El pasado junio John Clauser, uno de los tres galardonados con el premio Nobel de Física en 2022, afirmó en una conferencia que “no existe una crisis climática real”, entre otras desinformaciones. Sin aportar pruebas, se desmarcó del consenso científico, que ha demostrado repetidamente que estamos inmersos en un cambio climático y que este ha sido provocado por los seres humanos.
Aun así, con toda la evidencia en contra, comenzaron a difundirse imágenes y mensajes en redes sociales con estas declaraciones, presentándolas como la “prueba definitiva” de que los negacionistas del clima tienen razón.
Clauser no es el único caso de un Nobel que niega la evidencia científica y difunde desinformación. Luc Montaigner, que recibió en 2008 el premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del VIH en los años 80 junto a Françoise Barré-Sinoussi, fue uno de los grandes desinformadores durante la pandemia de covid. Desde Newtral.es hemos verificado varias de sus afirmaciones, al igual que otros verificadores de la red internacional IFCN, como Science Feedback, AFP o Colombia Check.
Según Fernando Blanco Bregón, investigador en psicología social en la Universidad de Granada (UGR), lo que está operando en estas situaciones es el llamado sesgo de autoridad. “El sesgo de autoridad consiste en algo tan sencillo como que las personas que tienen autoridad sobre nosotros nos van a influir con mayor facilidad”, explica a Newtral.es.
Los premios Nobel que difunden desinformación en contra de la evidencia científica
Blanco cuenta que hay dos tipos de autoridad: una en la que el prestigio se origina porque esa persona tiene una posición jerárquica mayor frente a otras personas, que son sus subordinados, y otra en la que esa persona tiene conocimientos y experiencia que la hacen destacar.
“Es importante señalar que la influencia podría estar en principio limitada a algún campo o dominio de decisión concreto. Por ejemplo: el médico es un experto en medicina, y me fiaré de su criterio a la hora de decidir si me opero o no, pero seguramente no le haga caso en otras esferas de la vida”, declara.
Esta es precisamente la situación con Clauser y la desinformación que ha difundido: el físico teórico recibió el premio Nobel de Física en 2022, no por un trabajo relacionado con el cambio climático, sino por su contribución a los avances en información cuántica.
“Si la gente confía en la opinión de esta persona, no por la calidad de su argumentación o la evidencia que cita, sino por su señal de autoridad (“premio Nobel”), podemos hablar de sesgo de autoridad”, señala Blanco.
Buscamos evidencias de lo que ya creemos en un principio
Además del sesgo de autoridad, existen otros estilos de pensamiento que rodean estas situaciones. Según Guillermo Fouce, investigador en psicología social en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), “solemos buscar evidencias de aquello que previamente creemos”.
“Por ejemplo, si queremos eliminar trabas que se están planteando para reducir el impacto del cambio climático porque esto nos perjudica, buscaremos informaciones que apoyen lo que ya pensamos”, señala a Newtral.es. Es decir, las personas que comparten las publicaciones de desinformación con declaraciones de un premio Nobel que contradicen la evidencia ya se han formado una opinión antes de leerla y realmente consultar las pruebas.
Por su parte, Blanco indica que esto hace que entremos en un tipo de razonamiento que consiste en pensar y argumentar como lo haría un abogado defensor en un juicio: “Tú ya tienes las conclusiones y vas a utilizar tu razón y tu conocimiento para defender tu posición de partida, no cambiar de opinión”.
“Así, quien crea que el cambio climático es un fraude, en cuanto vea una opinión favorable de alguien a quien pueda colgar la medalla de experto, se va a lanzar a propagar esa opinión porque le está dando la razón”, añade.
Esto es lo que se conoce como sesgo de confirmación: le damos importancia a la evidencia que confirma nuestra opinión y le quitamos importancia a la evidencia contraria. También entra en juego el cherry picking: sin necesidad de falsear la información, seleccionamos aquella que nos conviene y callamos el resto.
“Así, algunos le darán altavoz a esta única opinión que les da la razón y se callarán el consenso que va en dirección opuesta, simplemente porque les es más conveniente para evitar cambiar de opinión”, indica el psicólogo de la UGR.
Para Fouce, también entra en juego el manejo de la ambigüedad. “No lo sabemos todo y la ciencia siempre da certezas relativas, pero necesitamos encontrar motivos y buscar explicaciones. Si la explicación alternativa es más potente o interesante que la real, hay personas que pueden deslizarse hacia esa opción”, afirma.
Unos sesgos difíciles de contrarrestar
Ambos psicólogos destacan que todos estos mecanismos psicológicos que aparecen cuando un premio Nobel difunde desinformación suelen ser inconscientes, que salen de forma automática, y son difíciles de contrarrestar, ya que la persona va a hacer lo que sea con tal de mantener su idea de partida.
Según Blanco, dar datos y evidencia sirve de poco “porque usando el sesgo de confirmación sería muy sencillo descartar toda la información que no nos convenga”. “Te dirán: ‘claro, me das datos de que el planeta está calentándose, pero los datos provienen de científicos comprados por la agenda 2030’”, señala.
Así, el psicólogo de la UGR apunta que, igual que el sesgo de autoridad implica dejarnos llevar por el prestigio de quien nos habla sin entrar al fondo del argumento, podemos jugar la misma carta a nuestro favor si nos aprovechamos de otra tendencia igual de automática e intuitiva que el sesgo de autoridad, el llamado principio de prueba social. “Este consiste en pensar que si la mayor parte de la gente opina A, entonces es probable que A sea correcto. Así, podríamos decirle a la gente que, independientemente de que haya expertos que van por libre, existe un consenso muy asentado en torno a una cuestión”, indica. Otra manera es precisamente hacer consciente a la persona de su propio sesgo. “La idea es que la persona se dé cuenta de que ha tomado una decisión basada en criterios no racionales, y de esta forma esté motivada para usar la estrategia anterior aunque le cueste esfuerzo”, señala Blanco. Aun así, insiste en que estos sesgos son “muy complicados de abordar” y contrarrestar. “No creo que haya recetas mágicas”, concluye.
- Declaraciones a Newtral.es de Fernando Blanco Bregón, investigador en psicología social en la Universidad de Granada (UGR)
- Declaraciones a Newtral.es de Guillermo Fouce, investigador en psicología social en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
- Verificaciones anteriores de Newtral.es
- Science Feedback
- AFP
- Colombia Check
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