De deepfakes y ‘pornovenganza’: por qué se utiliza la sexualidad para dañar a las mujeres

pornovenganza sexualidad mujeres
Imagen: Shutterstock
Tiempo de lectura: 8 min

“Mira, yo le he dicho a mi padre y a mi madre y a mis amigos que tú ya estás perdida —antiguamente se decía esa palabra—, que tú ya estás así. Si te quieres venir, te vienes, y si no, yo voy a levantar la voz de que tú estás así, a ti no se te va a acercar ningún hombre más”. Este fue el testimonio de Ana Orantes en Canal Sur el 13 de diciembre de 1997, relatando cómo había comenzado su relación con quien fue su maltratador y asesino: con una amenaza atravesada por la honra y la sexualidad. Aunque esta forma de violencia sexual encuentra su enunciación en términos como pornovenganza, sexcasting, deepfake pornográfico…, la instrumentalización de la sexualidad de las mujeres para dañarlas “no es una estrategia de dominación reciente, sino que ha sido una forma histórica de construir la feminidad como algo problemático”, apunta a Newtral.es la filósofa e investigadora Raquel Miralles.

Publicidad

En el imaginario colectivo reciente pero previo a la digitalización de la vida, si hablamos de pornovenganza, hablamos de Pamela Anderson. En resumen: un extrabajador de Tommy Lee, entonces marido de Anderson, sustrajo una cinta íntima de la pareja, de contenido sexual, y la distribuyó para vengarse de Lee por su maltrato laboral. Sorpresa: aquello no tuvo apenas impacto en la carrera de Tommy Lee, mientras que para Pamela Anderson fue un escarnio público. Haber posado en topless la anuló como sujeto con agencia propia. Se entendió que no podía demandar ni exigir justicia porque una vez se había desnudado, su consentimiento sobre su sexualidad era una carta blanca.

La idea que subyace, y de ahí la importancia de hablar de consentimiento, es que la sexualidad de las mujeres, su cuerpo, “es público”, como explica la investigadora Nerea Barjola. “La mirada patriarcal entiende que no podemos autogestionar y autorregular nuestra sexualidad. Se niega el consentimiento porque se entiende que estamos a disposición de cualquiera”, añade.

El reverso de esto son las herramientas que tratan crear un margen ficticio sobre cómo protegernos de esa libre disposición: “Hemos pasado del ‘no salgas de casa vestida así’ a ‘no muestres determinadas actitudes en redes’ o ‘no subas una foto así’. De esa forma, se nos responsabiliza de las violencias sexuales que suframos, y ese paradigma patriarcal se fortalece”, expone Barjola, autora del ensayo Microfísica sexista del poder (Virus Editorial, 2018).

La efectividad de la ‘pornovenganza’ contra las mujeres

El reciente caso de pornovenganza de deepfakes pornográficos para victimizar a varias adolescentes de Almendralejo o la difusión de imágenes sexuales de una menor que ha provocado la investigación de cuatro canteranos del Real Madrid pone de manifiesto que instrumentalizar la sexualidad de las mujeres sigue siendo una herramienta efectiva para ejercer daño. 

En conversación con Newtral.es, Adaia Teruel, autora del libro Mujeres que follan (Libros del KO, 2023), explica que la narrativa construida en torno a la sexualidad femenina “está llena de culpa y vergüenza”: “A diferencia de lo que ocurre con los hombres, para quienes la publicitación de su sexualidad es una forma de enaltecimiento de la masculinidad o incluso de estatus, cuando nuestra sexualidad sale a la esfera pública, lo que se pone sobre la mesa es qué tipo de chica eres tú. Eres una puta, una guarra, una mala madre, una mala profesional…”. 

Publicidad

Sobre la efectividad de los deepfakes y la pornovenganza, la escritora Laura Bates, autora de Los hombres que odian a las mujeres y Sexismo cotidiano (ambos publicados por Capitán Swing), explica a Newtral.es que “siguen siendo enormemente eficaces porque seguimos estigmatizando, culpando y aislando a las supervivientes de la violencia sexual”. “Dado que avergonzamos a las mujeres por su actividad sexual y celebramos a los hombres por el mismo comportamiento, estas armas son muy eficaces cuando se utilizan contra las mujeres, teniendo mucho menos impacto contra los hombres”, añade.

Cómo se construye la sexualidad de las mujeres

“Parece que la única forma de tener control sobre nuestra sexualidad es mantenerla oculta. Si sale a la luz, esa ilusión de control desaparece”, apunta a Newtral.es la escritora y psicóloga Anna Freixas, autora del ensayo Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez (Capitán Swing, 2018). “El silencio de las mujeres sobre su sexualidad cubre la torpeza y el egoísmo de muchos hombres, además de la violencia sexual. El silencio les protege y les hace impunes. Si nadie sabe cómo se comportan, cómo vamos a reprocharles nada. Para que eso sea efectivo, se ha dotado el deseo femenino de castigo”, añade Freixas. 

