste en que no son cuestiones determinantes, ya que hay quienes “tienen vivencias similares y no tienen tentativas de suicidios ni conductas autolíticas”.
Así, al analizar formas de prevención del suicidio, Ballesteros recuerda que “pueden servir como indicadores para estar alerta”. De esta forma, se pueden desplegar “factores de protección”: “Lazos afectivos sólidos, sentimiento de pertenencia y de arraigo o poder acceder a tratamiento psicológico”. Y recuerda que es importante recordar que “muchas personas con ideación suicida deciden seguir viviendo”. “Eso también hay que contarlo, hay que recordar que es posible encontrar la ayuda adecuada”.
Así lo expone también Óscar, superviviente de suicidio: “Yo nunca pensé que llegaría a pensar en el suicidio. Pero en mis peores momentos, tampoco pensaba que hubiese otra opción cuando sí la había. La terapia de grupo me reconcilió con lo ‘peor’ de mí y aunque no todos los días estoy bien, he aprendido a gestionar mi malestar”.
Precisamente esto es algo en lo que incide Pedro Martín Barrajón, coordinador de la Red nacional de psicólogos expertos en prevención del suicidio: “Se tiende a pensar que la ideación suicida es algo que nunca te va a pasar a ti o a alguien a quien quieres. Es importante cambiar esa perspectiva y comenzar a realizar campañas universales de divulgación de prevención del suicidio. Es decir, como con la covid, que no iban dirigidas solo a personas contagiadas, sino a la población general para tratar de reducir los riesgos de contagio”.
Sobrevivir al suicidio de un ser querido
“No sabía apenas nada sobre el suicidio hasta que mi hermano se suicidó cuando tenía 25 años”, cuenta Carmen Sánchez. Ella también es superviviente de suicidio, un término que se extiende también a los familiares y seres queridos de una persona que ha fallecido por esta causa. En conversación con Newtral.es, Carmen recuerda que es “absolutamente normal sentir culpa” pero que “enredarse en ella solo hace que desaparezcan los recuerdos buenos”. “Te preguntas qué hiciste mal, cómo no lo viste, qué podrías haber hecho… Pero esas preguntas no van a tener respuesta”, explica Carmen.
Para ella, lo verdaderamente oportuno es preguntarse cómo poder aliviar el sufrimiento de otras personas con la información de la que disponemos, algo que puede revertir en la prevención del suicidio en menores y también en adultos: “Hacemos lo que podemos. Desde luego, en ese momento mi familia y yo no teníamos herramientas para ver los indicios. Por eso hay que generar espacios seguros en los que quienes tienen este sufrimiento hablen. Cuantos más ejemplos tengamos de lo que sienten, mejor podremos identificarlo”, añade Carmen.
- Instituto Nacional de Estadística (INE)
- Fundación ANAR
- Daniel López, psicólogo y miembro de la asociación Papageno
- Carles Alastuey, psicopedagogo y miembro de la asociación Después del Suicidio
- Benjamín Ballesteros, director de Programas de Fundación ANAR
- Pedro Martín Barrajón, coordinador de la Red nacional de psicólogos expertos en prevención del suicidio
- Testimonios de Esther, Martina, Óscar y Carmen, supervivientes de suicidio