Predicción estacional: Aemet no descarta un otoño lluvioso que ayude a mitigar la sequía

Predicción de otoño de lluvia en Pamplona |Jesús Diges, Efe
Otoño de lluvia en Pamplona |Jesús Diges, Efe
Tiempo de lectura: 2 min

El otoño, que comenzará el 23 de septiembre a las 8:50 (7:50 en Canarias), puede ser muy cálido y más lluvioso de lo normal. Aemet, que ha hecho balance este jueves del considerado nuestro tercer verano más cálido de la historia, ha avanzado su pronóstico estacional del otoño. El portavoz de la agencia, Rubén del Campo, se ha mostrado esperanzado en que las lluvias ayuden a mitigar la sequía meteorológica que afecta a la península.

Publicidad

Del Campo ha explicado que durante el verano meteorológico –que concluyó el 31 de agosto– cayeron 87,2 litros de precipitación de media por metro cuadrado. Junio concentró tres cuartas partes de las lluvias. Julio y agosto fueron meses “muy secos”. De este modo, el de 2023 se ha convertido en el decimosexto verano más lluvioso de los últimos 62 años.

La predicción estacional se realiza en Aemet por consenso, utilizando diversos modelos. Esta predicción se realiza mensualmente para los tres meses siguientes. Respecto a un posible otoño de lluvias, los modelos proporcionan información probabilística. Es decir, los ordenadores devuelven abanicos de resultados posibles a la hora de predecir si habrá más o menos lluvias en otoño. Hay escenarios más probables que otros, así se establece una probabilidad final sobre lo que puede ocurrir.

El otoño meteorológico (septiembre-octubre-noviembre) cuenta con un 50 % de probabilidades de ser más lluvioso de lo normal en la Península y Baleares, y un 40 % en Canarias. Apenas un 20 a 25 % de probabilidades de que sea más seco de lo normal. Es decir, hay bastante incertidumbre, pero los datos tienden a ser esperanzadores. Y el fenónemo El Niño, aunque se genera en el Pacífico, puede remar ligeramente a nuestro favor en cuanto a lluvias este otoño en Europa.

Predicción de más lluvias en otoño cuando más al noreste

Desde eltiempo.es, la física y meteoróloga Mar Gómez apunta a predicciones de lluvia que apuntan a precipitaciones en otoño “ligeramente por encima de lo normal en ambos archipiélagos, el Mediterráneo, el norte  peninsular y puntos del centro”. Eso sí, parte de esas lluvias pueden ser torrenciales en la cuenca mediterránea “con un mar más cálido de lo normal”.

Publicidad

¿Qué es lo normal en cuanto a lluvias en otoño? Las precipitaciones medias suelen ser de 195 mm. Pero en esas medias no se distingue entre lluvias constantes y moderadas (como las que suceden cuando los frentes fríos recorren la península) y las más torrenciales, como las de la última DANA. En el episodio extremo de este arranque de septiembre, en algunos puntos de la Comunidad de Madrid o Castilla-La Mancha se superaron los 200 mm en 24 horas, es decir, todo lo esperable para el otoño, de golpe.

¿Cuánto tiene que llover para acabar con la sequía?

En la rueda de prensa de balance de Aemet, Del Campo ha recordado que los últimos años “nos estamos enfrentando a sequías más largas y de más dureza”. Pero, si se confirma la predicción de lluvias de este otoño, se podría “atajar” esta escasez de agua, aunque se necesitaría “un periodo muy largo de lluvias abundantes”.

Explicaba a Newtral.es el físico y experto en datos climáticos de la FIC Dominic Royé, la pasada primavera, que de poco sirve una concentración de lluvias torrenciales que sumen litros en un punto concreto, arrasando cultivos e infraestructuras, y con difícil capacidad de acumulación en embalses (ahora mismo, al 19% en la cuenca del Guadalquivir; 23% en la catalana interior; 36% en la del Ebro; 48% en la del Tajo; por encima del 81% en las del Cantábrico).

Publicidad

De hecho, aunque el verano haya sido más húmedo de lo esperable, la mayoría de lluvias típicas de la estación son en forma de tormenta o chaparrón “que difícilmente llenan los embalses o humedecen los suelos lo suficiente” como para repararlos, tras los largos meses de sequía que enfrenta la mayor parte de España.

Mayo fue un buen mes en cuanto a precipitaciones, pero no suficiente para paliar la sequía; “debería llover un mes o dos seguidos, más”, explicaba entonces el investigador. Enero fue un mes normal en cuanto a lluvias, pero todo se torció en febrero y marzo, que volvieron a ser muy secos. Abril batió todos los récords, a los que se sumó un verano anticipado, con temperaturas propias de agosto en el su peninsular, que favorecieron la evaporación.