Gobierno del bulo; aló presidente; despidos masivos; dimisión; ataúdes invisibles; 10.000 muertos; 100 pijos de Barrio Salamanca; canalla traidor; comité de encapuchados; ejército de trolls y basura; odio; periodistas lacayos…
En multitud de informes y análisis se afirma que si hablamos de política, Twitter no es muy representativo debido a su sesgo y poca penetración de usuarios, en comparación con otras redes sociales. Pues bien, los términos y expresiones incluidos en el primer párrafo no pertenecen a tuits de trolls o cuentas falsas, ni siquiera son tuits de una parte de la ciudadanía cabreada o indignada. Los autores responsables de esos términos son los máximos exponentes de la representación de nuestra democracia, son algunos diputados y diputadas de nuestro Congreso.
Y algo todavía más interesante, el momento en el que se publicaron esos tuits está enmarcado en posiblemente el momento más duro y angustioso que hemos vivido todos nosotros en nuestras vidas, las primeras semanas de la pandemia de la COVID-19, en concreto las semanas que van del 11 de marzo al 15 de mayo del 2020.
Cuando se trabajan protocolos de comunicación para situaciones de emergencia o catástrofes, una de las pautas clave es la de vehicular y dirigir la comunicación oficial. En el caso de la pandemia que vivimos, durante sus primeras semanas, una de las prioridades en términos de comunicación era marcar de modo muy claro, tanto a nivel estatal como autonómico, cuáles eran los perfiles de redes que tenían que informar de modo continuo sobre la multitud de dudas e incertezas que nos invadía a la ciudadanía, sobre todo en cuestiones sanitarias.
La propia naturaleza de la pandemia y en el contexto en el que se daba, hacía que a la hora de informar por parte de los organismos responsables de gestionar la crisis, se tuviera que establecer estrategias importantes de difusión de los mensajes de servicio público para, entre otras cosas, neutralizar la gran desinformación sanitaria que circulaba por las redes.
Uno de los elementos importantes en toda estrategia de comunicación de crisis es sumar e implicar en la difusión de los mensajes oficiales a la fuerza humana en redes dentro del ecosistema político digital, es decir, a los políticos (sobre todo cargos públicos) que en torno a ellos se agrupan importantes comunidades de seguidores.
Uno de los argumentos que se estudia más a fondo a la hora de entender el contexto de desinformación en la que vivimos constantemente es el papel que ocupa en todo esto el estado de polarización política en el que se ve inmersa nuestra sociedad. Y la idea en este artículo es que, aportando no sólo datos cuantitativos, sino también algunos más cualitativos, podamos cada uno de nosotros valorar el papel que cumplen nuestros políticos y las audiencias que interactúan con ellos en todo este contexto de la pandemia.
Los datos cuantitativos
Durante las semanas en que se analizaron los tuits de los 330 diputados que en ese momento tenían presencia en Twitter, los datos cuantitativos que se obtuvieron fueron los siguientes:
- Tuits publicados: 54.262
- Retuits difundidos: 140.171
- Retuits conseguidos: 7.881.291
- Favoritos conseguidos: 19.622.943
Entre los 54.262 tuits que publicaron los 330 diputados, de los 100 tuits que obtuvieron mayor repercusión, 72 iban referidos a la pandemia del Covid19, y entre esos 72 tuits virales sobre el coronavirus, se alcanzó una repercusión de 713.173 retuits y 1.888.858 favoritos.
En general, si comparamos la media de actividad tuitera de los diputados entre ese periodo y los meses anteriores, se podría ver que prácticamente se triplicaron las publicaciones. Por lo que podríamos pensar inicialmente que los diputados hicieron un esfuerzo de comunicación para difundir esos mensajes de servicio público sanitario de los organismos oficiales, tanto estatales como autonómicos, y que las audiencias que seguían a dichos políticos también difundieron esos mensajes de utilidad pública.
Pero por desgracia no fue así, lo cual dice mucho no sólo de nuestros representantes, sino de sus audiencias.
[En este link os podéis descargar los 5.000 tuits con más repercusión para que podáis hacer los análisis que consideréis oportunos]
Políticos, polarización, desinformación: Los datos cualitativos
Centrándonos en los 100 tuits más virales de los diputados, es decir, los que obtuvieron mayor respuesta por parte de las audiencias, y seleccionando los 72 referidos a la pandemia, podemos ver que los autores de dichos tuits fueron los siguientes diputados:
Claramente vemos la tendencia habitual durante la actual legislatura, un movimiento comunitario en Twitter muy intenso en el entorno del partido político Vox, sin entrar a valorar la naturaleza y tipo de comunidad tuitera creada en torno a dicho partido.
Por lo que ya podemos ver con estos datos el protagonismo de cada sector político y sus comunidades digitales creadas alrededor de ellos.
Ahora vamos a ver los términos y expresiones más destacadas en cada uno de esos 72 tuits en clave pandemia COVID-19:
Seleccionando un término o expresión destacado por cada tuit analizado, obtenemos los resultados de esta tabla.
Casi ninguno de esos términos nos hace creer que alguno de los contenidos de los tuits tuvieran un enfoque de servicio público. Eso no significa que por parte de los perfiles políticos no los hayan publicado, estos datos en realidad lo que muestran es que esos tuits más relevantes en términos de repercusión no reflejan esta casuística. Lo cual nos da mucha información no sólo de los políticos generadores de esos mensajes, sino de las cuentas Twitter que han reaccionado a dichos mensajes.
En un contexto tan especial como el vivido durante esas semanas y ante los datos vistos, al margen de las conclusiones que cualquiera pueda obtener, lo que sí vemos de forma directa es que los políticos más relevantes en Twitter no priorizaron un uso de sus perfiles como difusores de información de servicio público y quizás, la audiencia digital tampoco esperó dicho enfoque de servicio por parte de ellos.
Al final de todos estos datos podemos ver que se sigue fomentando la polarización política, mientras que no se prioriza el servicio público. Otra oportunidad perdida.
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