Los cimientos que sostienen la cultura del silencio respecto a la sexualidad de las mujeres tienen que ver con la idea de estatus y de nobleza de la época victoriana, tal y como explica a Newtral.es el sexólogo Bruno Martínez: “En ese contexto del nacimiento de la burguesía industrial lo que resulta diferenciador, en términos de clase, es la moral, que debe ser muy puritana para situarse al mismo nivel que la nobleza. En el caso de las mujeres, es un sujeto que no tiene deseo pero que debe ser deseable”. 

Aunque más tarde la revolución sexual se encarga de restaurar cierta autonomía sexual femenina, “permanecen una serie de regulaciones no escritas que pasan por la humildad del deseo”, señala Martínez.

Hipersexualidad versus cultura de la violencia sexual

Para la filósofa Raquel Miralles dice mucho del secuestro de la sexualidad de las mujeres el hecho de que los casos de pornovenganza vayan acompañados de una narrativa subterránea que reza: “Esto es lo peor que te puede pasar”. Para esta investigadora, es fundamental tener en cuenta cómo “se asocia la sexualidad femenina con la mentira”. “Se nos atribuye esa naturaleza engañosa, de provocación con fines perversos”, añade Miralles. Algo que, para la mirada masculina, tiene su materialización en la estética: “Las minifaldas, el maquillaje, las fotos que subimos… Es un desafío a la norma que pretende protegernos porque nos considera de su propiedad”, señala. 

Publicidad

A la vez, “se nos infantiliza y se nos considera tontas, necesitadas de una tutela”, apunta a Newtral.es Anneke Necro, actriz y guionista de cine pornográfico. “Sin posibilidad de margen para la autogestión de nuestra sexualidad, esta solo se valida si la ejerces en la intimidad o sujeta a normas sociales estrictas, por ejemplo, con una pareja masculina o para procrear”, añade. 

Precisamente por esto el sexólogo Bruno Martínez invoca el arquetipo de la femme fatale: “Es una idea patriarcal de lo que no debe ser una mujer pero que al patriarcado le ha salido regular porque muchas mujeres se reconocen en esa figura”. En este sentido, la hipersexualidad femenina “es una insolencia para los hombres”: “Muchos se sienten incapaces de enfrentarse a una fuente de sensualidad y placer desbordante porque piensan que no van a poder satisfacer ese deseo, perdiendo el control y el estatus”, apunta la escritora Anna Freixas. 

O como explica Laura Bates: “La sociedad cosifica a las mujeres, deshumanizándolas y empaquetándolas para el consumo masculino. Pero de forma hipócrita se castiga y humilla a las mujeres que se muestran hipersexuales. Es una paradoja sobre la sexualidad de las mujeres en la que parece que nunca podemos ganar”.

Por eso, Raquel Miralles advierte de los peligros de asimilar a mujeres que muestran su hipersexualidad a través de elementos que se han codificado como patriarcales: “Cuando Bad Gyal se sube al escenario enseñando el tanga y cantando ‘experta riding the dick’ o Tokischa diciendo ‘te embarro la cara en leche, papi’, de alguna manera están retando todo un sistema de honra, pudor y vergüenza”.

“Mientras se siga ejerciendo la hipervigilancia sobre la conducta sexual de las mujeres, castigos como la pornovenganza seguirán siendo efectivos”, apunta la investigadora Nerea Barjola. Además, es un discurso que se integra en la cultura de la violación, como expone Barjola: “Se vuelve a incidir en la idea de que si no tienes determinados comportamientos, puedes evitar ser víctima de violencia sexual”. Y como aporta Laura Bates: “Interpretar la hipersexualidad como algo antagónico a la pureza sitúa a estas mujeres como objetos sexuales disponibles para ser usados por los hombres”. “Esto despolitiza el discurso feminista sobre la violencia sexual, que siempre debe poner el foco en ellos y no en ellas”, concluye Barjola. 

Publicidad
Fuentes
  • Nerea Barjola, investigadora y autora de ‘Microfísica sexista del poder’
  • Laura Bates, escritora y autora de ‘Los hombres que odian a las mujeres’
  • Anna Freixas, escritora, psicóloga y autora de ‘Sin reglas’
  • Raquel Miralles, filósofa e investigadora
  • Anneke Necro, actriz y guionista de cine pornográfico
  • Adaia Teruel, periodista y autora de ‘Mujeres que follan’
  • Bruno Martínez, sexólogo

2 Comentarios

  • Una precisión que no enmienda el reportaje, sino que busca evitar que el quisquilloso de turno se fije en el dedo y no en la luna: Pamela Anderson posó desnuda, no en topless, en diversos números y vídeos de Playboy, lo que no quita que se negaran sus derechos y se aplicara injustamente un consentimiento que no había dado, en la misma lógica machista de que una prostituta, por serlo, no puede denunciar una violación.

    • Sois falsos como tu marido. Escoria. Una piedra más en el camino. Insensibles. No hay dios, lo sabemos. Sólo consciencia, breve , para que queréis tanto. El cáncer proveerá